El criminal binomio Generalato-Miraflores necesita dólares para su propaganda tramposa   que interfiere, para minimizar, manipular y si puede inhabilitar internamente del todo a las elecciones primarias. Y también para  preparar desde ya su fraudulenta votación presidencial porque sus firmas nada valen. De sus bolsillos ladrones bien resguardados con testaferros no saldrá un céntimo para esta ni otra campaña y por eso “negocian» algunos puntos con Estados Unidos, su enemigo ancestral.

Al mismo tiempo, la oposición formal, fracasada en varios Méxicos, de facto beneficiada y beneficiadora del régimen militarista, como siempre inoportuna concerta estas indignas causas, cuando repite sus errores.

La administración Biden requiere acabar electoralmente con el nefasto republicanismo trumpista que  a su vez puede acabar con el basamento judicial de la democracia estadounidense. Este factor unido a las muy urgentes e impostergables ayudas multimillonarias a Ucrania y ahora de nuevo a Israel, amenazada su existencia misma por todos los flancos, le significa una gigantesca inflación. Pero no puede ni debe abusar de sus reservas petroleras en el subsuelo, pues resultan caras y sus mecanismos técnicos favorecen el daño climático. Por estos motivos y por ahora el petróleo venezolano resulta su inmediata  prioridad. Con pañuelo en la nariz y desde pésimos funcionarios negociadores, propone los puntos a negociar a medias, con quienes su propio sistema judicial considera crónicos delincuentes.

Por su parte, la Cuba castrista va por la misma ruta, de repente ya no insulta al imperialismo yanqui, le solicita consideraciones, esto no es capítulo aparte, al contrario, a todas luces fue un montaje cuadrado con Rusia y el madurismo.

Se firme o no en Barbados, la realidad obliga sin ambages a que sea el victimizado pueblo venezolano -auténtico dueño del oro negro y sucio más preciado en el mapa mineral- quien determine si por fin perdió inocencia y paciencia, para finalmente recuperar su libertad de consciencia y conciencia. Es por constitucional derecho propio la sociedad que ahora tiene la oportunidad de sostener su sartén por el mango.


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