La atipicidad extrema de la precampaña electoral es verdaderamente sorprendente. Quienes ostentan el poder hacen todo tipo de piruetas, malabares, espectáculos y actividades que ponen en acción a todos los líderes oficialistas, quienes ante el desmadre electoral que se les avecina, obligatoriamente han salido a la calle a sudar la camisa en un intento de cubrir la impopularidad y nula aceptación del candidato oficial que hace sus apariciones como ánima en pena.
La inmediatez de cómo se difunden las noticias diariamente y en tiempo real a través de las redes y medios digitales le han permitido a los venezolanos comparar , sopesar y concluir sin temor a equivocarse, de qué lado se inclina irreversiblemente la balanza, a menos de 2 meses de las elecciones.
Entre la realidad y el deseo de cambio que asumió el pueblo venezolano como instrumento de lucha contra la ficción y manipulación del régimen surgen aceleradamente las definiciones que concluyen anticipadamente en un respaldo innegable al fenómeno electoral que representan Edmundo González y María Corina Machado. Ambos constituyen una fórmula indivisible y coordinada que ha permitido seguir consolidando la unidad nacional pese a las circunstancias y desbancando el poco capital político que aún le queda al oficialismo y su solitario candidato.
Cuando se podía pensar que la oposición marcaría la pauta y la agenda en el país. Los venezolanos sorprendidos ven al candidato Nicolás Maduro, Diosdado, los hermanos Rodríguez literalmente detrás de la líder María Corina, tratando de generar algún tipo de contra peso a las impresionantes manifestaciones de respaldo que recibe la opción opositora en carreteras, autopistas, poblados y ciudades de todos los estados y rincones del país, donde la espontaneidad de la gente y la esperanza latente es difícil opacarla, visibilizarla y mucho menos ocultarla.
La fórmula opositora dedica su tiempo en promocionar un proyecto de transformación y animar a la gente, guiados por los fundamentos y valores éticos, morales y religiosos, que blindan sus actuaciones, sustentan sus promesas y consignas, todas antagónicas al modelo socialista que ha mostrado el lado oscuro y cruel del ejercicio del poder que ha hecho del venezolano un ciudadano vulnerable en todos los aspectos de su cotidianidad.
Se dice que en las grandes esferas del poder desde Chávez hasta hoy la práctica de la santería es privilegiada. Observar al candidato oficialista reunirse con sectores evangélicos, cautivándolos y motivándolos con algunas dádivas, visitando templos cristianos, católicos y recientemente aferrados a nuestro beato el Dr. José Gregorio Hernández, dibuja perfectamente la disociación en este aspecto fundamental en cuanto a la estabilidad espiritual que debe tener todo aquel que ostente el poder. Si bien se debe respetar la creencias de cada quien, observar este tipo de acciones y conductas son impropias, cuestionables y repudiables.
Es público y notorio que el régimen y las instituciones bajo su control y a su servicio buscan por todos los medios vulnerar el proceso electoral presidencial. Es cierto que llevan años practicando estrategias perversas en materia electoral. Muchas especulaciones son verdades y muchas medias verdades inducidas terminan siendo solo especulaciones. Organizaciones no gubernamentales han hecho seguimiento a todos los procesos electorales y han determinado donde actúan los oficialistas para vulnerar los resultados.
Permanentemente quienes controlan el ente rector innovan en la trampa y el ventajismo, sin embargo pese a tantas mañas y artimañas, la base donde se fundamentan está en la falta de testigos en las mesas electorales, por lo que el gran reto es cumplir 100% con la presencia de testigos electorales que cumplan a cabalidad , responsabilidad y honestidad la tarea encomendada y que la organización ciudadana que les acompañará durante el proceso y el escrutinio sea efectiva, combativa, decidida e implacable en que se cumplan cada uno de los objetivos y retos que se plantean. Importante advertir que la compra de testigos con recursos importantes está en el tapete por lo que se hace necesario determinar por parte de los equipos electorales, quienes pudieran ser susceptibles a vender su conciencia ante tamaña crisis económica que se vive. El acompañamiento y ojo visor del ciudadano minimiza esta acción para el día del proceso.
María Corina Machado lo ha dicho muchas veces y muchos coincidimos con ella. No se trata de ganar una elección, se trata de liberar a Venezuela. Esto nos proyecta hacia el futuro asumiendo responsablemente que la lucha continuará después del 28 de julio. Debemos recordar que una gran parte de la oposición está viciada, contaminada, infiltrada y en parte asociada con el régimen de Maduro por lo que las circunstancias sobrevenidas y escenarios forzados hasta el momento demandan mayor atención por parte de la ciudadanía.
Todas las encuestadoras conocidas y siempre acertadas dan como ganador a Edmundo González por amplia ventaja sobre Nicolás Maduro. Recientemente surgen nombres de otras firmas desconocidas, catalogadas como fantasmales, que buscan darle una posición al abanderado revolucionario que no tiene, para igual contrarrestar las cifras que le triplican y hasta sextuplican que le han declarado su derrota desde el año 2023.
Nicolás Maduro está a la defensiva, actuando con mucha torpeza, rodeado de incondicionales, agraciados del poder que le hacen comparsa en sus pírricas y forzadas concentraciones y paseos por el país, que ponen en evidencia su desesperación que lo hace brincar, bailar y saludar a un público imaginario que solo existe en su mente y sus editadas publicaciones, que son descalificadas ante el país y el mundo por los videos que los pobladores graban cuando osa pasar por algún sector en cualquier rincón de la geografía nacional. Los pronósticos certifican una derrota abismal del modelo socialista cuyas figuras moribundas aún gritan con dificultad que ganarán.
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