En el artículo anterior, prometí detenerme en la disputa entre dominicos y jesuitas, Polemica de auxiliis, de importante alcance para comprender a cabalidad el fuerte conflicto que se presentó al discutir sobre el libre albedrío y la omnipotencia de Dios.
Dado que en esta disputa intervienen distintos teólogos, comenzaré por hablar de manera breve sobre los antecedentes de esta confrontación y bosquejar una pincelada biográfica de los principales exponentes.
La polémica llamada de Auxiliis Gratiae,suscitada entre jesuitas y dominicos, puso de nuevo sobre el tapete un antiguo asunto de profundo arraigo histórico y filosófico: los futuros contingentes.
El problema de los futuros contingentes fue examinado por Aristóteles en el capítulo IX de su De Interpretatione. Por su parte, Diodorus Cronus (Escuela de Megara) expuso una adaptación del problema en su célebre Argumento dominador. Este se apoya en dos premisas fundamentales: «que de todo acontecimiento pasado es verdadero decir que es necesario» y «de lo posible no se sigue lo imposible». El argumento de Diodoro Cronus es posible resumirlo de la siguiente manera: «el pasado es verdadero porque es necesario. Lo posible, si es verdaderamente posible, no puede convertirse en imposible, dado que lo verdadero no puede convertirse en falso. Por tanto, el futuro posible es verdadero si necesariamente es o será, mientras que es falso si necesariamente no es y no será». El Argumento dominador nos indica que no hay argumentos contra el destino: «todo cuanto sucede, si sucede, estaba destinado a suceder, y si no sucede, estaba destinado a no suceder por el mismo motivo». A este argumento, Aristóteles responderá contraargumentando a favor de la contingencia y contra el «necesitarismo» y el determinismo.
Este problema, en su forma teológica, presenta la materia de la complicada compatibilidad entre presciencia divina y libertad humana y el grado en que el conocimiento divino de los futuros libres permite que los mismos continúen siendo libres.
Es necesario agregar que, para el momento de la Polemica de Auxiliis, el protestantismo había reconsiderado el punto referido a la actividad de la Gracia en la «acción humana moral y la capacidad del hombre para salvarse por sus propias fuerzas».
Los actores descollantes de la Polemica de Auxiliisson Prudencio de Montemayor, jesuita; fray Luis de León, agustino; Domingo Báñez, dominico; Luis de Molina, jesuita y Francisco Suárez, jesuita, sin dejar de ser importantes otros nombres que, por razón de espacio, omito.
Prudencio de Montemayor, teólogo y jesuita español, fue un miembro destacado de la Escuela de Salamanca. Suele situarse el año de 1582 como el inicio de la Polémica con el debut del premolinismo. Prudencio de Montemayor sostuvo, durante una jornada escolástica, efectuada en la Escuela de Salamanca, ciertas tesis en defensa del libre albedrío, tesis que más tarde estarán presentes en la Concordia liberiarbitrii cum gratiaedonis, divina praescientia, providentia, praedestinatione et reprobationede Luis de Molina, jesuita.
Estas tesis fueron censuradas virulentamente por los dominicos. Domingo Báñez acusó ante el Consejo de la Inquisición al P. Prudencio de Montemayor y a fray Luis de León, quien en el mismo acto escolástico defendió las ideas de Montemayor. La consecuencia fue inmediata: la Sagrada Congregación del Santo Oficio de la Romana y Universal Inquisición sentenció en contra de Prudencio de Montemayor, quien fue forzado a abandonar la enseñanza de la teología; y a fray Luis de León se le prohibió proseguir respaldando tal posición. Con este fallo, el premolinismo quedó vedado en España.
El nombre de Domingo Báñez (1528-1604) está unido de manera indisoluble a la Polemica de Auxiliis, aun cuando sus aportes a la Historia de las Ideas sobrepasan la «predeterminación física», que, de acuerdo con sus analistas, «no es más que una pieza de la sistematización filosófico-teológica del dominico salmantino». Báñez ha sido uno de los más acreditados exégetas de Tomás de Aquino.
Luis de Molina, jesuita, (1535-1600). Teólogo y filósofo, fue un sacerdote, profesor de filosofía en Coimbra, y profesor en la Universidad de Évora, Portugal, donde dictó clases sobre la Summatheologiæ de Santo Tomás durante veinte años.
En 1588, su estudio más afamado, Liberiarbitrii cum gratiaedonis, divina praescientia, providentia, praedestinatione et reprobatione concordia («Una reconciliación del libre albedrío con los dones de la gracia, la presciencia divina, la providencia, la predestinación y la reprobación»), nombrada de manera abreviada como la «Concordia», se publicó en Lisboa. Esta obra de Molina impulsó una violenta polémica sobre la Gracia y la libertad humana que abarcó dos décadas entre la Compañía de Jesús (fundada en 1540) y sus antagonistas teológicos.
Junto a los protagonistas de la polémica, Luis de Molina y Domingo Báñez, hay figuras muy importantes alrededor del avance de esta, como sucede con Francisco Suárez (1548-1617), conocido como el «Doctor Eximio»; fue un filósofo jesuita español, ilustre teólogo clásico católico romano, quien, junto a Roberto Belarmino, ha sido distinguido como uno de los intelectuales fundamentales que salvaguardaron la doctrina católica romana frente a las teorías de la Reforma Protestante.
Suárez descuella como el vital filósofo escolástico de la Compañía de Jesús y ha sido apreciado, junto a Tomás de Aquino, como uno de los más grandes filósofos escolásticos medievales.La obra principal de Francisco Suárez, Disputationes Metaphisicae (Disputaciones metafísicas, 1597), hizo frente a los enfoques escolásticos arraigados en la tradición;ha sido calificada como «primera obra sistemática y extensa de metafísica compuesta en Occidente que no fue un discurso sobre la metafísica de Aristóteles».
Una vez situados en la época, vistos algunos antecedentes y trazados algunos rasgos biográficos de los actores principales de la Polemica de Auxiliis, podremos intentar comprender el fondo del enfrentamiento entre dominicos y jesuitas.
Es importante resaltar que, aun cuando corrientemente se califique la referida polémica como una contienda teológica, resulta de claridad meridiana que los temas allí discutidos son de acentuada raigambre filosófica. ¿Por qué lo sostengo? Al igual que otros estudiosos de esta disputa, considero que la libertad de la voluntad humana no pertenece en exclusividad «a la dogmática católica», sino que es una realidad «dada»sin necesidad de ser«revelada».
Razones de espacio me obligan a proseguir en el próximo artículo con la explicación de los puntos esenciales de la polémica.
@yorisvillasana