OPINIÓN

La santificación de José Gregorio Hernández y sus significados

por Francisco González Cruz Francisco González Cruz

La inminente canonización del Beato José Gregorio Hernández representa un cúmulo de compromisos que los isnotuenses, los trujillanos y los venezolanos debemos asumir. Unos retos que tienen una enorme significación, por tratarse de un santo nuestro, conocido y querido por todos, nacido en una familia de personas trabajadoras y cristianas, de provincia, formado como médico en la Universidad Central de Venezuela y en las mejores instituciones del exterior, dedicado con una enorme bondad y profesionalismo al servicio de los demás, profesor insigne, investigador brillante, amantísimo familiar y amigo, culto y sabio.

Esa suma de virtudes debe servir de modelo para nuestro desarrollo personal y para promover el desarrollo integral de nuestras localidades, provincias y a Venezuela. San José Gregorio Hernández nos debe servir para imitarlo tal cual era: una persona que practicaba su religión en su amor por los demás, por su salud material y espiritual. Que rezaba para poder hacer la caridad de mejor forma, y para ello se preparó adecuadamente, excelentemente, para andar por la calle haciendo el bien, y preparando en las aulas las generaciones de relevo, y apoyándose en la ciencia moderna para hacerlo todo de la mejor manera posible. Ese es el modelo a seguir para la Venezuela posible.

Lo ideal es que ese camino se despliegue de manera ejemplar en Isnotú, el lugar modesto que lo vio nacer. En sus pobladores, en sus familias, en sus organizaciones sociales y económicas, en su ambiente natural tan biodiverso, en sus encantadores paisajes. Este lugar marcha por el camino correcto, aun cuando haya aún mucho por hacer. Cuenta con una visión estratégica elaborada por la propia comunidad que orienta el rumbo: “Isnotú, paraíso espiritual de Venezuela”.

Esta visión compartida recoge la idea de ambiente natural, cordialidad, bondad y los valores propios desplegados por su hijo José Gregorio Hernández. Representa un desafío para que cada habitante del lugar internalice las ideas del desarrollo humano integral propuesto en la Carta Encíclica “Alabado Seas”, del papa Francisco, la inspiración de San Francisco de Asís del amor a la creación y a sus creaturas, y la vocación franciscana del Beato, junto a su despliegue espiritual. La visión está acompañada de 10 líneas estratégicas.

Quien vaya a Isnotú va a sentir ya los cambios iniciales, con su santuario y sus instalaciones, su museo reacondicionado por manos amorosas y expertas, pendiente está la continuación de la modernización del museo con los proyectos diseñados para integrar a todo el santuario y la comunidad. Los grupos de ciudadanos organizados que decoran y mantienen la nueva explanada que une a la plaza Bolívar con la iglesia de la Virgen del Rosario, arborizan los alrededores y tienen su espléndido vivero, aparte de que se encargan de que los distintos espacios del santuario siempre mantengan sus más hermosos arreglos florales. Una coral de encantadoras voces que amenizan conciertos y los oficios religiosos. La gente de Isnotú se está moviendo bajo la inspiración de su prestigioso paisano y el liderazgo del rector del Santuario José Magdaleno Álvarez y su valioso equipo.

Otro trujillano ilustre, el Dr. Mario Briceño Iragorry, dijo que José Gregorio Hernández era el mejor regalo que Trujillo le había dado a Venezuela, por ello los trujillanos debemos reaccionar más y mejor frente a lo que puede llegar a significar la canonización del Dr. Hernández. Se requiere una amplia movilización de los trujillanos, cuyo liderazgo lo debe asumir una representación de sus mejores organizaciones, como la Diócesis, la Asociación de Laicos, las activas asociaciones civiles, las cámaras de comercio e industria, las instituciones de educación universitaria y todos los que sientan el compromiso porque Trujillo cuente con un rumbo para su desarrollo sostenible, y vea en el Dr. José Gregorio Hernández un modelo para construir de manera consensuada el Trujillo Posible.

También para los venezolanos representa una gran oportunidad la canonización del Dr. José Gregorio Hernández, que va mucho más allá de la devoción cristiana, pues es el prócer civil más conocido y más querido de toda la historia y la geografía nacional. Representa los valores de sabiduría, bondad, servicio, honestidad, responsabilidad, respeto, humildad, trabajo, lucha por el bien común, paz, y amor a la familia y a los demás. Es un personaje que congrega las condiciones para servir de paradigma, para que encarne la Venezuela que nos reúna a todos en torno a un proyecto basado es sus virtudes.

Toca a los venezolanos de hoy tomar la figura del santo para utilizarlo, en el mejor sentido de la palabra, en la imagen objetivo de lo mejor de la identidad nacional, y proyectarlo hacia cada uno y a todos los que hoy sentimos que merecemos un país mejor. Es necesario que las distintas organizaciones asuman la tarea. La Iglesia Católica en primer lugar. Ya el cardenal Baltazar Porras tomó la iniciativa de adelantar su beatificación y sigue activamente en la de canonización. Llevó sus reliquias a todas las diócesis del país, para que recorriera cada lugar de Venezuela e impregnara sus virtudes a todos las familias y comunidades locales. Incluso a muchas partes del mundo para esparcir su devoción internacionalmente.

Toca ahora a la Iglesia y a la Asociación Nacional de Laicos asumir la iniciática de hacer de nuestro santo un factor de transformación espiritual y material. Así mismo a las Academias Nacionales, empezando por la Academia de Medicina de la cual Hernández fue uno de los fundadores. A las universidades nacionales, con su alma mater a la cabeza: la Universidad Central de Venezuela. A las organizaciones de la sociedad civil, gremios profesionales y empresariales, a los medios de comunicación social, en fin, de todos aquellos que sientan que San Gregorio Hernández nos pueda servir de faro de luz, de orientación hacia el logro de una Venezuela libre y democrática, respetuosa de la dignidad humana y que privilegie el bien común.