La casta gobernante pretende continuar en el poder, pero necesita alimentar la idea de que lo que existe en Venezuela es una democracia superior a aquella en la que el panorama político estaba dominado por Acción Democrática y Copei, con la participación, sin restricciones, de otras pequeñas organizaciones como el MAS, Causa R y el Partido Comunista. Nicolás Maduro trata de que no se le compare con Daniel Ortega ni con la tiranía cubana. Se molesta, hasta ofenderse, cuando lo acusan de dictador.
En medio de este juego de simulaciones, saca cuentas que no le cuadran. Está obligado a convocar unas elecciones que parezcan democráticas. El problema reside en que no pueden ser completamente democráticas –es decir, transparentes, equilibradas y supervisadas por organismos internacionales de acuerdo con las normas generales que rigen los comicios presidenciales- porque de ser así Maduro perdería el careo. Esta es la conclusión a la cual llegan todos los sondeos de opinión pública. El régimen lo sabe. La gestión del gobierno es evaluada de forma negativa por la inmensa mayoría de los venezolanos. Más de dos tercios de los compatriotas rechazan al mandatario y consideran que los numerosos y graves problemas nacionales no se resolverán mientras él se encuentre en Miraflores.
En medio de ese cuadro tan adverso, ¿cómo lograr la cuadratura del círculo? ¿Cómo mantener las apariencias de que en Venezuela impera un sistema democrático y, a la vez, patear las normas inherentes a este esquema de gobierno? La solución que ha conseguido para resolver la paradoja consiste en permitir unos comicios “democráticos” ceñidos a los restringidos criterios manejados por el régimen. Tienen que ser unas elecciones en las cuales los adversarios que intervengan no sean quienes poseen mayor presencia nacional y arraigo popular, sino unos títeres alineados con los intereses del régimen, dispuestos a participar como comediantes en la farsa.
El primer paso en esa dirección fue inhabilitar a María Corina Machado y mantener la suspensión de Henrique Capriles y Freddy Superlano, sacados del juego electoral hace algunos años. Como la inhabilitación es un instrumento usado a discreción, podría haber nuevas invalidaciones a medida que vayamos acercándonos a la fecha de las elecciones nacionales. Fecha que el gobierno anunciará cuando lo considere conveniente. Ningún candidato está exento de quedar excluido, haya o no participado en la primaria convocada por la oposición.
El otro movimiento apunta a intentar ilegalizar la primaria. El mecanismo puesto en marcha consiste en valerse de un oscuro personaje vinculado desde hace mucho tiempo con el chavismo, pero que ahora simula ser opositor, para tratar de lograr el objetivo. Ese señor introdujo un recurso de amparo ante el Tribunal Supremo de Justicia, en el que señala, según lo escribió en su cuenta de Twitter, que la primaria “dejó de ser ciudadana”, porque ahora es “sectaria”, además de que los miembros “están pasando por encima de la ley”. Supongo que se refiere a los integrantes de la Comisión Nacional. Ese amparo tan grotesco fue admitido por el TSJ, organismo que aseguró, a través de una de sus magistradas, que “los derechos de los venezolanos serán respetados”. ¿Será esta la antesala para acabar con la consulta opositora? Eso lo sabremos en los próximos días.
Por ahora, lo único cierto es que la atención nacional que está concitando la cita del 22 de octubre ha desbordado las expectativas que el régimen se había planteado, como de forma acertada lo señala Carmen Beatriz Fernández. Por primera vez en mucho tiempo, es la oposición la que fija la agenda política. La agresión a María Corina lo único que ha hecho es elevar el ánimo de la gente, que ahora se siente más comprometida con la convocatoria, tanto dentro como fuera de Venezuela. Y aunque el número de inscritos en el exterior para sufragar no fue tan alto como se esperaba, el ambiente que se creó favoreció el entusiasmo despertado por esa cita.
La oposición no ha caído en la provocación montada por el régimen al atacar a María Corina y mantener inhabilitados a Capriles y Superlano, y al acoger el recurso elevado por el chavista vergonzante. La serenidad y firmeza mostrada por la dirigencia opositora debe ser reconocida y alabada. Hay que mantenerse en la ruta electoral a pesar de las maniobras del gobierno, y de los giros y proposiciones extrañas de algunos dirigentes y partidos opositores, que de forma sorpresiva les piden a los dirigentes inhabilitados que renuncien a mantenerse en la contienda por lograr la representación opositora.
Perseverar en la primaria con todos los inscritos y en la ruta electoral resulta lo más adecuado. El llamado a la primaria despertó la esperanza de la gente y, de paso, desestabilizó al régimen, que no tiene tiene el camino allanado para seguir atropellando.
@trinomarquezc