OPINIÓN

La responsabilidad del presidente

por Rafael Rodríguez Mudarra Rafael Rodríguez Mudarra

chavismo

El acontecimiento mediante el cual el pueblo de Venezuela, por impulso patriótico, participó en la competición primaria del 22 de octubre de 2023 para la escogencia del candidato presidencial, tuvo que llevarse a cabo en forma autogestionada, patrocinado por la CNP y sin asistencia del CNE, porque los rectores del organismo que venía sosteniendo reuniones sobre el particular fueron “renunciados” en complicidad con el presidente de la AN,  creando un vacío del Poder Electoral. Todos los miembros fueron sustituidos, como bien puede comprobarse, por funcionarios  pertenecientes al partido único de gobierno, sin representación de sector alguno de la oposición. Esto nos hace recordar a Franco Quijano, quien en tiempos de López Contreras estuvo a su cargo de la política  electoral de este gobierno, cuando los senadores los nombraban las Asambleas Legislativas; y a los diputados los concejos municipales, convirtiéndose en el pícaro electoral de la organización política llamada “Cívicas Bolivarianas”.

Venezuela a partir de la llegada al poder del militar golpista Hugo Chávez, quien contó con capital financiado por grandes sectores  de la oligarquía y de la burguesía criolla y con apoyo de aquellos que  fueron opuestos al bipartidismo político, en estado moribundo le traspasa el poder a su albacea Nicolás Maduro, quien  convertido en laudatorio epónimo  de un grupo de militares activos, no hace otra cosa que no sea colocarlos en cargos del más alto nivel, llegándoles a confiar en estos, en reiteradas oportunidades su desempeño en funciones  educacionales y sanitarias. Reitera ser el comandante  en jefe de las FA.

El gobierno de Maduro guiado por la ambición de poder, enmendó  la Constitución imponiendo la reelección continúa  de la Presidencia de la República,  lo cual ha creado el precedente  del advenimiento del actual gobierno de fuerza. Maduro durante el tiempo de gobierno no ha cumplido  con las obligaciones que se derivan  del cargo. Cuando la Constitución dice que el Estado protegerá a la familia, es todo un mandato que debe proveer el régimen, procediendo a su cumplimiento; así como  asegurarle al ciudadano  la garantía de sus derechos humanos que se le  han sido violados, lo que ha traído investigaciones  por parte de la CPI. No atacar a fondo la corrupción  que  como río en conuco gana terreno, hace de Venezuela un Estado fallido. No proceder a procurar al pueblo y a su la clase  media, el mínimo de lo necesario para amainarle la pobreza, configura  toda una falta de responsabilidad del presidente. La industria petrolera se encuentra en bancarrota. Su anterior presidente, cómplice de  su saqueo no es parte de la investigación fiscal. No se conoce su paradero. La libertad  de prensa no existe, se carece del privilegio de Cabello para usar la televisión del Estado e  insultar  al  adversario político señalando a los que deben ir al rastrillo o a  la cárcel. Se porta a sus anchas como un deslenguado mental. Se ha hecho el  segundo en el mando; a la vez que acusa a MCM como inhabilitada.

La responsabilidad del presidente tiene sustento en el artículo 25 de la Constitución, la cual a pesar de que este no le “para”, establece: “Todo acto dictado en  ejercicio del Poder Público  que viole o menoscabe  los derechos garantizados  en esta constitución y la ley es nulo, y los funcionarios  públicos  que lo ordenen y ejecuten  incurren en responsabilidad  penal, civil  y administrativa, sin que le sirvan de excusas órdenes superiores”.

Maduro iracundo, manipulador, con rasgos de pronunciado narcisismo, no entiende al Estado como una institución soportada por la sociedad democrática, que es un muro que se levanta entre el derecho y los excesos del poder. Que la  democracia no tiene otro camino sino el ejercicio de la libertad, que le impide a él como jefe del Poder Ejecutivo ejercerlo de manera incontrolada y absolutista. Pues bien, la pérdida de la obediencia de la colectividad está clara: ello debido a la inconsecuencia de quien tiene las riendas del poder. Él, que tiene en sus manos las riendas del Poder Ejecutivo, no piensa traspasarlas. Su comportamiento del respeto electoral no es más que una quimera: toda una ficción. Los órganos del poder sin excepción se encuentran subsumidos al control absoluto del Poder Ejecutivo. Maduro con abuso descarado de de su oficio presidencial se ha sustituido al Estado a  imitación de Luis XIV rey de Francia, actúa como si él fuera el Estado venezolano. Su ambición de poder lo lleva a la perpetuación del mando. Se olvida de que hemos dejado de ser un Estado feudal, que liberado de ello, la sociedad venezolana cuando su gobierno se hace irresponsable y se desempeña con abuso de autoridad, sabe proceder en conformidad con la Constitución para acogerse a  ella, haciéndola  valer. Maduro  está consciente  de la disposición  de la ciudadanía a su cambio. Sabe que  el país no admite  un gobierno que use los métodos dictatoriales.

Desde hace más de un cuarto  de siglo hemos vivido sin garantías constitucionales por cuanto nos las han venido  negando, una casta política surgida de la usurpación, que resultando  nacida del voto pierde la fe en el pueblo y en los procedimientos  democráticos. Hace de la violencia su  celosa manera  de manutención; donde la crisis produce  migración, se  odia al adversario político: se le imputan cargos conforme  a su manera autoritaria. Se cometen miles de errores en la defensa  del Esequibo, confiada  a personas  que no tienen las elementales nociones sobre  el particular. Su burocracia no rinde cuenta. La estructura de mayor fuerza popular, rumia su pobreza en completo estado de mengua.

¿Qué pensar sobre esta realidad de la crisis que nos impide vivir en paz? Nos encontramos con la siguiente situación: siendo una disposición constitucional que la elección presidencial ratificada por el acuerdo de Barbados se lleve a cabo el mes de diciembre de 2024: dos fuerzas se presentan a la competición  electoral; por una parte, la del gobierno, que vista la ausencia del apoyo de las masas pero pensando  en la reelección de NM  dispone arbitrariamente de los recursos  del poder  para tratar de imponerlo, aún a sabiendas de la falta de asidero de este funcionario en el pueblo. Confía en sus títeres de la burocracia e inventa toda clase de  triquiñuelas para combatir a su adversaria, cuyo triunfo es la anunciada muerte de  un sistema,  ficción,  que se ha hecho harto de tolerancia.

La escogencia de MCM para que se enfrente con NM en las elecciones  del año 2024 nos hace recordar el desconocimiento del triunfo de URD en el proceso electoral cumplido en Venezuela  durante el año 1952, que conducido por Jóvito Villalba fue desconocido por  el dictador militar Marcos Pérez Jiménez.

El 22 de octubre de 2023 fue un nuevo hito en nuestro comportamiento electoral que se dio en exaltar la victoria del pueblo frente a sus opresores. Se desligó de una dirección opositora tradicional. Se levantó, marchó hacia adelante, unificó sus fuerzas y le dio contenido popular y unitario  a la escogencia presidencial que enfrentará a Maduro. La escogencia  en la competición primaria no tiene más entendido que haber sido una victoria del pueblo frente a sus opresores.

Frente a este triunfo tan evidente y rotundo del pueblo, nos encontramos nada más ni nada menos que con un presidente que eludiendo su responsabilidad  presidencial se ha subsumido todos los poderes y burla cualquier acuerdo negociado. Se alza contra los principios de la carta fundamental de la República, no respeta la incompatibilidad de los poderes públicos, los considera como de su pertenencia. Seguro de la imposibilidad de su continuidad, si enfrenta a la candidata  escogida  en forma autoritaria, en una de sus  exhibiciones demagógicas el fiscal lee una peroración  en la que le imputa al presidente y a la vicepresidente de la CNP, así como al  director de Súmate, una cantidad de delitos que no son más que un invento sin cabida alguna en la conducta de un funcionario. El régimen se vale de Jorge Rodríguez, quien ha hecho  de la AN una entelequia, para denunciar sin argumento la violación de acuerdos por faltas cometidas por la CNP. Como colofón de esta trama sin fundamento el subsumido TSJ  oye un recurso introducido por un impostor diputado por el chavismo  y procede sin vergüenza alguna a ordenar  suspender los efectos de las diferentes fases en el proceso electoral conducidas por  la Comisión Nacional de Primaria. Sin duda, todo este rollo  va dirigido a la no inscripción en el CNE de MCM, hoy conformado por rectores todos del PSUV. Pero tiene su  responsable, que no es otro que NM. Maduro actúa violando la Constitución. El país todo,  con la Constitución en sus manos, demanda el cumplimiento de la voluntad del pueblo; exige que se le dé cumplimiento, lo cual es válido y democrático.