OPINIÓN

La razón no basta

por Fermín Lares Fermín Lares

Kyle Rittenhouse

Ocurre mucho en política. Y también en el ámbito judicial. En ambos, quien busca que prevalezca la razón, en el sentido de la verdad, debe también saber defenderla.

En política, el asunto es muy complejo, porque se trata de una competencia de percepciones sobre una variedad de opciones a escoger, donde intervienen factores emocionales y racionales. En el ámbito judicial, hay por lo menos parámetros establecidos por la ley a los cuales hay que atenerse. Lo común en ambos escenarios es el contexto.

El caso de Kyle Rittenhouse, el joven norteamericano recientemente absuelto por un tribunal del estado de Wisconsin, después de haber causado la muerte de dos personas y la incapacitación parcial de un tercero, es una muestra de cómo la razón se puede expresar a través de la decisión de un jurado. El tribunal y el jurado se apegaron estrictamente a la ley. Los abogados de la defensa demostraron que Rittenhouse, de 17 años de edad cuando ocurrieron los hechos, disparó a las dos personas que mató y a la que finalmente incapacitó, defendiéndose de agresiones que éstas le propinaban. Su alegato fue simple: defensa propia. Uno de los agresores de Rittenhouse le pegó con una patineta. Otro se le abalanzó portando un arma de fuego. A Rittenhouse se le vio huyendo de sus agresores antes de hacer sus disparos. Todo en menos de tres minutos. Sin embargo, a pesar del apego a la ley, muchos consideran que no se hizo justicia.

Y es que hay que tomar en cuenta el contexto en medio del cual sucedieron las cosas. El joven Rittenhouse se encontraba en una manifestación de varios días en Kenosha, Wisconsin, en agosto de 2020, en protesta porque un policía blanco que disparó siete veces por la espalda y a quemarropa contra Jacob Blake, un hombre negro de 29 años, que se negaba a ser arrestado por una denuncia de violencia doméstica. Las protestas, que empezaron pacíficas, se tornaron violentas, lo que provocó un llamado por las redes sociales para que «patriotas» armados fueran a la ciudad para «proteger nuestras vidas y propiedades». Eran los días en que el país estaba sensibilizado por la muerte de varias personas de raza negra en manos de policías blancos, entre ellos George Floyd.

Rittenhouse respondió a la llamada para ayudar, dijo su abogado. Lo que no resaltó fue que su defendido se había trasladado desde otra población, en otro estado, a 20 millas de Kenosha, con un rifle de largo alcance (AR-15), que compró un amigo a su nombre, por ser Rittenhouse menor de edad, con la intención de “proteger” los negocios de la ciudad en medio de los disturbios. A pesar de existir un toque de queda en Kenosha, Rittenhouse circuló en medio de la protesta con su rifle al hombro, e incluso después de haber disparado a sus víctimas, pasaba entre las fuerzas del orden sin ser detenido. Los cargos menores de posesión de arma sin estar autorizado (por ser menor) y de violar el toque de queda fueron retirados por el tribunal.

Quienes están en desacuerdo con la decisión del jurado y del tribunal alegan que el juez limitó el alcance del juicio y que los fiscales acusadores no fueron suficientemente efectivos. Los mismos fiscales habían retirado cargos antes al policía blanco que disparó contra Jacob Blake porque éste portaba un cuchillo cuando recibió los balazos. A pesar de que igual que Rittenhouse, los dos muertos y el parcialmente incapacitado son blancos, la pregunta que se hicieron los familiares de Blake, quien sobrevivió a los disparos del policía, pero ahora anda en silla de ruedas, fue la de qué hubiera pasado si Rittenhouse hubiera sido de raza negra.

En política, el contexto es igualmente importante, pero más lo es la percepción de quienes son el objetivo de la acción del político. Si no, cómo se explica que en las recientes elecciones regionales en Venezuela, en un país donde la pobreza ya alcanza a 90% de la población, los servicios básicos como el del agua y la electricidad no funcionan, un mínimo porcentaje de ciudadanos tiene a veces servicio de internet, la educación y la salud públicas están en el suelo, el hampa opera a sus anchas en todo el territorio nacional, muchas veces amparada por las propias autoridades, y los jóvenes hacen todo lo posible por emigrar, el régimen haya ganado la mayoría de las gobernaciones en disputa. ¿Acaso prevaleció la razón?

El análisis de los resultados electorales ha sido diverso. Hay quien dice que ganó la abstención, que en efecto fue casi de 60%. El régimen se atribuye el triunfo porque ganó la mayoría de las gobernaciones. Hay quien señala que la oposición triunfó porque ganó 117 alcaldías. Y también porque el chavismo redujo sustancialmente la votación entre sus bases naturales.

La razón, indiscutiblemente, reside en el pueblo. Como dice el lugar común, el pueblo siempre tiene la razón.

La razón, en términos de realidad, es que el país todo está mal. Por ello, el pueblo tuvo razón en no votar a nivel local por una buena cantidad de candidatos del régimen. En las alcaldías de la Gran Caracas donde ganó la oposición, el pueblo votó para premiar a sus dirigentes. El pueblo tuvo razón en votar por los alcaldes de oposición con el siguiente mensaje: votamos por ustedes si tienen una buena gestión, o si tienen una buena oferta electoral, o si son coherentes en su acción y sus propuestas. El pueblo tuvo razón en castigar al chavomadurismo propinando una derrota significativa a sus símbolos: ni los Chávez, ni la Fosforito, ni los colectivos ganaron en Barinas. Así estarán de hartos. El pueblo tuvo razón en exigirle al liderazgo partidista del G-4 que terminen de tomarse la cosa en serio. Los resultados en la Alcaldía de Caracas y la Gobernación de Miranda fueron demostración de esa exigencia. Nada más traerse a Guanipa a Caracas era casi como haberse llevado a Leopoldo López o a Capriles para la Gobernación del Zulia o una alcaldía en Maracaibo. Ta´ bueno de priorizar la cuota partidista frente a la necesidad del cambio. ¿Cuota de qué? El pueblo tuvo razón en salir a votar donde lo hizo. Confirmó que es la principal manera de hacerse oír, y de hacer evidente la estrechez de visión de sus dirigentes.

Equivocado o no, el jurado en Wisconsin fue la representación del pueblo de Kenosha, que juzgó a uno de sus pares de acuerdo con los argumentos que le vendieron. En las elecciones regionales venezolanas del 21 de noviembre, muy pocos pudieron vender una buena razón.

@LaresFermin