I
Hace años, cuando en esta ciudad había libertad y la cultura tenía su peso específico, fui con mi querido amigo Pedro Llorens a ver una obra de teatro. La pulga en la oreja, una farsa del francés Georges Feydeau protagonizada por Javier Vidal como el esposo supuestamente adúltero y el empleado idéntico de un hotel.
En la obra pasan situaciones muy graciosas que se desarrollan a partir de la confusión de estos dos sujetos, por lo que el público ríe animadamente durante la función. Pero no hay que olvidar que lo que origina todo son las sospechas, los chismes y los sobreentendidos.
¿Se imaginan lo que es tener una pulga en la oreja? Le pasa mucho a las mascotas, que se rascan desesperadamente con las patas para tratar de acabar con la molestia. Es una situación desesperante.
Las pulgas son ignoradas muchas veces, porque son mínimas, pero son muy hábiles. No dicen lo insignificantes para lo insoportables que son y los problemas que llegan a causar.
II
¿Por qué esa famosa farsa viene a mi memoria? Porque me imagino al izquierdismo y su Foro de Sao Paulo o su Grupo de Puebla como una pulga insoportable que recorre el cuerpo de América Latina viendo adónde pica y de dónde chupa sangre.
Las pulgas están en constante movimiento y siempre tienen hambre. No dejan tranquilo al pobre animal, que a veces hasta pierde el sueño. Además, son muy difíciles de matar. A veces hay los que se resignan porque nunca llegan a desaparecer del todo.
Es más o menos lo que pasa con el izquierdismo trasnochado que recorre nuestros países. ¿O es que nadie se ha dado cuenta de que ya Venezuela no es territorio fértil para chupar sangre y las pulgas se están moviendo hacia otros lados?
Porque eso sí tienen las pulgas, nunca van a quedarse en donde no puedan sacar beneficios. ¿Les suena conocido?
III
Evo sale de Bolivia, pero no se vino a Venezuela. ¿A qué? Si ya no hay nada que succionar por estos lados.
Debe entonces asegurarse un sitio con suficiente “carnita” donde clavar sus colmillos y prosperar. Lo que hay que hacer notar aquí es que ya Venezuela no es un lugar en donde pueden florecer las colonias de pulgas izquierdistas chupasangre.
Pero lo otro que salta como evidente es que el México de López Obrador recoge con gusto el testigo que deja Caracas para convertirse en bastión “progresista”, como les gusta llamarse.
La novela de Evo (no es que le quito importancia a lo que han conseguido mis hermanos bolivianos) fue interesante hasta el final. Y pone en la palestra otro tema. AMLO no va a estar solo en eso de criar pulguitas, porque en el Cono Sur se levanta otro lugar digno de acomodarlas, la Argentina de Alberto Fernández y su inefable Cristina.
El presidente electo intervino para socorrer a Evo. El presidente electo logró concretar una ruta de huida y hasta trató de buscarle albergue.
Las pulguitas se están reacomodando, difícilmente están exterminadas. Pero no hay que desmayar hasta conseguir el antídoto.
@anammatute