Quienes votaron en contra del plan de gobierno de Perú Libre no imaginaron los niveles de inoperancia, delincuencia y corrupción que vivimos ahora. Pero los acontecimientos no han resultado de acuerdo con lo planeado, tampoco para el partido de gobierno. ¿Qué sucedió? Vale la pena retroceder en el tiempo.
Pedro Castillo, profesor esporádico, fue el líder sindical que en 2017 promovió y dirigió la huelga magisterial acatada por 238.536 profesores, afectando a millón y medio de estudiantes a Nivel Nacional durante tres meses. Representaba a la facción del Conare (Comité Nacional de Reorientación y Reconstrucción del Sutep), grupo vinculado al Movadef, brazo político del movimiento terrorista Sendero Luminoso, con el pensamiento marxista, leninista y maoísta. Visitó Bolivia en varias oportunidades y su perfil no resulta distinto al de Evo Morales de sus primeros tiempos.
Vladimir Cerrón fue invitado por Cuba para estudiar medicina, poco después de la dramática muerte de su padre en 1990. Jaime Cerrón Palomino fue vicerrector de la Universidad Nacional del Centro y, aunque los testimonios de la Comisión de la Verdad (CVR) no dejan clara su afinidad política o las razones de su muerte, es un hecho que esta universidad fue tomada por Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), quienes competían por el control y que en medio de ese conflicto asesinaron a alumnos, profesores y trabajadores. Los antecedentes resultaban convenientes para convocar a este joven, vulnerable ante las circunstancias, para convertirlo en hombre de Cuba. Años más tarde sería juzgado y sentenciado por corrupción.
Perú Libre apostó por un sindicalista con pocas capacidades, pero movilizador de masas, para encabezar la plancha presidencial y resultaría iluso pensar que Vladimir Cerrón no tuviera la misión de llevar al Perú por la misma ruta que Venezuela y Bolivia. Este desgobierno se inicia con la receta cubana, rodeándose de amigos y aliados, comprando voluntades o extorsionando a quienes fuera necesario, para luego desecharlos cuando ya no sirvieran a sus intereses. Para ese fin era fundamental comprar a la policía y las Fuerzas Armadas, igual que a los medios de prensa, dar bonos a los pobres y convocar a una Asamblea Constituyente, mientras captaban colaboradores o desprestigiaban a los que se opusieran en el Congreso.
Archivos desclasificados de la URSS nos permiten conocer, prácticamente al detalle, cómo operaba el bloque comunista instalado en Cuba desde 1919, fundando el Partido Comunista Cubano en 1925 operado bajo la red liderada por el Núcleo Central de Inteligencia Soviética que dirigía al PCC en la clandestinidad. La inteligencia cubana, entrenada por la KGB, extendió su red por toda América desde sus inicios. Enrique García, exmiembro de la inteligencia cubana que radicó en el Perú y otros países de la región, afirma que durante los años sesenta nuestro país tenía uno de los más importantes centros de inteligencia, solo comparable con el de México.
Pero pocos meses más tarde se hace evidente que la fórmula cubana no estaba funcionando: pugna entre huancaínos y chotanos; los países aliados usados para victimizarse a nivel nacional e internacional marcan distancia; los caviares que fueron usados, son desechados; Sagasti ya no pasa desapercibido; Vizcarra, omnipresente en Palacio, retira a Daniel Salaverry; las coincidencias con Acuña, persuadido sólo por una cuota de poder, pierden piso; uno de los mejores agentes de la inteligencia cubana, consejero de ministros, asesores y también del flamante alcalde, se retira del Perú.
¿Qué pasó? Nadie, ni Cerrón, ni los cubanos, imaginaron que esa inescrupulosa ignorancia, flanqueada por delincuentes desencadenaría en corto tiempo la desenfrenada red de corrupción que asaltaba, con inmunidad presidencial, el presupuesto de la nación. La indignación ante ministros y funcionarios con sueldos por encima de sus capacidades, congresistas incluidos, se quedó corta ante la avalancha de saqueos. Y, obviamente, hoy resisten con la consigna aprendida: “confundir y desgastar al enemigo tanto como sea posible”.
Castillo se va quedando solo, se defiende cual fiera acorralada con los escasos ayayeros que tarde o temprano caerán. Ante las escandalosas evidencias, la prensa que los apañaba, la Fiscalía y hasta el Poder Judicial han tenido que reaccionar. La ofensiva debe concentrarse en atemorizar a sus secuaces, en los “Niños del Congreso”, en el Sistema Electoral y por supuesto inhabilitar a Dina Boluarte que es parte de lo mismo. Pero la batalla será en el Congreso y solo un estratega con don de mando presidiendo el Parlamento podrá hacer frente a este desgobierno.
Artículo publicado en el medio peruano El Reporte