En medio de la crisis, de las malas noticias y de la necesidad de superviviencia, a veces no hay tiempo para detenerse en las cosas buenas que ocurren alrededor. Parte de la labor del periodismo es darlas a conocer, con la finalidad de que sean replicadas, pero también con la meta de que generen esperanza.
Eso es lo que se ha querido con la sección Venezuela Solidaria que comenzó a publicar El Nacional. No importa cuán pequeña sea la iniciativa, hay mucha gente haciendo cosas para ayudar a los más necesitados. No se trata de organizaciones no gubernamentales ni tienen que ver con partidos políticos, es sencillamente la gente buena de aquí, y a veces de los que se han ido, que juntan voluntades y reparten un poquito de bienestar.
Es el caso de Big Star, una iniciativa impulsada por un matrimonio de venezolanos desde Houston, Xys e iris Jaeger, que tiene tiempo ayudando a niños de Margarita y Maracaibo. Su idea al principio fue colaborar con la educación y la alimentación a través de becas escolares. Los fondos los consiguen con un trabajo voluntario en Estados Unidos y con ello pagaron el colegio a más de 100 niños. Sin embargo, la pandemia los hizo reinventarse y ahora se enfocan en la nutrición, porque se dieron cuenta de que la alimentación es la primera necesidad de los muchachos en estas dos ciudades.
Hay grupos que ni siquiera tienen nombre, pero que trabajan desinteresadamente para repartir amor en barriadas y urbanizaciones de Caracas tan desasistidas como El Cementerio. Esta zona, que incluso se vio recientemente sacudida por la violencia del Koki, recibe ayuda de un grupo desinteresado de 30 jóvenes de entre 17 y 30 años de edad, coordinados por Angelo Rangel. Ellos reparten comida, acompañan a ancianos, ayudan a madres solas, reparan casas, pintan canchas, todo lo que sea necesario hacer para devolverle a los vecinos un poco de esperanza de la que ellos todavía sienten.
A veces las campañas las inventa una sola persona y luego se van sumando más, como la que desarrolla Andrés Burgos. El Biciarepazo es la manera que este publicista de más de 50 años de edad ha conseguido para repartir arepas a los más necesitados, sobre todo indigentes y personas que viven en la calle. Al principio repartía almuerzos, pero ahora va llevando arepas por varias zonas de Caracas en su bicicleta. Los sábados lo acompañan otros ciclistas y así contribuye a paliar la desnutrición y el hambre que tanto afecta al venezolano de bajos recursos.
Todas estas historias y muchas más vale la pena contarlas, porque el venezolano bueno está en la calle enfrentando dificultades todos los días pero también pensando en los demás. Esa solidaridad con la que nos identifican en el mundo también se pone en práctica entre nuestros hermanos.
No deje de leer las historias de estos héroes cotidianos en nuestra página web.
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