Una semana de severidad ha cautivado mi corazón más allá de las palabras, y lo que se puede contar con cordura. Me encontré presta en una situación de cántaro poco usual y medidas pequeñas de lo lleno y disponible. Sobre el valioso lípido medicinal un par de gotas saladas, más densas que las del mar, que harían flotar un cuerpo pesado, en medio de tales circunstancias y con el ánimo dispuesto a escapar de la redoma, una llamada hizo la diferencia con un sutil pero significativo voto de confianza.
Altísimas son las probabilidades de hacerlo o pensarlo mal, proclives al fracaso en lo humano y dependientes al cien por ciento para lo divino. Ante lo cual, la mente suele divagar en opciones recursivas de otros tantos talentos, seres evidentemente más eficientes, preparados y con aires de equilibrios, cuyos pies no taconeen discretos frente a toques de bandoneones, sus ojos no se humedecen con facilidad, aumentando la película fluida previa al órgano que inmortaliza los momentos como recuerdos de imagen. A pesar de tales sentimientos, hay Quien calla de amor y muestra su favor con prontitud, recordando que, si El confía, lo demás no alcanza pesadumbres.
Dichas circunstancias, en presencia de un corazón frágil que se quiebra con facilidad, empero, no se le permite desplegar sus diminutos fragmentos como expedidos por los aires por causa de la presión interna. En tal sentido, habrá una especie de ungüento que lo recubre manteniéndole con vida, no una vida escasa o efímera sino tan real, palpable y severa que mantiene las piezas en su debido lugar. El joven de la llamada, no imaginaba el significado de sus palabras de este otro lado, el silencio permanecía arrollador aún después de finalizada su intervención, al punto, que necesitó confirmar si la comunicación era efectiva.
Antes que pudiera agradecer con escasas palabras, la corrección se hizo presente, tener razón no es suficiente, y en excesivos momentos es relativo, porque cada quien tendrá sus razones. Sin embargo, su cierre fue majestuoso porque me trajo como postre un recuerdo empalagoso de confianza, que creí no poder alcanzar en una dimensión material, y solo ese momento escaso en tiempo hizo que todo lo ocurrido valiera la pena. Por lo que mi reflexión en medio de la severidad de estos tiempos y sus demandas es que, si Él ha confiado en ti, como te atreves a decepcionarle, después de todo nada podemos aportar que sea nuestro.
@alelinssey20
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