Iceberg: “ bloque grande de hielo desprendido de un glaciar o de una costa helada que flota a la deriva en el mar. Los iceberg son frecuentes en los mares del Polo Norte y del Polo Sur. Solo una novena parte del volumen total emerge sobre las aguas”.
Se suele decir cuando una amenazadora y grave realidad se asoma ante nuestra mirada que es apenas la “punta del iceberg” lo que se nos muestra.
El venidero lunes 26 de septiembre es el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares. En pleno ciclo de intervenciones de los presidentes en la actual 77 Asamblea de la Organización de Naciones Unidas, Vladimir Putin hunde más a Rusia en lo que es ya una innegable derrota moral al anunciar su genocida decisión de continuar la guerra invasiva en territorio ucraniano; ahora con una “movilización parcial” de sus población que provocará más muerte y desolación a su otrora nación hermana, y en la juventud rusa.
Putin ha amenazado, en su chantajista y acostumbrado estilo, con utilizar armas nucleares. Tan cobarde comportamiento obvia el hecho de que Ucrania entregó sus armas nucleares a Rusia, precisamente durante el proceso de negociaciones que permitieron mediante el Protocolo de Lisboa de 1992, hace treinta años, con la firma del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START I), donde Bielorrusia, Kazajstán y Ucrania renunciaron voluntariamente a las armas nucleares en su poder tras la disolución de la Unión Soviética.
El recomodo aspirado por todas las exrepúblicas de la extinta Unión Soviética ha tenido diferentes procesos de adaptación, pero con una conciencia común de renunciar a la acción sociopática nuclear, dando así una contribución clara a nivel mundial de no tener dudas sobre lo vital de reducir tales arsenales, así como el número de países poseedores de los mismos, hasta controlar su existencia e ir hacia la reducción y virtual eliminación del holocaústico peligro.
Estamos ante un conjunto de amenazadoras realidades de la ya complicada agenda mundial. El pésimo manejo del problema de investigación en el laboratorio de Wuhan, que no se asegura hayan sido para el bien o para el mal de la humanidad. Se justifica en estudios para la prevención y tratamiento internacional de posibles nuevas enfermedades, pero que pudieran entrar en la categoría de desarrollo del conocimiento para fabricar armas biológicas.
Apenas ahora el mundo intenta recuperarse del trágico modo del manejo de la información sobre este caso del covid-19, el cual produjo hasta hoy, según la Organización Mundial de la Salud, casi 15 millones de muertes, todas vinculadas directamente con la pandemia.
Putin se asemeja a un iceberg a la deriva manejando un arsenal de armas nucleares, por lo que se le debe dar la máxima atención a conjurar este peligro que navega por los mares más allá de la OTAN, de todo nuestro mundo.
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