Es poco lo que conocen los venezolanos jóvenes de su democracia. La “época de oro” de nuestro país, con todas las falencias que se le quieran endilgar, es la que se inició con la Presidencia de Rómulo Betancourt (1908 – 1951) y concluyó con la segunda gestión de gobierno de Rafael Caldera (1916 – 2009).
Ya avanzada la gestión gubernamental de Hugo Chávez Frías (1954 – 2013) y hasta el Sol de hoy -con Nicolás Maduro Moros llevando a porrazo la rienda del poder- lo que he hemos tenido es una constante caída de la economía venezolana que ha conducido a la enorme salida de compatriotas que buscan mejores condiciones de vida en otros países.
El número actual de nuestros emigrantes ya se ubica por encima de 7,8 millones, una cifra realmente espeluznante que continuará aumentando día a día si se tiene en cuenta que la soledad del régimen y el descalabro del país son imparables.
Ya a estas alturas del juego la situación que enfrentan Maduro, los hermanos Rodríguez (Jorge y Delcy) y Diosdado Cabello es, por decir lo menos, espeluznante. A pesar del “control” que ellos tienen en estos momentos de las riendas del poder, nada es seguro ni definitivo: los enemigos rondan a su alrededor como gavilanes y las traiciones internas siempre se pueden hacer realidad. A lo anterior hay que agregar que, día a día, la economía del país va en picada y sin paracaídas a su disposición.
El panorama es sombrío y las agujas del reloj no detienen su incesante “Tic Tac”. El Bravo Pueblo venezolano está a la espera, con sus ojos bien abiertos.
De aquí en adelante cualquier cosa puede pasar. Nuestro deseo es que todo se resuelva con ecuanimidad y sin pérdidas de vidas.
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