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La tómbola del INE

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Con toda la razón del mundo, los partidos de oposición, activistas y comentócratas se han volcado en estos días sobre el tema del Plan B y la defensa del INE. Se trata de la amenaza más grave a la joven democracia mexicana en años, y urge generar el movimiento jurídico y de opinión pública para que la Suprema Corte tumbe las barbaridades de la 4T. Pero se cierne otra amenaza sobre el INE, quizás más seria e inminente, que consiste en la designación de los cuatro nuevos consejeros que sustituirán a los cuatro que salen en abril.

Se sabe que el proceso de designación es alambicado a propósito. Primero se crea un Comité Técnico de Evaluación. Este se compone de siete personas “de reconocido prestigio”, de los cuales tres son nombrados por la Jucopo de la Cámara de Diputados, dos por la CNDH y dos por el INAI. Dada la composición actual de estos órganos, Morena dispondrá de una mayoría, aun si aceptara que uno de los tres de la Cámara fuera propuesto por la oposición. Tendría dos de la Cámara, más dos de la CNDH (ya no es la instructora de yoga de la risa, de “reconocido prestigio”, pero es lo mismo), es decir, cuatro de siete. Enseguida, el Comité recibe la lista de los aspirantes, evalúa sus credenciales, incluyendo sus calificaciones en un examen de admisión, y escoge a cuatro quintetos de candidatos. Tres corresponden este año a consejeros a secas, y uno al Consejero Presidente (en sustitución de Lorenzo Córdova).

Los quintetos se mandan a la Cámara, donde serán electos los que obtengan los votos de las dos terceras partes de los diputados. Si al cabo de dos rondas de votación (creo), ningún integrante de un quinteto determinado no alcanza la mayoría calificada, se procede a una insaculación, o tómbola, en la afortunada expresión de Adán Augusto López, por la Suprema Corte, que solo opera el procedimiento, no participa sustantivamente. El resultado de la insaculación ya depende de las leyes de probabilidades. Si en cualquiera de los quintetos -o en todos-, tres o cuatro integrantes son de Morena, la posibilidad de que el suertudo ganador lo sea también es sumamente elevada. Si el quinteto contiene a cinco de Morena, la probabilidad es de 100%. Al igual que en los volados, la independencia de cada tómbola con relación a las demás hace que cada tómbola arroje un resultado propio: todos para Morena si los cuatro quintetos incluyen únicamente a simpatizantes de Morena.

Parece ser que hasta el martes se celebraron negociaciones entre el PRI, el PAN y el PRD, por un lado, y Morena y el secretario de Gobernación, por el otro. El gobierno proponía que la oposición se quedara con tres consejeros, pero que el presidente del Consejo del INE le tocara a Morena. Con razón: el presidente nombra a buena parte de los ejecutivos del INE, maneja el presupuesto y, sobre todo, “canta” el resultado de la elección presidencial la noche de los comicios, una función de enorme trascendencia, como se vio en el 2000 y en 2006. La oposición aparentemente respondió que mejor al revés: la presidencia para ella, los consejeros para Morena. El gobierno rechazó la propuesta.

Por eso el secretario de Gobernación declaró ayer ante los diputados de su partido que era preferible ir de plano a la tómbola: “El que la suerte o la insaculación diga que va a ser, pues esos van a ser”. Le respondía así a Lorenzo Córdova y a varias voces de oposición, quienes se habían pronunciado por el consenso en torno a los cuatro consejeros a ser electos. López está en lo correcto: si se trata de lograr la designación de cuatro consejeros -incluyendo un presidente- a modo, la mejor manera es vía la tómbola, ya que -disculpen la doble metáfora- los dados estarán cargados. Mejor dicho: cargadísimos, con cuatro quintetos compuesto por cinco morenistas cada uno.

Algunos dirigentes de la oposición también prefieren la insaculación, creyendo que el Comité Técnico no podrá llegar a estos extremos. Otros seguramente intentarán una nueva negociación (hay tiempo), pero todo sugiere que la 4T no renunciará a contar con un presidente incondicional. Es cierto que López Obrador se ha equivocado, según él mismo, con varios de sus designados en estos años: con dos ministros de la Suprema Corte, con cuatro consejeros del INE, y con dos subgobernadores de Banxico, por lo menos.  Me huele que con el INE no cometerá el mismo error.

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