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La utilidad de la fragilidad

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I

Desde hace ya un buen tiempo, las circunstancias no ayudan a Haití. El empresario Jovenel Moïse, tras ganar la elección presidencial de 2016, asumió como nuevo presidente constitucional. Sin embargo, el 7 de julio del 2021, fue asesinado en su residencia privada. Dos días antes, el 5 de julio de 2021, Ariel Henry había sido designado como futuro primer ministro por Moïse, pero el asesinato detuvo la transferencia de poder. Claude Joseph, el primer ministro en cargo, tomó el control del gobierno.

El «Grupo Central», un grupo de diplomáticos extranjeros en Haití, instó a Henry a asumir como primer ministro y el 19 de julio de 2021, Joseph anunció su renuncia, dejando en su lugar a Ariel Henry como primer ministro, un neurocirujano y político haitiano de 72 años de edad para esa fecha.

La naturaleza tampoco ha ayudado a Haití. Uno de los terremotos más fuertes ocurridos en Haití tuvo lugar, precisamente, en agosto de 2021, con una magnitud de 7,2 en la escala de Magnitud de Momento (ya no se usa la de Richter) con 2.248 muertos, 12.763 heridos y 136.800 edificios dañados o destruidos. Además de los terremotos están los huracanes. En 2012 fue Isaac quien visitó a Haití y en 2016 fue Matthew (alcanzó la categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson) dejando 1.000 muertos y ocasionando que Haití solicitara ayuda internacional.

El caso es que desde 2021, circunstancias y madre naturaleza de por medio, Haití carece de norte. No hay presidente. No hay acuerdos para conformar un consejo electoral. No hay elecciones. El neurocirujano no gobierna y no tiene plan alguno. No hay nuevos proyectos y tampoco voluntad política de mejorar las condiciones de vida de la población. En la justicia de Haití reina la desorganización. Los grandes pendientes no han avanzado nada. El caso del asesinato del presidente no progresa y, según su viuda, Martine Moïse, Ariel es uno de los principales sospechosos que bloquean el avance del caso. Tan caótica es la justicia en Haití que en el Índice de Estado de Derecho de 2023 (Rule of Law Index), descendió otro escalón para ocupar la posición 139 de los 142 países allí listados, cerquita de Venezuela que se ubicó de última, en el lugar 142.

En la prensa local se critica a Henry por haber realizado en los últimos meses una serie de viajes sin beneficio alguno para su país y en los que se ha limitado, además de gastar un dinero que no tiene (lo único que tiene Haití son deudas y tragedias) a solicitar una intervención extranjera, intervención que no cuenta con la aprobación unánime de la población. Haití no ha tenido buenas experiencias con las intervenciones y la del año 2010 solo le generó una epidemia de cólera en la que murieron 10.000 personas y más de 800.000 resultaron infectadas. No se olvide que en 2010, y antes de la epidemia de cólera mencionada, ocurrió en Haití un devastador terremoto que, según algunas fuentes, causó la muerte de 316.000 personas, quedando 350.000 más heridas y dejando a más de 1,5 millones de personas sin hogar, amén de una pérdida de casi el 70% de su PIB.

Con una seguridad totalmente deteriorada, en estos dos últimos años, Haití ha sido testigo de masacres, violaciones de mujeres, secuestros con cientos de víctimas, quemas de casas y desplazamientos de miles de personas (más de 15.000 en los últimos días). El más reciente acto de las bandas armadas, el 3 de marzo, ha sido la toma de la Penitenciaria de Puerto Príncipe, la mayor prisión de Haití, con la liberación de 3.700 presos y lo cual ha llevado a decretar la prolongación del estado de emergencia. Las bandas son de vieja data pero recientemente están mejor articuladas, mejor armadas y se autofinancian con el secuestro y la extorsión. Los haitianos –incluidas las bandas armadas- culpan al Gobierno de haber contribuido a poner el país en la crítica situación en que se encuentra en todos los órdenes.

II

Desde 2008, en Haití, el Índice de Estado Frágil (IEF) de The Fund for Peace (organización no gubernamental y sin fines de lucro), muestra claramente tres etapas: de 2008 a 2011 empeorando, de 2011 a 2021 mejorando y finalmente, de 2021 a 2024 empeorando nuevamente.

El IEF es un ranking (una clasificación) anual de 179 países basado en las diferentes variables que enfrentan y que afectan los niveles de fragilidad de un estado. La fragilidad es la condición de debilidad y deterioro de un estado en la que este va siendo progresivamente incapaz de proporcionar seguridad y servicios públicos básicos a su población.

El IEF se basa en el enfoque analítico patentado denominado CAST (Conflict Assessment System Tool) que mide la mencionada condición a través de 12 variables ubicadas en cuatro aspectos: cohesión, económico, político y social, cada uno de los cuales se evalúan en una escala de 0 a 10, donde más puntos significa que un Estado es más frágil y, en consecuencia, peor. Por tal razón, la evaluación más alta que un país puede obtener es 120 puntos con la que, alcanzado el extremo de la condición de fragilidad, se considera totalmente fallido en la prestación de seguridad y servicios públicos a su población. Lo anterior también significa que un puntaje que aumenta debe ser interpretado como una situación de empeoramiento. El rango que va de 90 puntos a 120 puntos señala la condición de alerta.

El caso es que desde la perspectiva del IEF, el empeoramiento ocurrido en Haití entre 2008 y 2011 es bien diferente al ocurrido hace poco entre 2021 y 2023.

En el empeoramiento de 2008 a 2011 (su IEF pasó de 99,3 a 108 puntos, respectivamente), las tres variables que contribuyeron más a la desmejora que recoge el IEF, fueron los refugiados y desplazados, la presión demográfica y los servicios públicos.

El empeoramiento de 2021 a 2023 (su IEF pasó de 97,5 a 102,9 puntos, respectivamente), es distinto pues las dos variables que contribuyeron más a la desmejora que recoge el IEF, fueron los derechos humanos y la legitimidad del estado.

Siendo lo de la legitimidad del estado el aspecto quizá más evidente y notorio en Haití, respecto del otro, los derechos humanos, hay como mínimo, dos informes recientes, ambos del año 2022: uno es el de la Organización de Estados Americanos titulado «Situación de Derechos Humanos en Haití«. El otro es el de la organización Human Rights Watch titulado «Haití Events of 2022«.

Para 2023, Haití se ubicó como el décimo país más frágil del mundo y sus compañeros en ranking fueron Chad en el puesto 9 y Etiopia en el puesto 11.

La utilidad del Índice de Estado Frágil hace que tanto la información sobre evaluación de riesgos políticos como la alerta temprana de conflictos, sean accesibles a los responsables políticos y organismos internacionales como la ONU y la OEA, a las organizaciones de derechos humanos, al público en general e incluso a aquellos que están dispuestos a suministrar recursos humanos para ayudar, como ha sido el caso de Kenia y El Salvador.

El pasado lunes 12 de marzo de 2024, Ariel Henry -que no quería dejar «el coroto»- se vio obligado a renunciar. Según el Índice de Estado Frágil y si le hubiera prestado atención, pudo haber evitado el caos y la violencia.

Por cierto y de paso, Venezuela se ubica en el Índice de Estado Frágil con una puntuación por encima de 90 desde 2020, en la condición de alerta. Sin embargo, entre 2021 y 2023, experimentó una leve mejoría de su índice, mejoría manifestada en 5 de las 12 variables del IEF, entre ellas servicios públicos, derechos humanos y pobreza y economía (aunque ustedes no lo crean). En efecto, el IEF de Venezuela pasó de 92,6 en 2021 (su peor valor) a 90,5 en 2023, lo que representó una mejora de tan solo 2,27%.

Venezuela le ha condonado la deuda a Haití. Técnicamente y más allá del aspecto humanitario, vista la situación de Haití, la deuda era, desde la perspectiva contable, un incobrable. En consecuencia, la condonación (reconocer la pérdida del incobrable) pesa mucho menos que los sucesos que han motorizado la situación venezolana desde inicios de este 2024 y su actual desarrollo. Tales sucesos permiten anticipar, con un razonable grado de certeza, que el Índice de Estado Frágil de Venezuela retomará nuevamente su camino al empeoramiento.

Mis fuentes para este artículo fueron varias, entre ellas Wikipedia, la BBC, Swissinfo.ch y, por supuesto, The Fund for Peace.

 

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