OPINIÓN

La utopía del poder total

por Albert Geovo Albert Geovo

¿Quiénes son los utópicos, los que anhelan e impulsan un sistema libre o los que nadan contra esto, en favor de una encubierta o clara tiranía?

En palabras del anarquismo traspuesto por Proudhon, Thoreau, Pedro Kropotkin, Bakunin, Goldman y otros más apóstoles de la escuela utópica del llamado nuevo orden social sostienen de forma progresiva que «nuevos fines, requieren nuevos medios» con la proposición de suprimir el centralismo, junto a la violenta criminalidad del Estado, como obstáculo al desarrollo económico, la libertad individual y la paz.

El deseo de estas observaciones no es ver de manera peyorativa el pensamiento socialista o comunista, ni mucho menos desdeñable en la comprensión y entendimiento de percibir con claridad la realidad. Pero sí deja claro que el nuevo orden mundial no es nuevo, es estatista, además de cíclico, léase hoy socialista. Por lo tanto, de naturaleza totalitaria; siempre ha existido en todas las épocas, civilizaciones conocidas, bajo nombres distintos, acciones  ideológicas, artísticas, políticas, religiosas, al servicio de claros intereses oscuros que oprimen física y psíquicamente al ser humano, libre por esencia.

Tampoco se pretende aquí realizar una novela «best seller» más de las tantas novelas históricas que se han narrado en la escena de los siglos, sino plasmar un enfoque distinto en la observación a conciencia, libre de prejuicios, dejando de lado los ídolos, héroes o dogmas de las noveles teorías y doctrinas sociales.

Así pues, a luz de los mecanismos del Estado, se está al servicio de la libertad o en contra, al servicio de la tiranía y opresión, hoy por hoy, es precisamente lo que se observa, bajo distintos instrumentos y mecanismos políticos, jurídicos del sistema de gobernanza global; ya que es absurdo pensar en justicia si ésta carece del carácter impreso de la libertad de las personas, de su libre desenvolvimiento y responsabilidad; es por ello que vemos en los tribunales de justicia de todo el mundo, bajo el sistema de gobernanza establecido mundialmente, culpables en nombre de las amplias, depravadas y grotescas facultades que se le da al aparato del Estado todopoderoso con una pseudo justicia, la sociedad y la libertad, bajo inconsistentes argumentos, condenando a inocentes o absolviéndolos.

En esa misma óptica, la escena de múltiples  impresiones, retransmitida segundo a segundo, hacen que la crisis mundial, entiéndase económica, cíclica y progresiva, tenga que continuar según el dictamen mundial de los múltiples controles del sistema internacional. En pocas palabras, el espectáculo ha de continuar con aplausos, panderos, danzas, trompetas, timbales, bocinas, y címbalos, como se alaba al becerro de oro, entiéndase, Estado totalitario de la época.

Además que, entrando en un asunto práctico, se sabe que con el alza de los precios del petróleo, las materias primas, el combustible, se da el ambiente propicio para la ralentización o  paralización en el peor de los casos, del sector transporte terrestre, marítimo y aéreo; con ello las prohibiciones para la movilidad de las personas, cosa que ya está de forma severamente restringida, en nombre de la ley del Estado, desde hace siglos; igual pasa con la agroindustria, la siembra, los alimentos e insumos, entre otros sectores esenciales para la vida en libertad.

Así pues, todo aquello con el objeto de generar zozobra, además que con esto se asienta el precedente más y mejor para la crisis económica progresiva de nunca terminar, generada por la guerra de los controles del Estados total y su maquinaria bélica, propagandística, inmiscuida en los mercados, entiéndase en este contexto, en la libertad de las personas.

Todo este entramado de elementos monopólicos, cíclicos, donde juegan un papel determinante las impresiones proyectadas por los medios, juntos, bien organizados, entrelazados como el nudo georgiano que partió el archiconocido discípulo peripatético Alejandro para crear así, el clímax perfecto de la crisis mundial generada y, continuar la paralización de la economía generalizada que desencadena toda una quiebra del emprendimiento, la pequeña y mediana empresa ; propiciada ésta, a raíz de los hechos acaecidos en 2021.

Por tales razones y más, es casi probable que se extienda dos años más la  crisis generada, o hasta que los controles del sistema se detengan y frenen la tragedia del colapso económico, que descansan sus causas en los controles del sistema, que para colmo de forma hipócrita, ahora en plena desaceleración económica se hable de suprimir controles fiscales, cuando estos hace muchos siglos debió dejarse de producir.

Todo eso también sirve de cortinaje con los millares de repetidas impresiones, a través de los medios, al estilo de la peor guerra psicológica, para paralizar en primer plano al sujeto y así matizar las reacciones adversas que dejaron los múltiples controles y medidas de 2021; eso por un lado, por otro, sirva de minimizar los acontecimientos visto en los medios, sobre la paralización del sector transporte en Canadá, específicamente camioneros, como rechazo, precisamente a las medidas y controles obligatorios, que se impusieron en aquella nación y en todo el planeta; donde estos, transportista en nombre de sus propios intereses  y en nombre del pueblo canadiense se opusieron, revelándose así, como un desliz al sistema instaurado.

Por otro lado, hay que vislumbrar que el motivo de la paralización del transporte de forma parcial en el mundo no es capricho ni mucho menos a decretos o sablazos, ni tampoco con grandes maletines de dinero inorgánico, como suponen muchos; sino que es a causa del alza de los precios del petróleo y por ende del combustible, fruto de las impresiones de la guerra, dicen los sabidos, en otras palabras por el toque de tambores y de Diana. Aunque mucho antes de los hechos acaecidos en el este de Europa, se venían señalando por los afectados inmediatos, sobre el alza de los precios del combustible.

Todo eso, junto a una dictadura totalitaria propagandística que mantiene sujeto y entretenida a las mentes de las personas a las desideratas corporativas de un sistema de monopolios y controles del mercado mundial.

En virtud de todo aquello, en definitiva, ya es tiempo de que los mercados y las libertades civiles dejen de oscilar entre más o menos libertades civiles y económicas, sino que se desarrolle un sistema de mercados abiertos para toda la humanidad, lejos de los pervertidos controles que existen en las narices de todos los espectadores.

 

 

 

 

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