OPINIÓN

La significación de las parlamentarias 2020

por Marcos Hernández López Marcos Hernández López

Toda campaña electoral siempre será un desafío: ganar. Ahora bien, “no hay campaña sin estrategia, no hay estrategia sin estudio de opinión”. La estrategia es el componente fundamental de la organización de una campaña electoral y más si el enemigo es inescrupuloso, como diría Richelieu «El fin justifica los medios». Estrategia es pensar, es construir ideas, no hacer. A eso le llaman táctica. La estrategia se concreta a través del Plan de Campaña, a veces conocido como manual de campaña. Este es un documento escrito, no público y solo conocido por poca gente dentro del comando de campaña, creado para cumplir la misión de definir las estrategias que direccionan hacia el colectivo electoral.

Es irrefutable valorar la aprehensión de ideas sobre la temática de la brecha y abstención en un momento electoral, ambas se combaten con estrategias y tácticas muchas veces de manera pragmáticas. Sin duda, estos son dos escenarios complejos que todo comando de campaña debe tener presente, si un aspirante está situado con una brecha muy significativa y estratégicamente juega a la abstención, seguramente le estará dando jaque mate a su oponente, ahora bien, si un candidato está perdiendo por una brecha relevante y la abstención baja, estaremos hablando de probabilidades de una victoria, no segura. En este momento electoral la brecha y la abstención son el tema fuerte o mejor dicho, son los desafíos que deben resolver todos los jefes de campaña de las diversas alianzas que aspiran curules en la nueva Asamblea Nacional.

Hay dos interpretaciones sobre la abstención en las elecciones en países democráticos. La primera es que la política tiene su propia dinámica, las cosas van relativamente bien, no hay miedos y, como consecuencia, no hay por qué ir a votar. La otra interpretación es menos optimista. Cuando los ciudadanos no acuden a votar es porque no se espera mucho de la política, no creen en los políticos y que acudir a las urnas no cambia nada. En el caso concreto, en Venezuela la abstención es potenciada porque la mayoría no cree en el evento electoral 6D, la política en general, existe otras prioridades en este momento histórico: sobrevivir. Además, las personas tienen la sensación de que votar no repercute en sus intereses, en sus ideas o en su concepto de la vida pública.

Moviéndonos en una realidad concreta, el ambiente electoral con miras a 6D es complejo, intervienen algunas variables y nudos críticos en confiabilidad y competitividad, los niveles de aprobación de Maduro se ubican en 14,5%, en medio de una pandemia y un verdadero colapso económico que sufre el país que incluye una espiral hiperinflacionaria y crecientes niveles de pobreza general.

La desconfianza en la autoridad electoral CNE y la disminuida popularidad de los candidatos oficialistas y opositores, son factores que debilitan la motivación entre quienes rechazan a Maduro y que, si optan finalmente por dejar de votar, terminarán ayudando al gobierno. Una revolución en decadencia apunta triunfar y retomar el Parlamento nacional. La oposición involucrada en el proceso electoral es más optimista, cree que el lanzamiento oficial de la campaña electoral podría motivar a un grupo significativo de venezolanos cansados de la crisis, a votar por cualquier opción que enfrente a Maduro. Pero, los escépticos insisten en que el CNE está bajo la influencia del partido gobernante y es probable que altere los resultados de la votación si no lo beneficia. También, muchos han acusado algunos dirigentes y líderes de la oposición de ofrecer demasiadas concesiones al gobierno y, en ciertos casos, creen que algunos líderes políticos han asumido la candidatura para resaltar las divisiones en la oposición y favorecer el objetivo de Maduro, ganar la Asamblea Nacional.

Según nuestras investigaciones electorales, los venezolanos se han quedado sin alternativas en sus esfuerzos por escapar del autoritarismo del proyecto revolucionario bolivariano. El G4 ha intentado todo lo ya conocido para restaurar la democracia, quedando todo en intentonas fallidas. Cada día que pasa, el gobierno se vuelve más autoritario. La invitación a la abstención tiene en sus hechos una farsa desde el punto de vista competitivo. Todo mundo lo sabe. Las reglas favorecen a Maduro.

En nuestras encuestas también se revela que 30% de la gente piensa que la grave crisis económica derrocará a la dictadura; sin embargo, los gobiernos autoritarios rara vez son desmontados ante la presión económica. De hecho, muchos tienden a sobrevivir a la recesión económica y la usan como bandera y excusa para ser todavía más represivos, en América Latina: Cuba. El gobierno de Nicolás Maduro ha sobrevivido cinco años de contracción bajo sanciones económicas cada vez mayores.

En síntesis, en la medida en que se profundicen las sanciones y la presión internacional siga criminalizando a la alta dirigencia chavista, Maduro se radicalizará más e imposibilitará cualquier escenario de cambio democrático. Se sabe que el gobierno es minoría, impopular, Maduro tiene un rechazo de 82,5%. Pareciera inevitable la consolidación del oficialismo en los poderes del Estado una vez que, con una alta abstención el 6 de diciembre, logre la mayoría de curules del único poder público que no controla. Comenzará a poner todas las reglas del juego en el tablero político nacional e internacional a partir del 7 de enero de 2021. La Unión Europea sigue dialogando discretamente con el gobierno y la oposición, el desafío último sería desmontar las sanciones y que los actores internacionales reconfiguren sus posturas y garanticen la apertura con Venezuela, se podría estar generando la posibilidad de un escenario democrático y electoral.

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