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La propiedad privada en cuidados intensivos

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El régimen enfermó letalmente a la sociedad venezolana. Durante veinte años se ha encargado de socavar sus bases y desarrollar un cáncer inoperable. Con esto, el régimen ha hecho de la sociedad venezolana toda una trinchera de guerra, y lleva los límites de la supervivencia al extremo, “legitimando” el delito. Ha cambiado el dicho y ha creado un lema para el socialismo del siglo XXI: ladrón, aunque no robe a ladrón, tiene cien años de perdón. Estos veinte años, por cierto, son ideales para que los criminólogos serios hagan sus más fructíferos aportes, ya que, en este país, nuestra humanidad está en cuidados intensivos sin el menor respeto a los valores básicos que la rigen.

Quizás parte del gran “atraco a mano armada” se ha hecho en los partidos políticos, por ejemplo. Si algo nos distinguió en buena parte del siglo XX ―por lo menos hasta principios del chavismo― fue que no había partido sin sede nacional y regional; y, en lo posible, en cada municipio y hasta parroquia. Incluso, por su hermosura, algunas de estas casas fueron legendarias como, por ejemplo, la casa regional de URD en Caracas. Hablamos de un gran patrimonio inmobiliario adquirido a través de sendas asociaciones civiles y, más de las veces, a nombre de algún dirigente cuyos herederos, en caso extremo, sabían que esa casa era ajena. Patrimonio que pertenecía a toda la militancia de cada partido.

Hoy, poco o nada se sabe de esas sedes de los grandes partidos, en todo el país. Sospecho que ha sido parte del saqueo silencioso, que como sociedad hemos vivido en Venezuela. De igual forma, la cantidad de inmuebles privados que han sido parte de esta sistemática política de despojo que durante 20 años el régimen ha insertado en nuestra población. Es ya común ver expropiaciones realizadas por el régimen, invasiones obscenas apoyadas por el gobierno y apropiaciones indebidas ejecutadas por individualidades que siempre buscan provecho a costillas del que con su sudor pudo adquirir su vivienda o con los ahorros de toda una vida adquirió una segunda propiedad para tener alguna renta o ayuda financiera para su vejez.

La idea de propiedad privada ha sido tergiversada por un régimen que se ensañó con una sociedad crédula con un «no vale, yo no creo», insertándole valores negativos o antivalores. Destruyeron el respeto y las buenas costumbres, creando una sociedad a la que no le importa respetar el principio básico de propiedad, pero sí es capaz de exigir. Esta idea se hizo patente, días atrás, en el caso de la periodista del canal del Estado quien  había invadido una propiedad, y cuando el propietario exigió el desalojo, ella pedía ayuda y apoyo ―por cierto con indignación― que  se les respetara su derecho a la vivienda por haberse apropiado, ilegalmente, de ella tres meses antes. Para exigir respeto, tengo que respetar a los otros.

Muchos temen que este régimen caiga, pues ha habido, posiblemente, ventas y registros fraudulentos, y bastará una investigación de los registros para detectar un extraordinario elenco de vivos y testaferros al servicio de sus bolsillos. Unos ciudadanos  que actuaron de mala fe, y, después de veinte años, ya juran que no responderán por sus fechorías, ni por los delitos que han cometido. Sin embargo, gran parte de la sociedad sigue insistiendo, resistiendo y, al final, persistiendo para, más temprano que tarde, retornar el camino del bien, de las buenas costumbres y de los valores reales para fortalecer y curar para siempre a Venezuela.

@freddyamarcano

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