La sorpresiva insurgencia del candidato independiente en las elecciones de Colombia Rodolfo Hernández no solo confirma la decepción de los colombianos frente a una derecha ambigua y cobarde sino que también revela la profunda crisis del modelo de Estado de partidos o de democracia liberal como también se le conoce. Con un discurso declarado en contra de la corrupción y los partidos políticos Hernández es hoy la esperanza de millones de colombianos para enfrentar al izquierdista Gustavo Petro y sus pretensiones de llevar a Colombia por los caminos de Venezuela, Cuba, y Nicaragua.
Ya en un artículo anterior en este mismo medio adelantamos la crítica a la supuesta derecha colombiana y sus candidatos por su empeño en parecerse y copiar el discurso de Petro. Abrazando un discurso ambiguo frente a temas fundamentales como la familia y el territorio para no ser acusados de derechistas la mayoría de estos candidatos presentaron propuestas para cautivar a los electores pero no para definir una política desde el Estado colombiano. Y la razón para esto es porque todos o casi todos estos candidatos de la derecha colombiana al igual que Gustavo Petro coinciden en preservar el modelo de Estado de partidos que hoy comienza a resquebrajarse al ser impotente incluso para defenderse a sí mismo.
En toda democracia liberal expresada en la forma de Estado de partidos son los partidos políticos, no el ciudadano, quienes ejercen el poder. Al tomar el control total o parcial el Estado estos partidos se convierten en oligarquías que se sostienen mediante clientelas de militantes y activistas que rinden sus servicios al partido, no al Estado, a cambio de una contraprestación en forma de dinero o contratos. Este tipo de perversión política se ha presentado como normal, inevitable e intrínseca al modelo de democracia de partidos. Frente a esto se dice que solo queda esperar por la actuación de las instancias judiciales para frenar o castigar la corrupción, pero instancias que a su vez están controladas por las oligarquías de los partidos.
Con un discurso en contra de las perversiones del Estado de partidos y la corrupción Rodolfo Hernández gana su primera incursión en la política al convertirse en forma sorpresiva en alcalde de Bucaramanga. Desde entonces Hernández ha logrado atraer la atención y el apoyo de millones de colombianos decepcionados con políticos liberales y conservadores, de derechas e izquierdas. Y es que otro curioso elemento que caracteriza la candidatura de Rodolfo Hernández es que se presenta al margen de las usuales etiquetas de izquierdas y derechas muy eficientes para simplificar la confrontación política pero, al ser carentes de contenido, inútiles para explicar las verdaderas políticas de los candidatos.
Sin necesidad de presentarse como un candidato de la derecha Rodolfo Hernández convenció a millones de colombianos que se identifican a sí mismos como conservadores o derechistas que él era la mejor opción para derrotar al izquierdista Gustavo Petro. Para lograr esto Hernández se presentó como lo opuesto a la política tradicional percibida como la degeneración de aquellos que toman el poder del Estado para su propio beneficio. Esto le permite un ángulo formidable al poner en el mismo bando por igual a políticos de izquierda y derecha donde ya no habría diferencias entre Petro, Uribe, Duque, Santos, Fico, etc.
Sería ingenuo pensar que Rodolfo Hernández por sí solo pueda lograr superar males que son sistémicos e inherentes a la estructura del Estado de partidos en la eventualidad que él pudiera convertirse en el próximo presidente de Colombia. Como jefe del Estado Hernández tendría que lidiar con capas y segmentos enquistados dentro del gobierno por décadas que responden a intereses partidistas y no a los de la nación colombiana. Sería necesario emprender un proceso de reformas y cambios agresivos y radicales en la estructura del Estado y el gobierno para desmontar la dictadura del Estado de partidos. Y esto es algo que quizás ni el mismo candidato anti-partidos Rodolfo Hernández se ha planteado.
Lo que queremos resaltar aquí es que aunque Hernández reciba el apoyo de la llamada derecha colombiana esto no necesariamente significa que él sea o asuma el espacio político de esa derecha. Por el contrario la abundancia de propuestas cortoplacistas para el gobierno y la ausencia de una tesis ideológica podría llevar a Rodolfo Hernández a abrazar las ideologías disolventes que hoy están de moda.
Lo que realmente importa es que hoy Colombia cuenta al menos con una opción para enfrentar al llamado progresismo que representa Gustavo Petro. Independientemente de la victoria de Hernández, Colombia va a una reconfiguración del mapa político donde posiblemente haya espacio para reconstruir una opción conservadora de la familia, la república y las tradiciones que asuma transformar al Estado de partidos en uno de ciudadanos. Pero esto requiere de una construcción ideológica y filosófica más que un programa de gobierno para los próximos 4 años.
@humbertotweets