OPINIÓN

La perversa abstención

por Marcos Hernández López Marcos Hernández López

La opinión de los expertos en materia de la abstención, término que deriva de la voz latina abstentio, es un no hacer o no obrar que normalmente no produce efecto jurídico alguno, aunque en ocasiones puede ser considerada como la exteriorización de una determinada voluntad y en tal sentido ser tenida en cuenta por el Derecho.

Aun cuando en los regímenes democráticos se asocia a la ciudadanía un deber cívico o moral de votar, que en algunos ordenamientos se convierte en deber jurídico, el abstencionismo electoral aparece con el sufragio mismo. Consiste simplemente en la no participación en el acto de votar de quienes tienen derecho a ello. El abstencionismo electoral, que se enmarca en el fenómeno más amplio de la apatía participativa, es un indicador de la participación: muestra el porcentaje de los no votantes sobre el total de los que tienen derecho de voto.

“El abstencionismo electoral se plantea desde perspectivas distintas en los regímenes democráticos y en los regímenes autoritarios. En los primeros puede suponer la existencia de corrientes políticas que no se integran en el juego político normal, si bien con carácter general responde a impulsos o motivaciones individuales plenamente respetadas y asumidas, incluso cuando sobrepasan determinados límites porcentuales. En los regímenes autocráticos, en los que se pone especial énfasis a veces adulterando las cifras en conseguir las mayores tasas de participación electoral, la no participación se considera la expresión pública de una oposición y está expuesta además a sanciones legales, pues el voto se considera más un deber que un derecho en algunas sociedades”.

El recurso de la abstención es un mecanismo opaco que esconde una pluralidad de motivaciones (J.M. VILAJOSANA. “La justificación de la abstención”. Revista de Estudios Políticos núm. 104, 1999). Según nuestro análisis y con visión compartida se pueden nombrar las siguientes:

En nuestro contexto, es “muy difícil” hacer una proyección exacta de la abstención en este momento histórico en Venezuela, existen dos grandes problemas a los que se enfrenta la oposición ante el proceso electoral del próximo 21 de noviembre: primero, las condiciones y garantías del voto siguen siendo cuestionadas. Sin embargo, hay condiciones que no son transparentes y perfectas para una elección en estos comicios. Si bien eso es verdad, también es cierto que hubo mejoras significativas en las exigencias de la participación electoral, pero la división de la oposición conspira para apuntalar triunfos en los 23 estados del país. Es evidente, la oposición venezolana está dividida en facciones aparentemente irreconciliables que no se ponen de acuerdo sobre la estrategia para acabar con la crisis política. La desunión no solo se interpone a una estrategia común opositora. Además, complica los esfuerzos para poner fin a la crisis de Venezuela. Por ahora, las negociaciones sobre una transición parecen improbables, dada la intransigencia del propio régimen.