OPINIÓN

La Universidad del Error

por Antonio Guevara Antonio Guevara

Foto EFE

Un prestigioso tanque de pensamiento inglés acaba de promover una idea que tal como está planteada y los argumentos que se esgrimen, tiene todas las señales de convertirse en un gran proyecto, que de instrumentarse será un éxito global. La Universidad del Error. Un centro de estudios del más alto nivel para adelantar los estudios sobre las pifias humanas y sus secuelas.

La intención surgió después de hacerle seguimiento y valoración a las decisiones de un grupo humano en el tiempo. El interés se avivó después de analizar la reacción, al más alto nivel, de los promotores de la conducta desacertada por la insistencia y reiteración en la equivocación. Nunca se había tenido la oportunidad de medir desde sus orígenes más fundados y profundos el nacimiento, el crecimiento, el desarrollo, la reproducción y la mutación de un yerro humano con una característica que no se sabe si atribuirle un perfil de virtud o defecto en beneficio del género humano que le sirve de entorno: la inmortalidad de ese sujeto de estudio. Al menos en la localización geográfica. Como si se tratara de una veta de mineral aurífero para los desaciertos en el estado Bolívar, de una bulla de diamantes para los despropósitos al sur del país, de un nuevo arco minero de las barbaridades, de una plataforma deltana para las torpezas o de una original faja petrolífera del Orinoco de las desorientaciones y los lapsus políticos; la localización de ese morbo de los pelones y las meteduras de pata en las coordenadas sitas entre los puntos geográficos de Castillete y punta Playa, la isla de Aves y las cataratas de Huá le da una caracterización telúrica y geológica al tema como si se hablara del nacimiento del virus del Ébola en uno de esos bosques de Zaire y Sudán, el que se le atribuye al COVID en una calle del hambre de alguna ciudad china o el de la novísima viruela del mono que se atribuye en el origen desde el África central. Esas razones científicas y logísticas han servido de soporte para instalar en Caracas, Venezuela, su campus inicial en lo que hay desde ya la seguridad de que será el más importante centro académico global para el estudio de las equivocaciones y los absurdos; la Universidad del error.

En Venezuela hay acumulada suficiente materia prima en estos últimos años para escribir toda una biblioteca de Alejandría con el tema de las fallas políticas que se ramifican hacia los fracasos en los sectores económicos, los desengaños socioculturales, y los fiascos militares. Y la producción no se para. En el tiempo se va profundizando el avance hacia nuevas torpezas y muy originales impericias que proyectan un verdadero éxito académico de la universidad. Los últimos chascos políticos del diálogo en México y los principales protagonistas de esos patinazos públicos avizoran la continuidad de la línea de las ineptitudes que ya empieza a atribuirse a una política con diseño y un concepto estratégico ya definido previamente para chapotearlo con otro tipo de beneficios distintos al bienestar común y la vida en libertad, en independencia, en paz y con la unidad de la nación, con soberanía y con plena vigencia del estado de derecho y de la democracia en Venezuela como desiderátum de una sociedad que aspira a vivir armónicamente. Vivir en el error se ha convertido en un modo de vida y justificarlo ya forma parte de una suerte de deporte nacional. Es una parte de las lógicas aristotélicas criollas surgidas del análisis de todo un largo inventario de traspiés que orientan hacia la clasificación, la codificación y la categorización de los pelones y las meteduras de pata que se han hecho desde la oposición en estos últimos años, como algo normal con lo que se puede vivir en el país. Es una rutina propia del cromosoma y del ADN surgida desde los andes, los llanos, la costa, Guayana, el oriente, el centro, y el Zulia. Hemos empezado a aceptar que somos así de responsables en las culpas derivadas e irresponsables en la reiteración y la reincidencia. La esencia del fracaso y la derrota han empezado a formar parte de los atributos de la venezolanidad desde la primera nalgada en el parto. Desde allí, en ese chillido de neonato, hay toda una cátedra para pontificarla desde los diseños curriculares, ante los estrados académicos, para las líneas de investigación de los tesistas, para las conferencias que se dictarán y para convertir en un modo de vida formal y oficial el nacer, el crecer, el desarrollarse y morir en el error en Venezuela. Todo un diploma que certificará la licencia para ejercer desde ya, en las infracciones. Ya el régimen instalado en usurpación desde el Palacio de Miraflores –el error más formal, más oficial y público en el país– está haciendo los finiquitos en comparsa con un sector de la oposición, para plantear en Gaceta Oficial el decreto que le dará vida a la Universidad del Error.

Por los momentos, eventos como el 4F, el sobreseimiento al teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, las elecciones del 6 de diciembre de 1998, la candidatura presidencial de Arias Cárdenas en el año 2000, el 11 de abril de 2002, la plaza Altamira, el llamado a la abstención en el año 2005, la Asamblea Nacional de 2015, el plebiscito nacional del 17 de junio de 2017, el gobierno interino y sus banderas del cese de la usurpación, el gobierno de transición y las elecciones libres, la Consulta Nacional de año 2020, y ahora la renovación de los votos en el fracaso con la instalación de los nuevos diálogos y las negociaciones en México; formarán parte de cátedras permanentes establecidas en el anfiteatro universitario. Allí hay un extenso inventario de iniciativas que fueron concebidas con verdadera viabilidad y con grandes posibilidades de ser un éxito; y en el tiempo degeneraron en el fiasco y el descalabro, y otras que desde su concepción fueron tendenciosamente un verdadero monumento al fracaso.

Está todo listo para empezar a funcionar la universidad. Por los momentos, se barajan muchos nombres para bautizar y honrar con el nombre de un ilustre venezolano la que se considera va a servir de vanguardia académica en el mundo y de claustro permanente de enseñanza de las más altas luces en el ensayo y el error. Nombres como el de Rafael Caldera, de Arturo Uslar Pietri y de Carlos Andrés Pérez muy bien pudieran darle lustre de arrancada en el frontispicio de bienvenida en su colosal edificio, con mayor enganche turístico y de curiosidad que el Cuartel de La Montaña; a sus profesores, a sus alumnos y a sus visitantes de todo el mundo en el campus de Caracas. El más grande disparate histórico, político, social, cultural, económico y militar de Venezuela en toda su vida republicana, el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, y sus etiquetas y emblemas en el socialismo del siglo XXI y en la revolución bolivariana, tuvieron alguna vinculación previa con estos ilustres venezolanos en las etapas del nacimiento, del crecimiento y del desarrollo del Frankenstein rojo rojito, y en ese absurdo en que degeneró.

Se esperan propuestas en currículos para quienes aspiren a integrar de avanzada sus facultades y en la rectoría. Los retoques actuales están en prioridad en la organización de la conferencia magistral de inauguración del año académico cuyo tema será “Los diálogos en México” que como dice Cantinflas, ahí está el detalle.

Tal como se ve en la narrativa, todo en la Venezuela actual es un error. Y si lo hay realmente,  la universidad se encargará de enmendarlo. ¿Qué creen ustedes?