OPINIÓN

La trampa sale

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

Los niños, por lo general, desde su primera formación familiar tienen grabado en el ADN la frase: la trampa sale. Esta máxima los va orientando y marcando en las diferentes etapas de su vida y su constatación primigenia surge espontáneamente en los juegos infantiles de la primera hora.

Todos hemos experimentado cómo se desencadenan los acontecimientos, algunas veces  complementados con alguna ingenua confesión de la trampa pequeña o grande.

Estas sencillas y breves consideraciones se las podemos achacar al régimen forajido.

El 28 de de julio se celebraron elecciones presidenciales en Venezuela y la soberanía popular se manifestó meridianamente y con la fuerza de una tromba le dio una paliza a la usurpación montada en el poder.

Desde esa fecha para acá se ha procurado varios artificios con el fin de tapar al mundo lo que sucedió el 28 de julio, y a pesar de la inteligencia cubana con la que siempre ha contado e increíblemente in crescendo con cada trapisonda, el régimen ha hecho más que evidente el monumental fraude que el mundo y hasta sus aliados no pueden ya tapar el sol con el dedo, desplegándose y verificándose en consecuencia la luminosidad de la verdad que es el gran triunfo de la democracia.

No solo el pueblo venezolano se pronunció por la democracia, sino por el fin de un ciclo autoritario oscuro, de miserias y penurias, y de degradación moral. La causa de la democracia venezolana se ha convertido en una causa global.

Con serenidad, coraje y firmeza la fuerza ciudadana va demostrando, aferrada a la verdad, el rotundo pronunciamiento de la voluntad popular, y destacando a nuestro  hemisferio que con la alteración del dictamen popular se le abre también las puertas a los enemigos de Occidente.

Los recientes informes internacionales demuestran que con los afanes del secuestro,  la tortura y la persecución de los disidentes, la dictadura practica el terrorismo de Estado.

El ecosistema criminal no quiere el bien común y se ha cerrado siempre a la alternabilidad democrática.

Nuestra lucha en cambio es existencial por la vida, espiritual por el bien y ética por la verdad.

La usurpación es el caos. El país no se estabilizará ni normalizará con la trampa.

Toda época, no solo la nuestra, está inserta en ambientes complejos, inciertos, perplejos y volátiles.

Con la tragedia que significa 3 millones de niños fuera del sistema escolar y 50% de nuestra generación creciendo con la talla menor de los últimos 100 años, apostamos a que con un nuevo curso político y democrático veremos al país avanzar con trabajo, actitud y mano tendida.

¡Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!