Leía por ahí esta semana una frase del gran Renny Ottolina: “No se puede hacer país, ni a realazo, ni con decretos; un país se construye buscando cambios de actitud, cambios en los esquemas mentales”; que traigo a colación para poner en contexto lo que requerimos en nuestra Venezuela, donde más allá de que tengamos el peor gobierno en la historia contemporánea de la patria, el principal problema es el sistema educativo obsoleto, poca inteligencia ciudadana y escasa confianza social.
Desde Unidad Visión Venezuela hemos debatido sobre la presidencia del futuro, y la visualizamos como un equipo capaz de cristalizar desde antes de los comicios la reconciliación nacional, que deje de lado la aplicación de modelos únicos y sea capaz de implementar la innovación a través de políticas asertivas en investigación, inversión tecnológica y desarrollo. La presidencia del futuro debe ser un equipo multidisciplinario comprometido a construir una Venezuela para todos.
Un equipo presidencial debe acercarse al país con un Plan Nacional mucho antes de los comicios, porque si los ciudadanos siguen votando ciegamente, entonces la historia se repetirá y continuaremos con caudillos mediáticos sentados en Miraflores.
Nada más alejado de lo que necesitamos como nación que esos candidatos y candidatas que tienen sed de venganza, de perseguir, de montar una cacería de brujas (bien sea porque no tienen claro cuáles son las competencias de un presidente o en su defecto se impregnaron de las malas mañas de quienes por ahora ostentan el poder).
El odio y la venganza, el dominio de las emociones por encima de la racionalidad, no los hacen diferentes de quien pretenden sustituir en la primera magistratura.
Reconciliación no significa impunidad, es vital promover la justicia y el respeto a los derechos humanos y de expresión de todos los venezolanos, pero no es competencia de un presidente impartir justicia. Los venezolanos debemos asegurar con un voto consciente que más nunca se use el poder del Estado como un brazo ejecutor de la persecución de quienes disienten del liderazgo de turno.
Sin duda alguna, una reconstrucción requiere de muchas bases y una de ellas es precisamente la justicia, según el Estado de Derecho. Pero hay que tener claro que justicia no es sinónimo de venganza. Se trata de no seguir fomentando el odio y las diferencias, de no cometer los mismos errores del gobierno; eso solo generaría más resentimiento, mucho más desastre y caos. Hay que construir un sistema justo, imparcial y transparente.
Toca a los ciudadanos asumir su rol en primera línea, cada quien desde el espacio que le corresponda. Venezuela es nuestra y depende de nosotros que renazca. El cambio comienza por nosotros mismos, seamos diferentes. Dejemos a un lado a esos que están enfocados en ejercer venganza antes que recuperar al país. No más agresión, abuso de poder e intolerancia.
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