OPINIÓN

La transición energética impulsa una transición de poder

por Gayle Tzemach Lemmon / Project Syndicate Gayle Tzemach Lemmon / Project Syndicate

En la batalla para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar los peores efectos del cambio climático, el mundo cuenta con un vasto recurso, en gran medida desaprovechado: las mujeres.

Para evitar los efectos catastróficos del cambio climático hay que entender qué (y quienes) impulsa la transformación en terreno. Invertir en las mujeres —lo que implica mejorar su acceso a la educación, a los insumos económicos y al capital— otorga a los gobiernos la oportunidad de cumplir sus ambiciosas metas climáticas.

Diversos estudios han demostrado que las mejoras en la igualdad de género pueden impulsar la acción climática. Es más probable que se aprueben acuerdos y tratados ambientales en los Estados con mayor porcentaje de mujeres en las legislaturas. Y cuando más mujeres participan en las decisiones grupales sobre la gestión del territorio, aumenta la conservación. Además, se estima que impulsando la productividad de las mujeres con pequeños establecimientos agrícolas se podrían reducir las emisiones de carbono en hasta 2000 millones de toneladas para 2050.

La transición a las energías limpias requiere una transición en el poder; dicho de otro modo, los cambios en los sistemas energéticos requieren cambios en los sistemas de poder. A pesar de que producen la mitad de los alimentos del mundo, las mujeres son propietarias de menos de 20 % de la tierra agrícola. Y aunque representan 45% de la mano de obra agrícola de los países en desarrollo (y 37% del mundo), solo reciben 7 % de la inversión para el sector. Si tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres, las mujeres de los países en desarrollo podrían aumentar el rendimiento de sus establecimientos agrícolas entre 20% y 30%, y evitar que entre 100 millones y 150 millones de personas pasen hambre.

Como están las cosas, las mujeres y las niñas son las más afectadas por los efectos del cambio climático. Según las Naciones Unidas, las mujeres constituyen el 80% de las personas desplazadas por el cambio climático y la probabilidad de que mueran en una catástrofe relacionada con el clima es 14 veces mayor que la de los hombres y para 2025 el cambio climático podría impedir que al menos 12,5 millones de niñas completen su educación cada año. Como señaló el Fondo Malala, «después de los impactos climáticos, las familias afectadas suelen sacar a las niñas de la escuela para que ayuden con las mayores responsabilidades del hogar —como buscar agua y leña— o para un matrimonio temprano que alivie la escasez de sus recursos». Se estima que 70% de los alumnos que abandonaron la escuela durante la sequía en Botsuana eran niñas, y en Etiopía los matrimonios de niños aumentaron 119% en promedio en las regiones que más sufrieron la sequía.

Cuando los eventos climáticos extremos privan a quienes sostienen a las familias de sus medios de vida y hogares, ya no pueden permitirse que los niños estudien en vez de trabajar… a veces las niñas de incluso 11 o 12 años de edad terminan casándose. Eso implica un derroche de talento y pérdida de potencial, así como la maternidad temprana para muchas. Además, los niños con menos educación conocen menos de las prácticas de la agricultura sostenible.

La buena noticia es que invertir en las mujeres y niñas promete una elevada rentabilidad en términos de aumentos del crecimiento, creación de resiliencia y fortalecimiento de los esfuerzos para la adaptación. Pero para aprovechar esta oportunidad es necesario un cambio en la imaginación y un esfuerzo concertado para que las mujeres resulten más visibles, especialmente en los escenarios de creación de políticas. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) de Egipto, las mujeres representaron menos del 34 % de los equipos de los países. En 2020, solo 15 % de los ministerios de medio ambiente de 193 países estaba a cargo de mujeres.

Desde hace mucho se sabe que destinar capital al apoyo de las mujeres en la agricultura, lograr que las niñas sigan en la escuela, financiar a las emprendedoras y apoyar a las redes de información para emergencias lideradas por mujeres es fundamental para lograr la meta del crecimiento económico sostenible… pero también puede contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mantener el calentamiento global dentro del límite de 1,5 °C fijado por el acuerdo climático de París.

Imaginemos un mundo en el que las mujeres agricultoras tengan el mismo acceso a los insumos, las mujeres accedan a fondos para convertirse en emprendedoras vinculadas a las energías limpias, las niñas aprendan las habilidades necesarias para aprovechar los nuevos empleos verdes, y las redes lideradas por mujeres —como Women Wetem Weta en Vanuatu— brinden alertas tempranas sobre las catástrofes para salvaguardar a sus comunidades. Ese es un mundo con «más para más»: más niños con educación y más sociedades que pueden mantenerse a sí mismas, y donde todos puedan disfrutar más prosperidad, seguridad y estabilidad.

Para cumplir esta visión, quienes ocupan puestos de poder deben aprovechar este momento de peligro y oportunidad para garantizar que las mujeres y las niñas hagan realidad su potencial y, con ello, apoyar la lucha compartida contra el cambio climático y sus efectos. La transición energética es una oportunidad para todos, para aprovecharla al máximo hay que invertir en quienes le darán impulso.

Traducción al español por Ant-Translation

Gayle Tzemach Lemmon es investigadora superior adjunta de Mujeres y Política Exterior del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations).

Copyright: Project Syndicate, 2023.

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