El ministro de Exteriores de España, José Manuel Albares, no la tiene fácil y el comunicado de un hombre decente y aliviado no responde a lo que se le critica al gobierno de España.
Nadie ha dicho que el embajador de España coaccionó o chantajeó a Edmundo González Urrutia, la crítica es que los hermanos siniestros, y sancionados, Delcy y Jorge Rodríguez, hayan ingresado en la residencia de la embajada, con papel en mano que obligaron a firmar a quien le daban la opción de exilio o tortura. Para rematar, los secuestradores filmaron y grabaron su fechoría para utilizarla como «prueba».
Todo esto ocurrió en una embajada donde el perseguido debió haber sido protegido de la presencia y presión brutal de sus perseguidores. Este escándalo no se va a aclarar para beneficio de Albares o el gobierno de Pedro Sánchez si no se explica el rol de José Luis Rodríguez Zapatero en este lamentable episodio y sin que se aclare de una vez quién ha pagado los más de 55 viajes que ha hecho a Venezuela y cuál es su rol tras el fraude que observó con sus propios ojos como «observador» del Grupo de Puebla.
El silencio de Zapatero y el silencio del gobierno sobre el rol del expresidente seguirán sembrando dudas y justificando críticas y reproches al gobierno.
El comunicado de Edmundo González, diplomático de carrera, parece respuesta a un pedido expreso de sus anfitriones en España. Sería bueno que el presidente que los venezolanos eligieron por mayoría abrumadora contara con el detalle que amerita el caso lo que ocurrió desde el momento en que se hizo evidente que había dado una paliza histórica al histriónico tirano que se aferra al poder en la Venezuela que ha destruido.
Originalmente publicado en la cuenta de X del autor@pburelli