OPINIÓN

La prevaricación de la filosofía

por Albert Geovo Albert Geovo

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, prevaricación, o prevaricato, es un delito que consiste en que una autoridad, juez u otro servidor público dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial a sabiendas que dicha resolución es injusta y contraria a la ley.

Hay otras acepciones donde encontramos consideraciones que dicen: prevaricación en su significado etimológico deriva del verbo latino prevaricare que quiere decir, desviarse del camino recto o caminar torcido, el prevaricato como tipo penal se refiere a la manifestación injusta o contraria a la ley, proferida por un servidor público en ejercicio de sus funciones y abusando de su autoridad.

Prevaricar en sentido bíblico es forjar, inventar, torcer u omitir la palabra de Dios de la Biblia cristiana con dolo o engaño; la Iglesia Católica lo considera un pecado. Es por ello que se hace sustancial remontarnos a fuentes documentales antiguas de importancia trascendental en la cultura de judeo cristiana de occidente.

En relación con la Biblia, se encuentra la prevaricación en muchos pasajes del texto antiguo, sólo se toman un par de ellos: Levítico 6:2 “Cuando una persona pecare e hiciere prevaricación contra Jehová, y negare a su prójimo lo encomendado o dejado en su mano, o bien robare o calumniare a su prójimo”; Oseas 6:7 “Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí”.

Luego de esta introducción, sobre la prevaricación, se estimula hacer entender y comprender, que la filosofía, el humanismo, la ciencia, y toda la superestructura de la ideología materialista, viene a lo largo de la historia, desde su comienzo, prevaricando contra los principios y garantías universales, rompiendo todos los derechos, donde de manera sutil y enmascarada se vulnera el derecho a la vida, el derecho de propiedad, la negación del espíritu y su inteligencia, acciones que vienen vulnerando el origen y bases de toda la civilización.

El decálogo de Moisés, que es donde se fundamentan los principios de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, viene a ser, menos que una servilleta de papel llena de tinta, para sonarse la nariz, siendo en la práctica,  como sucesos anticuados, para las constituciones nacionales; hoy están de moda leyes revolucionarias de eutanasia, leyes pro aborto, matrimonios y adopción homoparental, y todo auspiciado por el Estado, a través, de los gobiernos, al nivel, que hasta representantes y autoridades de la iglesia, callan.

De la misma manera, ocurre, con el derecho de propiedad, libertad de pensamiento, libertad de expresión,  que son garantistas ante las pretensiones ideológicas admitidas y reconocidas por los representantes de los Estados, la religión, la ciencia; en fin, la humanidad hoy presenta los desafíos más grandes de la civilización, el cual es la capacidad de evaluarse como individuos y sociedad para corregir y desechar las causas intrínsecas en las ideas generadoras de leyes que no permitan desarrollarse las personas y comunidad en general.

En su artículo segundo, la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, reza: “La meta de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos derechos son: la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión”. Hoy se ha olvidado cuales son los derechos naturales y que estos son sagrados, como la vida, la libertad, la propiedad, sumado al libre intercambio comercial, entre otros, por causa de las ideas que viene desvaneciendo tales principios de la humanidad.

Asimismo, la prevaricación también la encontramos en la economía, sin ningún tipo de modestia, por parte de las autoridades, que predican desde las mismas universidades y por consecuencia, accionan desde los distintos niveles de los Estados, la reimpresión de dinero, sin ningún tipo de respaldo y valor económico, desmontando de forma definitiva, la acuñación de monedas de Oro o Plata, y su anclaje en el Patrón Oro, como medida política y económica de protección contra la inflación y su ciclo económico.

Lo peor es que acciones como estás no incurren en ningún tipo de delito, ni sanciones legales, ni morales; pues el sistema político de instrucción pública, no explica: los graves y perniciosos daños que causan estas filosofías políticas en la vida de las personas; sumiendo a las naciones en episodios inflacionarios y de pobreza patética, hambre y muertes.

El fomento de un Estado totalitario, matizado de democracia con retóricas de Estado Benefactor y tesituras de ideas y actores que son la consecuencia del Estado educador e instructor, inciden de forma directa en la modelación de la conducta en aras de una agenda que tiene el escrutinio y al mismo tiempo, autoriza a los gobiernos para entremeterse en la vida privada de las persona, en unidades tan esenciales como la educación, la propiedad, la libertad, las libertades económicas, la vida misma, la familia, el matrimonio, la concepción de la vida, la eutanasia; políticas públicas de la agenda de dominio global, que viene dando retrocesos a épocas despuntadas, además, tales pretensiones, no son nuevas.

@aegeovo