Al día de hoy, según estimaciones de los organismos mundiales que llevan el tracking del covid-19, en más de 190 países, indican que ha causado 73.139 muertes en 3 meses en una población mundial aproximada de 7.500.000.000. Su tasa de mortalidad es de 0,00097 por cada 100 habitantes, que nos lleva a un 0,97 por cada 100.000 habitantes; todo en el último trimestre. Esto nos da una tasa de mortalidad mensual de 0,32 por cada 100.000 habitantes en el mundo, que equivaldría a un 3,87 anual. Lamentablemente esta tasa aumentará cada día por un tiempo en la medida que se incremente el contagio y no se tenga a mano la forma de impedirlo. Con seguridad se logrará vencer, la humanidad en su historia ha estado expuesta a duras pruebas que ha superado.
En Venezuela, el anterior aislamiento a la aparición del virus, la migración de una buena parte de su población, la escasa movilidad interna y la limitada vida social, hasta ahora, han amainado la proporción de los efectos del contagio al no contar con la más elemental política sanitaria ni las medicinas, equipos médicos, servicio de agua y alimentación, que proteja a los venezolanos frente a esta pandemia.
Como siempre, la información ha sido administrada por el régimen a su arbitrio. Tenemos el derecho a la cacareada información veraz. Nos preguntamos si los organismos internacionales tienen acceso a esa información. Nuestra desconfianza tiene su origen en la secular opacidad de la información oficial. Los médicos y demás profesionales de la salud tienen que tragar grueso para evitar persecuciones y detenciones. Esto, entre otros aspectos, limita la eficacia de una vital lucha mancomunada.
Con esa misma opacidad, el régimen ha tratado de tapar que en Venezuela, en estos años de chavomadurismo, se han contabilizado más de 300.000 homicidios. Algunos organismos y particulares han tenido que asumir con coraje la tarea de informar al respecto. Uno de ellos, el Observatorio Venezolano de Violencia, estimó que hubo 16.506 asesinatos el año pasado.
La alarmante tasa de homicidios en 2019 fue de 60,3 por 100.000 ciudadanos, que supera con creces la mencionada tasa de mortalidad del virus que es de 0,32 mensual por cada 100.000 habitantes en el mundo, que como se indicó equivaldría a 3,87 anual.
Sin incluir los asesinatos de este año, ni las muertes que por acción u omisión le son atribuibles a este régimen durante su vigencia, como el caso de Franklin Brito por ejemplo, y sin referirnos a otras causas que han llevado a la destrucción del país, debemos concluir que esta peste revolucionaria -al igual que la del coronavirus- tiene que ser superada por todos y para todos.
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