OPINIÓN

La rebelión

por Albert Geovo Albert Geovo

Presidente de Francia decretó la vacunación obligatoria para el personal sanitario

Rebelión en la granja es el título de una obra satírica de 1945 que forma parte de la literatura universal, que a pesar de ser una novela distópica contrasta en gran manera con lo que sucede hoy, ya no en una nación en específico, sino en todas las naciones, y se aprovecha de incluir este inciso de su primera parte: “Recordad siempre vuestro deber de enemistad hacia el Hombre y su manera de ser. Todo lo que camine sobre dos pies es un enemigo. Lo que ande a cuatro patas, o tenga alas, es un amigo. Y recordad también que en la lucha contra el Hombre, no debemos llegar a parecernos a él. Aun cuando lo hayáis vencido, no adoptéis sus vicios. Ningún animal debe vivir en una casa, dormir en una cama, vestir ropas, beber alcohol, fumar tabaco, manejar dinero ni ocuparse del comercio. Todas las costumbres del Hombre son malas. Y, sobre todas las cosas, ningún animal debe tiranizar a sus semejantes. Débiles o fuertes, listos o ingenuos, todos somos hermanos. Ningún animal debe matar a otro animal. Todos los animales son iguales”.

El leitmotiv del estallido social, es la situación de restricciones, decretos ejecutivos, normativas que se traducen en las nuevas medidas obligatorias, de encierro, que vive la sociedad mundial, siendo este el principal motivo, detonante de los estallidos sociales, manifestaciones y rebeliones en pro de la libertad.

A pesar de que las restricciones civiles y económicas son una guerra cantada por los mandatarios y jerarcas de los poderes fácticos en la sociedad, no dejan de causar estupor entre la población las grandes ganancias entre los grupos de poder y pretensiones que se entretejen cada día.

En verdad no es nada envidiable la posición en la que se encuentran los mandatarios y autoridades en el mundo. Entre dos vías, se les señala, por las personas, la primera someterse a los jefes a los que se supeditan y otra es rebelarse; como viene sucediendo por las poblaciones en todas las diferentes naciones del mundo.

La primera, les garantiza ganancias y un confort condicionado al que lidera dentro del sistema, su familia y entorno más cercano; mientras, la segunda, ser apartados de todas las delicias del gobierno estatista y concentrado del poder globalista,  al que sirven y de esta manera dar la espalda a la libertad tanto de las personas, como la de ellos mismos; que, de acuerdo al Quijote, es el bien más preciado de todos y lo contrario es su cautiverio.

En el imaginario de la sociedad, está el símbolo de la libertad en la narrativa del folklore de todas las naciones, con una narrativa de cuento satánico, donde los escogidos son como aquel menesteroso, que en su afán de poder y ambición, hacen un pacto de sangre con el «bicho» malo, estos a sabiendas que el «genio» les cobra caro los favores y deseos concedidos, aun así, los paladines, se lanzan por el precipicio de tal contrato ante la bestia; el final de la historia, ya todos lo conocen,  peor al de las pruebas de Job.

Está claro que la humanidad ha tenido distintas épocas, pero hay unas que marcan precedentes en el desarrollo de la civilización, como por ejemplo el éxodo de Abraham, la salida del pueblo de Egipto, liderada por Moisés, la venta de José, el cual llega a ser, gobernante entre los egipcios; algo que sí está claro es que siempre la humanidad, desde su génesis, se ha rebelado contra los poderes satánicos que pretenden gobernar y siempre ha triunfado la libertad; es tanto así que está profetizado en el Nuevo Testamento, en la Revelación de San Juan, el triunfo del bien sobre la oscuridad en tiempos futuros y en todos los tiempos.

En contraste con esto, existen en el relato de los cuatro evangelios las tres tentaciones del Mesías, de la cual sale triunfante, pero es importante mencionar uno muy puntual y es la tercera tentación, cuando el tentador, lo lleva al pináculo de la cima del templo, y le ofrece ser rey sobre todos los reinos de la tierra, es decir Rey de Reyes, si le adorare al él, y el Mesías de forma vencedora como lo caracteriza, le recita un verso de los Salmos del Rey David que reza así: “Escrito está, adorarás al Señor, Dios tuyo y a Él sólo servirás”.

Por esta época de encierro existe la arrogante pretensión en nombre de una «cosa» que por allá en los albores del siglo XX, en la denominada  Escuela de Frankfort, que inició como una charla de estudios de dialéctica materialista del fantasma de Marx y Engels que recorren Europa, América Latina y el mundo, y sus afines de los siglos pretéritos, esa pantomima que la han llamado justicia social, y le vienen colocando varios adjetivos a la justicia y a los derechos humanos, entiéndase, los derechos naturales del hombre, para de esta forma torcer la verdad, en beneficio de unos cooptados que es su trabajo, ajustar la filosofía, la justicia y el derecho a una ciencia o disciplina particular, exclusiva de una región en específico y no universal.

Nada más lejos de la realidad, cuando a sabidas cuenta son estas categorías colectivistas y estatistas heredades de uno de las épocas más sangrientas de la historia como lo fue la muy reciente Revolución bolchevique en Rusia o la revolución china con su también Revolución Cultural de Mao, que siguen siendo transpolada y dando de qué hablar con todas las restricciones que existen hoy en la nación dominada por el dragón rojo, epicentro del Partido Comunista.

En ese sentido, estas categorías de justicia social vienen torciendo los valores y principios de la filosofía y del derecho en la sociedad mundial, vulnerando las bases donde descansa la soberanía de todas las naciones y la civilización en sí misma; en nombre de esas categorías, se vienen coartando los derechos naturales y principios universales de la filosofía y de la humanidad.

Siendo el uso de estas variables e interpretación del derecho, precisamente, las causas principales por las que se sublevan las naciones de este tiempo y de todos los tiempos, desde el génesis hasta nuestros días.