Los contratos con Odebrecht o el Sambódromo, no fueron suficientes para para que Brasil vetara a Venezuela y las relaciones entre Planalto y Miraflores, se tensaran como nunca habían sido visto, al punto que Itamaraty en un reciente comunicado expresó su sorpresa por “el tono ofensivo” adoptado por las autoridades venezolanas hacia Brasil, incluso hacia el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, un aliado de larga data del presidente Chávez y Nicolás Maduro; relaciones entorpecidas como está visto por el veto inesperado de Brasil para el ingreso de Venezuela a un bloque que se presenta como una alternativa al orden económico mundial dominado por Estados Unidos y Europa. Manifiesta el comunicado que el gobierno de Venezuela ha preferido “elegir ataques personales e intensificación retórica, en lugar de canales políticos y diplomáticos, no es acorde con la manera respetuosa en que el gobierno brasileño trata a Venezuela y a su pueblo”.
El sorpresivo veto de Brasil ha ensombrecido las relaciones de una alianza forjada a principios de siglo entre Chávez y Lula, que condujo a la denuncia de Venezuela al Pacto Andino para su incorporación al Mercosur bajo el padrinazgo de Lula y Néstor Kirchner. Sin embargo, como dijo el vizconde Lord Palmerson: «Inglaterra no tiene amigos (aliados) permanentes ni enemigos permanentes. Inglaterra tiene intereses permanentes»; así mismo, hoy los intereses de Brasil están en los BRICS al representar una “alternativa” al orden mundial liderado por países occidentales.
Este veto inesperado conlleva graves consecuencias para Venezuela, al producirse lo que en la “teoría del caos” se conoce como “Efecto mariposa”: -Profundizan el aislamiento internacional; -Dificultar la unión o asociación con otros bloques regionales o internacionales; -Dificultar el acceso al financiamiento y a la cooperación internacional. Políticamente, debilita la imagen y posición internacional del gobierno, al cuestionar su legitimidad, obligándolo Venezuela a fortalecer aún mas sus relaciones políticas y económicas con Rusia y China, para sostenerse y obtener el apoyo económico y político.
Para Brasil, los BRICS significan tener una voz más fuerte en los foros internacionales y la posibilidad de influir en la configuración de un nuevo orden mundial. Históricamente, el bloque es de gran importancia para la política exterior “o maior país do mundo”, como parte de la estrategia diseñada por el Barón de Rio Brano (1902-1912), quien a través de las relaciones internacionales buscaba fomentar el comercio y la inversión extranjera, impulsando así el desarrollo económico de Brasil.
Las alianzas estratégicas de Brasil con diferentes bloque y países, responden a varias razones, en el caso de los BRICS: al peso económico del Bloque, representan 25% del PIB mundial, solo 2 puntos por debajo del PIB del G-7 (27 %) -concentra 16% del comercio global-, 42% de la población mundial -una tercera parte del territorio del planeta- y alrededor del 20% de la inversión mundial. Esto ofrece a Brasil un mayor peso en las negociaciones económicas internacionales y la posibilidad de influir en las decisiones globales, peso que le permite su diversificación con otros socios comerciales, al expandir sus relaciones comerciales con los otros miembros del grupo, reduciendo así su dependencia de los mercados tradicionales y diversifica los potenciales riesgos.
Los BRICS forman parte de la estrategia de Itamaraty para su desarrollo al tener a su alcance una mayor cooperación y colaboración en áreas estratégicas como la energía, nuevos desarrollos tecnológicos, infraestructura y finanzas, lo cual le permite acceder a nuevas tecnologías y conocimientos; además de fortalecer sus capacidades en estos sectores y captar nuevas inversiones al ofrecerle a las empresas brasileñas numerosas oportunidades en proyectos de infraestructura, energía y otros sectores.
En el plano geopolítico, los BRICS le abren puentes en sus relaciones con Rusia, manteniendo a su vez, un equilibrio inteligente con Washington y sus relaciones con Venezuela. China al ser un aliado clave de Venezuela, evitó tomar una posición públicamente, no obstante, es posible que haya expresado en privado su preocupación a Brasil por el voto negativo. En cuanto a India y Suráfrica, estos países adoptaron una postura más neutral, evitando tomar partido en el conflicto entre Brasil y Venezuela.
El veto de Brasil marca un deterioro de las relaciones entre ambos. La negativa ha generado una profunda crisis en las relaciones bilaterales, las cuales ya venían tensas por el incumplimiento de Venezuela dentro del Mercosur, de los Acuerdos de Barbados e incluso la reclamación de Venezuela por el Esequibo; Imposibilitan las posibilidades de entendimiento y cooperación en áreas como el comercio, la energía y genera una mayor polarización política: el veto ha polarizado aún más la opinión pública en ambos países.
En resumen: el veto de Brasil a la entrada de Venezuela en los BRICS ha tenido diversas consecuencias, tanto para Venezuela como para las relaciones bilaterales. El veto ha aislado aún más a Venezuela considerando las sanciones unilaterales de Estados Unidos y la Unión Europea y ahora el veto brasileño deteriorando significativamente las relaciones entre ambos países. En resumen, los BRICS son una plataforma importante para que Brasil aumente su influencia global, diversifique su economía y promueva el desarrollo sostenible, mientras que para Venezuela pone un “question mark” en sus relaciones internacionales