OPINIÓN

La poderosa enseñanza de George Bernard Shaw

por Eduardo Viloria y Díaz Eduardo Viloria y Díaz

George Bernard Shaw es una referencia de mayúscula envergadura en la literatura

Gracias a su proverbial ingenio George Bernard Shaw (Dublín 1856- Ayot St. Lawrence 1950), es considerado el más importante dramaturgo de lengua inglesadespués de Shakespeare. Este singular autor dota a su teatro de un agudo sentido crítico mediante un refinado estilismo en sus laureados diálogos; de esa forma cautiva cálidamente a la audiencia al mismo tiempo que construye a personajes que encierran una lucidez y mordacidad que los marca son eficaces interlocutores de sus ideas. Un socialista poco social (1884), La profesión de la señora Warren (1893), Pigmalión (1913), Andrócles y el león (1913) y La millonaria (1936) son algunas de las cincuenta piezas que rubricó. Su extensa obra literaria abarca setenta años de actividad; novelas, ensayos y críticas son también un valioso aporte a las letras, por el que fue distinguido en 1925 con el Premio Nobel de literatura.

Un claro ejemplo de la trascendencia del escritor la encontramos en César y Cleopatra, comedia publicada en 1898. El autor irlandés desarrolla con solvencia la figura del maduro instructor frente a la prístina alumna que será iniciada por él en los caminos de la vida, la política, el amor y sobrevivencia; colisiona dos mundos y enfatiza un agudo enfoque sobre la dominación. Con sagaz habilidad desnuda sin clemencia a la hipocresía que rige a la legalidad y rompe paradigmas morales. Pareciera preguntar ¿qué somos los seres humanos? Mientras entre estas líneas cargadas de inteligente humor florecen punzantes señalamientos a la sociedad occidental que, enfundada en puritanismos, evidencia las lacras propias de los Estados que dominan el panorama global y estrangulan sin piedad a otros pueblos, quebrantando los principios de la humanidad.

La fineza humorística con la que Shaw impregna a esta obra la hacen fluir serenamente y de ese modo el espectador es conducido astutamente hasta un plano más cruento y oscuro. Los devaneos por el trono llevan a estos personajes a un accionar casi litúrgico del que también son presa, la lucha por imponer sus intereses los expone sin rubor a los ojos del público;  la feroz confrontación está cargada de tramas, ardides y violencia, aderezado todo ello con una cínica visión de la existencia y la imposición del “todo vale” en la tortuosa ruta por la corona de Egipto. La vigencia y contemporaneidad de esta exquisita pieza nos proyecta de manera diáfana y directa con la similitud de la escena global del presente: la humanidad sigue incansablemente en esa maratónica y suicida concepción que parece condenarnos: el poder se ejerce para someter e implantar nuestra voluntad a los otros.

Mundialmente son numerosas las producciones que de este libreto se han hecho sobre los escenarios más distinguidos del planeta. A lo largo de décadas este título demuestra su vigencia y pertinencia, siendo siempre aclamado por los amantes teatrales de todas las generaciones. Particularmente, en Broadway se efectuaron algunas versiones que resaltan por las figuras que conformaron los respectivos elencos: en 1951 estuvo encabezado por Laurence Olivier y Vivien Leigh, o la producción de  1977 en la que Rex Harrison y Elizabeth Ashley dieron vida a la pareja protagonista. La obra es llevada al cine en 1945, filme dirigido por Gabriel Pascal que contó con las actuaciones de Claude Rains, Vivien Leigh, Flora Robson y Stewart Granger, junto a otros destacados histriones de la época. Recientemente destaca la esculpida y abrumadora interpretación de Julio César realizada por el mítico Chistopher Plummer  bajo la excepcional dirección de Des McAnuff, representada en el Festival de Stratford (Canadá) en 2008.

En 2008 el reconocido actor Chistopher Plummer realizó una extraordinaria interpretación de Julio César en el Festival de Stratford

Gracias a la mancomunada iniciativa de La Máquina Teatro, Fundación Asklepión, Teatro del Buenpaso, la Asociación de Cultura del Colegio Emil Friedman, el Centro de Artes Integradas y la Asociación Venezolana de Conciertos, se tiene la oportunidad por primera vez en el país de disfrutar de esta joya de la dramaturgia universal. César y Cleopatra dirá presente junto a la Orquesta Sinfónica de Venezuela en el Teatro Teresa Carreño los días 1, 2 y 3 de julio.

Para esta producción, el maestro Alfonso López Chollet ha compuesto una vibrante polifonía que recrea sugestivamente la sonoridad de un místico Medio Oriente y evoca con fascinación la tierra de los faraones. La orquesta, en su conformación tradicional, amplía su envergadura gracias a la participación del internacionalmente reconocido músico Miguel Noya, quien con sutiles capas enriquece la tonalidad con ondas Martenot, resonancia en registros sub bajos, liras y una gama de efectos especiales que nutren una textura orquestal única;  una atmósfera sonora envolvente que  guiará a los asistentes en la travesía por el misticismo, el humor y la historia.

Esta obra nos conduce a una reflexión y enfrenta las estimaciones sobre la moral y la ética. En el desenlace el caudillo romano es estremecido por los hechos que ante sus ojos  ocurrieron, dejando en evidencia las abyectas intenciones de su creación: la ingenua y dulce niña Cleopatra es ahora una fuerza incontenible. Julio César nos deja esta sentencia que parece renovarse y adecuarse al presente: “¿Puede Roma hacer menos que matar a estos asesinos también, para mostrar al mundo cómo Roma venga a sus hijos y a su honor? Y así, hasta el final de la historia, el asesinato engendrará asesinato, siempre en nombre del derecho, el honor y la paz, hasta que los dioses se cansen de tanta sangre y creen una raza que pueda entender”.

Por primera vez se presenta en Venezuela este gran clásico del teatro universal

George Bernard Shaw logró generar un estilo interpretativo en sus obras. La racionalidad intelectual sucumbe ante el aluvión pasional de los personajes, haciéndolos absolutamente convencidos de su humanidad.  Disfrutar de la genialidad de este escritor es una valerosa ocasión para confrontar nuestros criterios y resulta una exquisita invitación que se nos ofrece como un copioso tazón lleno de relucientes perlas, unas que nos invitan a mirar el camino de la historia y, principalmente, a poner luz a una antiquísima inquietud que azota a nuestra consciencia: ¿es dulce o amargo el poder?