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La propiedad de tu vida

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Oír a Maduro anunciar el uso masivo de una vacuna cubana carente de las pruebas que exigen las autoridades mundiales de la salud nos coloca en el plano de marionetas manejadas por un poder al cual no le importa nuestra vida. “A partir del mes de julio comenzará un plan de vacunación masivo contra el coronavirus con la vacuna cubana Abdala, con la que se espera lograr una ‘inmunidad completa».

Esta noticia contiene dos mensajes, el primero y obvio: “Yo decido cuál será la suerte de ustedes en esta pandemia”. No son las autoridades sanitarias, ni la gravedad de la crisis, yo decido. Un claro ejercicio de poder sin límites sobre nuestra existencia. La segunda parte del mensaje descubre que no se trata de la vida de los venezolanos, una muestra de subordinación a un país extranjero, un negocio para favorecer a la secta que domina al actual régimen en todos los terrenos: político, económico, técnico, sanitario, cultural, administrativo.

Si nos importa el sentido y valor de la vida no podemos dejar de sacudirnos ante la repulsión que genera esta noticia, lo cual induce otra reflexión: más allá de todos los estragos que ha producido el socialismo del siglo XXI en nuestro país, en la economía, en la salud, en la libertad, surge imponente la convicción de que hemos perdido la propiedad de nuestra vida, un Maduro que se presenta ante el mundo como nuestro propietario.

Si vamos a la génesis del concepto de propiedad enunciada por John Locke en 1689: “La propiedad es poder decidir sobre mi vida, mis bienes y mi libertad, cosas que constituyen la esencia de la propiedad”, chocamos con una verdad. Siempre, al referirnos a la propiedad, nos ubicamos en el ámbito material, tierras, cosas creadas por el hombre; pero cuando intentamos desentrañar esta realidad vemos con claridad algo más profundo, lo que está en juego es nuestra vida, nuestra existencia, aquello que nos identifica como seres humanos.

Al respecto es imprescindible recordar a Martha Nusbaum cuando pregunta:»¿Qué actividades típicamente realizadas por los seres humanos son tan centrales que parecen definitivas de la vida verdaderamente humana?», «¿qué cambios o transiciones son compatibles con la existencia continua de un ser como miembro de la clase humana y cuáles no?», «¿qué tipo de actividad debe haber si vamos a reconocer que una vida determinada es humana?».

Surge esta inquietud cuando sufrimos el control de nuestra posibilidad de estar vivos, como evidencia de un asalto a la médula de nuestra existencia, un ejercicio expropiatorio de nuestra esencia de ser humano. Nusbaum nos reta, nos conmina a explorar, a buscar, a conocer cuán libres, y cuán propietarios de nuestras vidas somos, se trata de calibrar capacidades que solo como seres humanos podemos ejercer o perder:

  1. Ser capaces de sumergirnos en nuestra vida. Ejercer el derecho de estar vivos. Vivir hasta el final una vida humana de longitud normal o morirnos prematuramente. ¿Puede alguien tomar una decisión en contra de nuestra voluntad de estar vivos? ¿Qué representa un poder con esta capacidad de determinar nuestra presencia en la Tierra, contribuye al crecimiento, al exterminio o a la dominación?
  2. Cuidar nuestra salud corporal. Qué injerencia, cuáles decisiones tomar, que oportunidades existen de tener una buena salud, incluida la salud reproductiva; nutrirnos adecuadamente; tener cobijo, un refugio adecuado, enfrentar peligros como la pandemia, o las entidades que intervienen autoritariamente.
  3. Preservar nuestra integridad corporal. Poder movernos libremente de un lugar a otro; estar seguros contra las agresiones violentas. ¿Qué nos protege y qué nos acecha?
  4. Liberar nuestros sentidos, imaginación, pensamiento. Ser capaz de usar los sentidos, imaginar, pensar y razonar, ejercer la libertad de expresión con respecto al ámbito político, artístico y al ejercicio religioso.
  5. Desplegar nuestras emociones. Construir apegos a las cosas y a las personas fuera de nosotros mismos; poder amar a quienes nos aman y cuidan; libres para llorar por su ausencia, anhelar, sentir gratitud y enojo justificado; convivir sanamente con el miedo o ansiedad…
  6. Aceptar el ámbito de la Razón práctica. Crear, construir a partir una concepción del bien y tener valor para reflexionar críticamente sobre la ruta de la propia vida.
  7. Afiliarnos. Decidir voluntariamente la posibilidad de participar, vivir con los otros y por los otros, tener capacidad tanto para la justicia como para la amistad… Ser tratado con dignidad, valorado igual que los demás.
  8. Relacionarnos con otras especies. Poder vivir con preocupación por y en vinculación con los animales, las plantas y el mundo de la naturaleza.
  9. Ser capaces de jugar. Liberar nuestro mundo lúdico, reír, jugar, disfrutar de actividades recreativas.
  10. En el entorno. A nivel político: participar en las decisiones políticas que rigen la vida; libertad de expresión y asociación. A nivel material: crear y ser propietarios legítimos de bienes materiales e inmateriales; generar riquezas, empresas, trabajar…

Todas estas visiones de Martha Nusbaum están relacionadas entre sí de manera compleja, solo se pueden descubrir desde y dentro de nosotros mismos. Cuáles podemos hacer, cuáles están bloqueadas. ¿Quién y cómo nos roban nuestra vida? Enfrentemos con osadía a quienes pretenden ejercer un poder ilimitado, dictatorial, como propietarios de nuestras vidas.

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