«Convertir el mal reinante en bien es tarea muy exigente,
dura y difícil y el animal político no se torea desde las gradas
sino jugándose la vida frente a los cuernos del animal». Luis Ugalde
Sin discusión, la necesidad de un cambio político es innegable. Persiste la incertidumbre sobre cómo debe ocurrir, cuál es el camino que se tiene que seguir. Hoy tenemos un liderazgo, como señala el padre Ugalde, “auténticos políticos honestos que han dado su comodidad y su vida para que el cambio necesario se haga realidad. Centenares y miles de jóvenes (y no tan jóvenes) que con su familia han perdido la paz y vida o están en la cárcel, además los venezolanos están sufriendo como nunca antes”.
El soporte del régimen es un cuestionado Alto Mando Militar aparentemente poderoso pero con los pies de barro. Su estrategia es alimentar la incertidumbre y dividir. Hablan de “oposiciones”, su temor es la conformación de una unidad poderosa que los expulse. Vale preguntarse, cuál es el afán de resaltar la existencia de oposiciones y más aún hablar de la oposición. Es el clavo caliente del cual se guindan para prolongar su control del poder.
Imposible cerrar los ojos ante la pregunta política ¿Cómo alcanzar el cambio? ¿Cómo desalojar del poder a un régimen dispuesto a morir en el intento? La oposición más radical se atrinchera en el principio ético de no negociar con delincuentes. Un callejón sin salida, deponer a un gobierno forajido, sin negociar con él. Negociar siempre es con el “otro”, no consigo mismo y ni siquiera con iguales, se negocia con quien existe la diferencia. Es el ejemplo de la DEA negociando con los carteles. Recuerdo una serie de TV, 24 horas, en la cual Kieffer Sutherland, protagonista, enfrenta el terrorismo, la voladura de una escuela, una bomba en el tren en horas pico. Con el enemigo enfrente, tiene que hacerlo confesar, sabe que trata con un criminal pero era su única esperanza. Es la vida de 500 escolares en manos de un terrorista. Los límites se pierden, o los niños o el terrorista. Aquí surgían interminables discusiones: “era ético que se torturara al terrorista”, «dejar volar a los niños o respetar los derechos del terrorista”. Creo que deberíamos ver de nuevo la serie porque refleja los conflictos morales usados para no negociar. Algunos plantean que negociar es caer en la trampa, oxigenar el régimen, permitirle reponerse. A estas alturas cada uno de los que se sienta a negociar sabe exactamente los límites del otro, no hay engaños, después de dos operaciones fallidas la oposición conoce los argumentos y los personajes.
Negociar no puede ser un acto aislado, tiene que formar parte de un manojo de intentos. Muchas cosas están pasando, endurecen las sanciones económicas que maniatan duramente al régimen, las operaciones de protección del patrimonio continúan en marcha aun cuando se levantan tormentas para descalificar a los que las adelantan. ¿Capcioso?
Sin embargo, se aduce la inutilidad de todas las acciones y se depositan las esperanzas en la utilización de la fuerza, en la ayuda externa para acabar con la tragedia que vivimos. De nuevo las incógnitas, cuál país o coalición de ellos estarían dispuestos a liderar la guerra contra el régimen. ¿Quién financiaría?, un país, varios de ellos. ¿Cuánto resistirían las FAN chavistas y los colectivos? ¿Qué pasó en la Cota 905? ¿Cuál es la real fuerza del régimen? En este tema es evidente que no hay respuestas claras, quizás más oscuras que la negociación.
Una tercera vertiente es abordar directamente el tema electoral. Las barreras emergen: ¿con cuáles condiciones? con Maduro en el poder, sin cambiar el CNE, sin la participación del éxodo, sin cambiar el registro electoral.
Se argumenta que el super CNE podría cambiar los resultados, lo cual descalifica la opción electoral y de seguidas se llama a la abstención. Se reclama la traición porque dizque no se siguen los pasos de la ruta: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones limpias. Sin la abstención la oposición barrería al régimen, no podría cambiar resultados. El Pollo Carvajal denuncia que en el CNE solo queda un reducto a cargo de trampear, las autoridades formales son comparsas. El régimen ha ganado elecciones cuando la oposición no vota, se les facilita la trampa, tal como ocurrió en la elección de gobernadores y en la asamblea constituyente. Queda el espacio vacío, el trabajo lo hicimos nosotros. En realidad el CNE es una entidad fantasmagórica alimentada por nuestra abstención. Seguimos a Ugalde ante este difícil entorno: “Es imprescindible que millones de venezolanos nos preguntemos ‘qué hago y qué puedo hacer yo para que la Venezuela necesaria se vaya haciendo realidad en la reconstrucción nacional’, no basta vociferar la imprescindible caída del régimen, hay que decidir y fortalecer la opción viable, el cómo. Es la responsabilidad ciudadana».
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