OPINIÓN

La sombra del Cartel de los Soles

por Carlos Silva Carlos Silva

Gustavo Petro afirmó la semana pasada que Iván Márquez y Jesús Santrich dejaron el proceso de paz debido a una trampa con cierta entrega de cocaína para extraditarlos a Estados Unidos. Pero el presidente de Colombia, que señala como autores de la celada a la DEA y a la justicia de su país, parece olvidar que estos personajes figuran en los anales del crimen organizado como viejos aliados del Cartel de los Soles en el negocio sucio de la droga.

Esa alianza con la guerrilla colombiana data de 1999, cuando Hugo Chávez y las FARC decidieron “inundar” de cocaína Estados Unidos. Así se enriquecían y de paso le hacían daño al “imperio” con la muerte de miles de jóvenes y el lavado de dinero para corromper el sistema financiero norteamericano.

Más tarde, la producción de cocaína del Cartel de los Soles se apoyaba en los laboratorios que las FARC habían montado en territorio venezolano. El primero de ellos fue instalado en 2003 en Apure, cuando al jefe de las FARC Jesús Santrich le entregaron 300.000 dólares.  Para facilitar aún más esas operaciones, Chávez expulsó la misión de la DEA en 2005 dándole plazo de 24 horas.

Santrich resultó muerto e Iván Márquez malherido en episodios que siguieron a la guerra de guerrillas que los jefes de la Segunda Marquetalia  y sus aliados del Cartel de los Soles perdieron  en 2021 contra sus rivales del Frente Décimo de las FARC en el negocio de la droga, ante quienes se rindieron incondicionalmente en el estado Apure. Nicolás Maduro y sus mandos con espada sin vocación heroica  arrastraron a la FANB a esa aventura, sacrificaron hasta el suplicio a jóvenes oficiales y soldados y deshonraron el uniforme de la institución armada.

La defensa que Petro hace ahora de Santrich e Iván Márquez, que continúa bajo la protección del régimen de Maduro, plantea serias interrogantes sobre la necesidad de combatir grupos al margen de la ley en la frontera, ahora que Colombia y Venezuela han reanudado relaciones diplomáticas.

La posición del presidente de Colombia, en vísperas de la reapertura este lunes 26 de septiembre de la frontera entre ambos países, resulta por lo menos llamativa.

Una guerra en agosto de 2015 entre facciones del Cartel de los Soles  que se disputaban en Venezuela operaciones de narcotráfico y el contrabando de extracción, en la que resultaron heridos tres miembros del Ejército y un conductor civil, le sirvió al jefe del régimen para argumentar que se trataba de un ataque de paramilitares colombianos y ordenó el cierre de fronteras y la extradición masiva de laboriosos ciudadanos del país vecino. La maniobra le permitió tender una cortina de humo sobre el oscuro episodio y tomar represalia porque Bogotá -que no cedió entonces a las presiones de Caracas- extraditó a Estados Unidos a dos narcotraficantes que testificarían contra el Cartel de los Soles.

Con las diezmada Segunda Marquetalia de Jesús Santrich e Iván Márquez con dificultades para movilizar grandes cargamentos de droga por Venezuela, una fuente vital de efectivo, sus aliados del chavismo también pasan trabajo. No conviene olvidar, sin embargo, que la insidiosa conspiración del narcotráfico ha demostrado siempre que puede crecer también en medio de dificultades. Es la sombra del Cartel de los Soles.