El trabajo que le dio vida al bitcoin está fechado: 31 de octubre de 2008. Su autor tiene el nombre de Satoshi Nakamoto (2008). ¿Es una persona? ¿Es un grupo de personas? Aún no se sabe. Las conclusiones del artículo comienzan en plural: “Hemos propuesto un sistema para transacciones electrónicas que no depende de la confianza”.
“Confianza”, de acuerdo con cualquier diccionario, es una situación que depende del carácter, la capacidad, la fuerza o la verdad de alguien o algo. Desde la perspectiva de la interacción social, según Fukuyama (1996), la confianza es la expectativa que surge en una comunidad de que la conducta será regular, honesta y cooperativa, que se basa en normas comúnmente compartidas por todos los miembros.
A partir del 6 de marzo de 2017, cuando el precio del bitcoin alcanzó los 1.176 dólares, comenzó un crecimiento exponencial hasta llegar a los 19.357 dólares el 11 de diciembre del mismo año, para luego hundirse en 5.890 dólares el 29 de junio de 2018. Recientemente y desde el 9 de junio de 2019, cuando con alzas y bajas se ubicó sobre los 7.600 dólares, empezó un rally de nueve días, que lo ha llevado a 9.347 dólares el pasado 17 de junio. Desde entonces muchas personas me han preguntado si es buena la oportunidad para invertir sus dólares en la criptomoneda más conocida. Los valores reportados en este párrafo son un manifiesto de la altísima volatilidad del bitcoin, volatilidad que ha descalabrado la noción de su valor.
Knutson, Liu y Schlenker (2016) evaluaron una estrategia de inversión de un millón de dólares mediante el uso del bitcoin y el ethereum en un periodo de cinco años. En su trabajo identifican siete elementos que califican de motores de valor de estas criptomonedas (en realidad, de cualquier criptomoneda): estabilidad de la plataforma, seguridad, oferta, demanda, liquidez, volatilidad y sentimiento. Este último es importante: el sentimiento implica analizar el conocimiento, la aceptación, el interés y el apoyo de tres audiencias: público en general, gobierno y comunidad digital.
El sentimiento también exhibe la denominada influencia informativa social o “comportamiento en manada”. Es un fenómeno psicosocial en el que las personas hacen lo mismo que otras en un intento de exhibir y adoptar lo que consideran el comportamiento correcto. Se presenta en situaciones ambiguas cuando la gente no es capaz de determinar el comportamiento correcto y supone que los otros conocen más acerca de la situación.
El estudio más famoso de este fenómeno es el experimento de Sherif (1935) sobre los efectos de los juicios de un grupo acerca de los juicios y las opiniones de cada individuo. El experimento muestra no solo que los individuos están más dispuestos a modificar sus percepciones bajo la influencia de un grupo, sino que también mantendrán la diferencia entre su percepción individual inicial y la grupal. Sin embargo, la que internalizarán con más fuerza será la percepción grupal, aun separados de la influencia del grupo.
El comportamiento en manada ocurre con frecuencia en las decisiones diarias que se sustentan en el aprendizaje de la información que suministran otros. Un ejemplo es el de una pareja que decide en cuál de dos restaurantes cenar. Ambos locales parecen atractivos, pero están vacíos porque todavía es temprano; así que, al azar, la pareja elige el restaurante “A”. Al rato otra pareja camina por la misma calle en busca de un lugar para cenar. Ven que el restaurante “A” tiene clientes, mientras que el “B” está vacío, y eligen el “A”, pues se basan en el supuesto de que tener clientes lo convierte en la mejor opción. Debido a que otros transeúntes hacen lo mismo, el restaurante “A” hace más dinero esa noche que el “B”. La investigación en el área de finanzas conductuales ha documentado una variedad de “sesgos”, relacionados con las preferencias y las formas como las personas procesan la información para decidir (Shefrin, 2000).
El caso es que debe ser muy prudente, amigo lector, pues las criptomonedas son extremadamente volátiles y no tienen valor intrínseco, en sentido axiológico, ni financiero, lo cual he demostrado en anteriores artículos aquí mismo en El Nacional. Ahora bien, dado que sí tienen valor instrumental, las decisiones asociadas con la asignación de ese valor instrumental están afectadas por los sesgos de los inversionistas.
En los dos extremos del movimiento del mercado, el pánico (la venta) y la codicia (la compra), el análisis pierde perspectiva, y quienes compran o venden siguen un comportamiento en manada. Tengan cuidado con la próxima estampida del bitcoin.