OPINIÓN

La subversión de Occidente

por Albert Geovo Albert Geovo

“En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos”. Es por eso que el edificio de la civilización occidental está cimentado sobre las bases de la doctrina cristiana, amparada en el amor, la justicia, la libertad, el respeto, el perdón y la compasión; es erróneo pensar que todo el avance tecnológico de los siglos precedentes, el progreso, se hubiera podido dar sin el concurso de los potentes principios de los derechos naturales, enmarcados dentro de los valores del cristianismo universal.

Dado que todo el renacimiento de las artes, el derecho, la ciencia y la tecnología, fue posible gracias a las libertades que proporcionó el cristianismo, antes de él, e incluso hoy, existen hombres y mujeres sujetas a la esclavitud del antiguo programa de vida, antes de Cristo.

Las doctrinas progres son una mala copia de los sistemas de esclavitud, reproducidos en el pasado, interpretaciones desaforadas e insostenible en cuanto a la razón y la verdad, relacionados con la sostenibilidad de la humanidad con respecto a la vida, al derecho, la justicia y la libertad; ya que como se prueba, no pudiera haber progreso alguno, sin todo el sistema de los valores cristianos, por eso, son más libres las personas de las naciones donde se garantiza el respeto de todos los principios y valores cristianos.

Conforme a ello, a mayor respeto por el sistema de bondades, principios y valores de libertad que proporcionó el sistema cristiano, se presentan, naciones más fuertes, prósperas y libres; a menor escala, o lo contrario, las naciones que nadan en sentido opuesto, naciones más débiles, frágiles, esclavas, menos potentes y menos desarrolladas e insostenibles en el espacio tiempo.

Otro punto es que las inmigraciones en su gran proporción se dan de modelos tiránicos, léase antisistemas cristianos a las naciones donde más se conservan los valores de la cristiandad.

Sin embargo, la dialéctica materialista es tan sólo un intento libertino de una interpretación errónea de la libertad, que declina siempre en tiranías, por pretender sustituir el sistema probado y sostenible de respeto, libertad y justicia que representa el cristianismo; igual sucede con todas las interpretaciones, cosmovisiones que no ven más allá de la corta visión de la antigüedad.

Lo que se está observando hoy, más allá de todas las doctrinas, interpretaciones filosóficas, religiones, sectas, movimientos, es que todas las guerras en el mundo, son la pretensión de nódulos anticristianos de imponerse a la fuerza por encima de las libertades que estableció la cristiandad.

Partiendo del supuesto de que la humanidad es como un gran organismo, la humanidad está enferma por el virus del anticristo, doctrina que pretende expandirse como la cizaña por todo el mundo; trayendo caos, terror, hambre y desolación.

En otro orden, el fin último de las guerras es instaurar un sistema de esclavitud, primero a pequeña escala, para luego ir expandiéndose a magnitud mundial, ya que para terminar con un modelo, es preciso que esté desaparezca y florezca uno nuevo, renovado, re potenciado y con una gran autonomía, y esto sólo es posible, subvirtiendo la narrativa, precisamente en el mundo de las ideas, como lo pretenden las ideas totalitarias.

Avanzando en el tema, lo que se está observando con todos los movimientos sociales, científicos, culturales, religiosos y tecnológicos es la transferencia de valores y principios heredados de las ideas trascendidas de reinos totalitarios del pasado, en ir implantando nuevamente, a la fuerza, si es necesario, el desempolvo de las ideas que ya se habían dado por sabidas, postulados que representan un claro retroceso para la libertad de la humanidad.

Por otro tanto, los movimientos migratorios, crecientes, que se observan en la diferentes zonas del planeta, son provenientes de los reinos donde prevalecen los sistemas de valores de Oriente, entiéndase tiránicos totalitarios, hacia los sistemas de valores de Occidente; no son el resultado de la búsqueda de alimentos, e incluso de la calidad de vida, como se suele pensar por la antropología, por ejemplo, sino que son el producto del ser humano por la búsqueda de libertad, de ese modelo político que garantiza la misma.

En resumen, dicho modelo de libertad, llámese democracia liberal, asienta sus bases en los pilares de los valores y principios cristianos; lo contradictorio, es que la dialéctica materialista histórica, pretenda desconocer u omitir los claros avances que aportó el cristianismo en la ciencia, la justicia, en específico en el mundo de las ideas sobre lo social, que permiten la reproducción de todas las personas libres, como seres potentes y capaces de todos los adelantos y desarrollos de la modernidad.