A principios de este año fue publicado el libro La nueva soledad de América Latina escrita por Ricardo Lagos, Jorge Castañeda y Héctor Aguilar. La obra fue producto de reuniones entre los autores del 2020 al 2022 y como es natural su título nos hace evocar al Nobel García Márquez y su famosa frase: “Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.

Las reflexiones de esta obra son fundamentales para comprender nuestra realidad por lo que me permito recoger algunas ideas contenidas en ella: la multiplicación de lideratos y gobiernos populistas, autoritarios siendo que “en Latinoamérica veníamos de recuperar nuestras democracias” dice Lagos, cada país se está mirando el ombligo “y eso es una muy mala idea, porque ninguno de nuestros países es capaz por sí mismo de resolver sus problemas”, la similitud con las décadas de 1930 y 1940, cuando “enormes contingentes sociales que habían permanecido fuera del sistema económico, político y cultural llegaron a tocar la puerta pidiendo entrar”. Hacen especial énfasis en la nueva relación de los ciudadanos con sus gobiernos, la cual ya no se da en los lugares tradicionales, sino en las redes sociales, mediante una comunicación simultánea y en expansión, propone una agenda con temas de cooperación digital, políticas de biodiversidad y cambio climático, habida cuenta de que la región comprende la mitad de la biodiversidad del mundo, así como la reactivación económica y la lucha contra la desigualdad y finalmente consideran que el multilateralismo debe ser el mecanismo para la solución de nuestros problemas.

Desde la publicación del trabajo de estos intelectuales hasta la fecha la región mantuvo una reunión bajo el formato Celac-UE, y una de un grupo de países democráticos con Estados Unidos sobre comercio e inversiones. Los resultados están por verse, aunque las dudas están siempre presentes por las experiencias anteriores. Nada ha mejorado, más bien se confirma lo argumentado, motivo por el cual vale la pena revisar algunos aspectos de la actual configuración de la región teniendo en cuenta la visión del multilateralismo y la integración como pilares necesarios para el desarrollo y disminuir el rezago frente al mundo que plantean los autores:

¿Por qué Latinoamérica no se integra? Debemos tener en cuenta que, desde las mismas guerras de independencia latinoamericanas, se comenzaron a debatir diferentes alternativas de unidad o integración de los países del sur del continente. A lo largo de la historia, y producto de las presiones de Estados Unidos y las potencias europeas, y del carácter de la mayor parte de las clases dominantes de los países de Latinoamérica, la fragmentación siempre se impuso a los proyectos sobre la materia. En este siglo las oscilaciones cíclicas izquierda-derecha han desconfigurado los esquemas integracionistas del siglo pasado. Una revisión somera e los actuales organismos regionales nos da un saldo negativo y en la proyección no parece que haya una mejoría a corto plazo, todo lo contrario.

En efecto, aunque gran parte del continente está teñido de rosa desde México hasta Chile, no pareciera existir una coincidencia de propósitos entre sus mandatarios para coordinar consensos que permitan la conjunción de objetivos comunes en esquemas existentes. El progresismo ya no es el hilo conductor de las relaciones salvo para condenar a los que estén en contra de ese proyecto amparado hasta ahora por los cada vez menos influyentes, paradójicamente, Grupo de Puebla y Foro de Sao Paulo. Cuba ha ido paulatinamente dejando su papel de referente. No hay ni coincidencias ni alianzas entre ellos mismos, más bien resaltan las diferencias, por lo cual prefieren mirarse el ombligo como dicen los autores de la obra.

Consecuencia de lo anterior, los intentos de liderazgo que quisieron asumir Petro y Lula en la región se vinieron abajo de manera inmediata. El fracaso de las cumbres de Brasilia y Bogotá a principios de año así lo demostró. Ya Unasur está en el baúl de los recuerdos y el tema del levantamiento de sanciones al régimen de Maduro está en otras manos.

Venezuela, bajo el régimen chavista ha sido un elemento disruptivo en esos esfuerzos a pesar de haber tenido su momento estelar con la chequera y la franquicia del “socialismo del siglo XXI”. El abandono de la Comunidad Andina, salida de la Organización de Estados Americanos y expulsada del Mercosur, ahora aislada dentro del propio continente por sus prácticas autoritarias y antidemocráticas sumándole a esto un eventual conflicto con su vecina Guyana, asunto que están considerando las cancillerías regionales por sus efectos en la paz y seguridad (ver mi artículo en este mismo diario titulado “Venezuela se aísla” del 11 de los corrientes).

El reciente triunfo de Milei en Argentina y su política exterior va a contribuir de manera decidida a la fragmentación latinoamericana. Celac y Mercosur, serán desdibujados. Las relaciones de Buenos Aires con la región disminuirán en mucho, salvo lo comercial que quedará en manos de agentes privados que decidirán por sí mismos. Milei monta tienda aparte y apuesta solo a la grandeza argentina en su inserción en los mercados internacionales de la mano de los Estados Unidos y socios del primer mundo. En parecida actuación a la de Bukele, por lo de antiestablishment, pudiesen ser los ejemplos para que se sumen nuevas corrientes en los procesos políticos del continente. Por lo pronto los venezolanos tenemos en un horizonte cercano a María Corina Machado con un programa de política exterior liberal y coherente que seguramente va a contribuir de manera positiva y decidida en el relacionamiento de Venezuela y Latinoamérica con el mundo.

La obra de estos reconocidos intelectuales es una especie de debate socrático, que estimular el pensamiento crítico y la reflexión acerca del destino de nuestra región. Lagos, Castañeda y Aguilar Camín con sus vastos conocimientos también plantean alternativas para una Latinoamérica que “vive un nuevo período histórico de soledad y aislamiento no solo frente al mundo, sino frente a sí misma”.


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