Petro es peor que Samper y eso no es un tema menor. Lo que hasta ahora se conoce del ventilador Nicolás pone a la actual administración en una situación más baja e ilegítima que la que tuvo Ernesto Samper y eso es pésimo para el país.
Las primeras declaraciones del hijo del presidente ante la Fiscalía muestran todo un entramado de apoyos potencialmente no declarados y una mezcolanza de orígenes de dineros que habrían soportado la campaña del mandatario que lo deja muy mal parado.
La potencial entrada de dineros calientes a la campaña del presidente es reminiscente al proceso 8.000, con el agravante de que la garganta profunda de este episodio es el propio hijo del jefe de Estado.
Lo peor de todo es que esto acaba de comenzar. Este escándalo irá creciendo a medida que las autoridades empiecen a llegar a cada uno de los hasta ahora nombrados, quienes seguramente no se quedarán callados y seguirán revelando detalles y nombres de todos los implicados.
Todo esto es producto de una triple traición. La primera fue ejecutada por Gustavo Petro cuando negó haber criado a su hijo. Esta fue luego rematada al prácticamente condenarlo en una declaración en la cual aseguraba que seguramente su retoño aprendería de sus errores. La segunda, realizada por Nicolás, que ya con conocimiento de la contundencia de las pruebas en su contra, respondió destapando nuevas cartas que afectarían más la legitimidad del gobierno de su propio padre. Tienen razón los que dicen que tus peores enemigos, por lo general, en algún momento fueron tus mejores amigos.
Pero la tercera traición es tal vez la peor. Es la que los Petro les están dando a todos los que creyeron en ellos. Me explico. La promesa de valor que el presidente y su equipo presentaron ante los colombianos era que gobernarían lejos de la corrupción, el narcotráfico, el amiguismo, la falta de ética y el nepotismo. Pero no ha sido así; durante este primer año de Gobierno se han venido confirmando todas y cada una de las sospechas de quienes considerábamos que la ambición infinita del mandatario y su hijo los iba a llevar a, literalmente, acudir a todas las formas de lucha para llegar al poder.
No es difícil imaginarse que los tres años que quedan de esta administración serán un viacrucis, incluso peor que el de la administración de Samper. El día a día de nuestra nación será una avalancha de escándalos, grabaciones y pruebas que el presidente intentará deslegitimar diciendo que todo ocurrió a sus espaldas o que fue un entrampamiento.
Lo que se viene será una pesadilla y es que tres cosas diferencian a Samper de Petro. La primera es que el presidente ha demostrado que el ataque es su mejor defensa. Cada vez que lo ponen contra las cuerdas responde más fuerte. Es de esperarse que arrecien las declaraciones radicales, los señalamientos infundados y las presiones. La segunda es que Petro no está solo. A diferencia de Samper, que se fue quedando solo, los petristas son más violentos a medida que su líder se va quedando sin espacio. Los conversos solamente se fortalecen cuando atacan a su líder y esa espiral tiene todo el potencial de no terminar bien. Y la tercera es que Petro tiene medios y los maneja muy bien. El mandatario maneja muy bien la narrativa y sus lugartenientes se hacen sentir en la prensa tradicional e informal. Eso quedó nuevamente en evidencia la semana pasada, cuando se iban conociendo detalles de que Nicolás iba a explotar y un segmento de los medios salían a mostrar al hijo del presidente como una pobre víctima del ente acusador.
Gustavo Petro traicionó a su hijo, su hijo le devolvió la atención y los dos traicionaron a sus votantes. Esto es un Gobierno Samper, solo que peor.
P. D.: La permanencia del doctor Ricardo Roa en Ecopetrol pende de un hilo. El alto ejecutivo fue el gerente de la campaña Petro Presidente, que se encuentra en medio del huracán y, por lo tanto, deberá responder ante las autoridades. Ecopetrol es una empresa que cotiza en la bolsa y este torbellino político, gracias a la presencia de Roa, significa un riesgo no inherente a la compañía que sus accionistas no estarían dispuestos a asumir.
Artículo publicado en la revista Semana de Colombia