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La permanente guerra de civilizaciones… ¿podrá concluir?

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¿Qué depara el siglo XXI? ¿Convivencia o choque de civilizaciones? Si existe una sola humanidad la respuesta es obvia, pero ¿lo lograremos?…

Geopolítica actual 

Es complicada y dinámica, con tensiones en varias regiones del mundo, incluyendo Gaza, Ucrania, la península coreana y Taiwán. La cooperación militar entre países como Corea del Norte, China, Rusia e Irán, así como las acciones de los países europeos, Estados Unidos, Australia, Canadá, Japón, Taiwán e Israel, han aumentado las tensiones. Los líderes mundiales, las organizaciones internacionales trabajan para resolver los conflictos y mantener la paz. A pesar de que la mayoría de los países están comprometidos con la no proliferación de armas atómicas y el desarme, la existencia de miles de estas armas sigue aumentando la preocupación de todos los analistas y expertos, así como de los escenarios —que por error o por estrategias— se puedan presentar. Es vital —literalmente— seguir trabajando en la diplomacia, el diálogo y la cooperación internacional para prevenir o eliminar el escenario de una guerra mundial y nuclear.

La religión y la guerra

No podemos precisar cuál y cuándo fue la primera guerra religiosa de la humanidad, dado que las primitivas sociedades dejaron pocos registros escritos y muchas de las narrativas que conocemos hoy provienen de textos religiosos y mitológicos que a menudo mezclan la historia, con leyendas y metáforas. Estos conflictos no solo reflejan las luchas de poder entre dioses y héroes, sino también las profundas conexiones entre la guerra y la religión en las culturas antiguas y medievales. A través de estos relatos, podemos ver cómo las creencias religiosas y los sistemas de valores de una sociedad influenciaban y justificaban sus conflictos armados.

En el presente, nos encontramos con la guerra en la franja de Gaza entre Israel —que se declaró un Estado judío en su acta de constitución e independencia el 14 de mayo de 1948, proclamando el establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en “Eretz, la Tierra de Israel«— por una parte, y por el otro, Hamas o «Movimiento de Resistencia Islámica» (Harakat al-Muqawama al-Islamiya), que es una violenta organización palestina, fundada en 1987 y conocida por su lucha armada y criminal en contra de Israel. La organización tiene una estructura militar. A nivel internacional, Hamas es considerada una organización terrorista por Estados Unidos, Israel, la Unión Europea, Canadá y Japón, y otros países. Hamás comenzó esta guerra tras el ataque brutal y criminal, torturando y asesinando a mansalva, a más de mil doscientas personas en Israel y secuestrando cientos de ellas.

El ataque del 11 de septiembre de 2001

Ese día, diecinueve terroristas asociados con al-Qaeda, una organización extremista y terrorista islámica, secuestraron cuatro aviones comerciales. Dos de estos aviones fueron estrellados contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, y otro contra el Pentágono en Virginia. El cuarto avión, United Airlines Flight 93, se estrelló en un campo en Pensilvania después de que los pasajeros intentaran retomar el control. Este ataque resultó en la muerte de más de 3.000 personas y fue un momento decisivo en la historia moderna, impactando profundamente la política global y la seguridad internacional​.

El 20 de septiembre, el presidente George W. Bush afirmó en un discurso al Congreso y al pueblo estadounidense: «Los terroristas practican una versión marginal de extremismo islámico… Es un movimiento que distorsiona la doctrina pacífica del Islam. Las directivas de los terroristas les ordenan a matar a los cristianos y a los judíos, y a todos los estadounidenses, y no diferencian entre los militares y los civiles, incluso las mujeres y los niños… Nuestra acción será una cruzada amplia, combativa en muchos frentes. Es una campaña que será librada de día y de noche, en la luz y en las tinieblas, en batallas que verán y batallas que no verán…” En la Catedral Nacional de San Pedro y San Pablo de Washington, se celebró el 14 de septiembre de 2001 una ceremonia, en presencia del presidente Bush y se bendijeron las banderas de los militares. Esta cruzada global tenía como objetivo desmantelar organizaciones terroristas y acabar con los estados que las patrocinaban. Dos intervenciones militares importantes marcaron esta respuesta: La invasión de Afganistán (2001) y la invasión de Irak (2003).

Los eventos del 11 de septiembre y las respuestas subsiguientes pueden verse como un caso de “choque de civilizaciones”. Desde esta visión, el terrorismo islámico extremista representa una confrontación directa con las creencias, los valores y la hegemonía de Occidente. Sin olvidar que subyacen dos religiones que participaron en las guerras de las cruzadas, a principios del segundo milenio de la era cristiana, que enfrentaron a cristianos y musulmanes. Este atentado en New York fue perpetrado en nombre de una fanática creencia religiosa y el criminal acto fue ofrecido a nombre de su dios.

La guerra de las civilizaciones

El concepto de «choque de civilizaciones» fue popularizado por Samuel P. Huntington al publicar un ensayo en 1993 publicado en la revista Foreign Affairs y que luego amplia el concepto en el libro del mismo nombre, donde argumenta que los conflictos futuros no serían principalmente ideológicos o económicos, sino culturales y religiosos. Desde esta posición, los conflictos entre Israel y sus vecinos, así como otros conflictos religiosos a lo largo de la historia, pueden analizarse como manifestaciones de un choque de civilizaciones.

Para Huntington existen varias civilizaciones principales en el mundo contemporáneo: La Civilización Occidental, que incluye a Europa Occidental, América del Norte, Australia y Nueva Guinea. Se caracterizan por la herencia del cristianismo occidental (catolicismo y protestantismo). La Civilización Islámica abarca a los países de mayoría musulmana en el Medio Oriente, África del Norte, Asia Central, y partes del Sudeste Asiático. Se centra en la religión islámica, con diversas tradiciones culturales y jurídicas basadas en el Corán y la Sharia. La Civilización Sínica incluye a China y las comunidades chinas en el exterior. Basada en su cultura, el confucianismo, el budismo y el taoísmo. La Civilización Hindú principalmente en India, Nepal y algunas regiones de Sri Lanka y el Sudeste Asiático, está caracterizada por el hinduismo, con sus diversas prácticas religiosas, castas y tradiciones filosóficas. La Civilización Japonesa es un caso único, ya que Japón es una civilización distinta basada en la combinación del sintoísmo y el budismo. La Civilización Ortodoxa en Rusia y otros países de Europa Oriental y los Balcanes que siguen el cristianismo ortodoxo oriental, está caracterizada por la herencia bizantina y la influencia de la Iglesia Ortodoxa. La Civilización Latinoamericana de la América hispana y partes del Caribe, representan una combinación de culturas indígenas, africanas y europeas, con predominio del cristianismo católico y una herencia colonial española y portuguesa. La Civilización Africana que está en su mayoría, en ese continente a nivel subsahariano posee una gran diversidad cultural y lingüística, con influencias cristianas, islámicas y de tradición africana, y la Civilización Budista que existe en países como Tailandia, Camboya, Laos, Myanmar, Bután y Sri Lanka. Se basan en el budismo Theravada y Mahayana, con significativas influencias culturales y religiosas.

Huntington postuló que estas civilizaciones en el mundo tienen valores fundamentales y sistemas de creencias distintos que —según el autor— inevitablemente entrarían en conflicto. En el contexto de las conflagraciones de Israel, se podría argumentar que la tensión entre las civilizaciones occidental y musulmana está en el centro de muchos de estos enfrentamientos. Para Huntington la ciudad de Jerusalén es un claro punto de choque de civilizaciones, donde los significados religiosos y culturales de la urbe para judíos, cristianos y musulmanes se superponen y a menudo se contraponen violentamente.

Es importante reconocer que los conflictos no siempre son puramente entre civilizaciones distintas. Es elemental considerar otros factores como la identidad nacional, la política, la economía, y las luchas por el poder o el control territorial. Los líderes políticos y religiosos a menudo utilizan la religión y la cultura para movilizar el apoyo popular y legitimar sus acciones. La creencia religiosa, aunque poderosa, es solo una parte de la identidad de una persona, que también está influenciada por sus valores culturales, la etnicidad, la nacionalidad, su educación, su ideología y otros factores.

Los conflictos bíblicos

La historia de Caín y Abel, hijos de Adán y Eva, componentes de la primera familia, narrada en la Biblia (Génesis 4:1-16), es un relato de un enfrentamiento entre hermanos. Caín mata a Abel por celos y resentimiento, porque Dios aceptó la ofrenda de Abel pero rechazó la de Caín. Este acto de violencia tiene un trasfondo religioso, ya que está relacionado con la adoración y la aceptación divina, aunque no constituye una guerra en el sentido de un conflicto armado entre grupos o naciones. La batalla entre David y Goliat, también descrita en la Biblia (1 Samuel 17), es un enfrentamiento individual en el contexto de un conflicto más amplio entre el regimiento judío, creyente de un único Dios, con el ejército de los politeístas filisteos. Tiene connotaciones religiosas, ya que David invoca a Dios en su lucha contra Goliat, junto a los israelitas que se consideran el pueblo elegido por Dios. Este combate evita una batalla entre los dos bandos.

Antiguo Egipto contra el Pueblo Judío

La narrativa del Éxodo en la Biblia (Éxodo, capítulos 1-14) describe el conflicto entre el faraón de Egipto y sus huestes y el pueblo judío, liderado por Moisés. El conflicto incluye las diez plagas y la liberación de los israelitas de la esclavitud. Este episodio tiene un fuerte componente religioso, ya que Moisés actúa en nombre de Dios y las plagas se presentan como manifestaciones del poder divino. Según el relato bíblico Dios intervino en la contienda.

La guerra en Jericó

La conquista de Jericó por los israelitas, narrada en el libro de Josué, es uno de los primeros relatos bíblicos de una campaña militar. Los israelitas, bajo la dirección de Josué, conquistan la ciudad después de que los muros caen milagrosamente tras el sonido de las trompetas y el grito del pueblo. Este evento se presenta como una guerra religiosa, ya que los israelitas actúan por mandato divino para tomar la tierra prometida.

Conflictos prehistóricos

Retrocediendo aún más en el tiempo, hace 12,000 años, al comienzo del Neolítico, las primeras sociedades humanas comenzaron a establecer asentamientos permanentes y practicar la agricultura. Sin registros escritos, es difícil determinar si estos primeros conflictos tuvieron una naturaleza religiosa.

Un vistazo a la historia

Las Cruzadas (1096-1291), que se extendieron desde finales del siglo XI hasta el siglo XIII, son uno de los ejemplos más emblemáticos de guerras impulsadas por la religión. Estas expediciones militares cristianas tenían como objetivo recuperar la Tierra Santa de manos musulmanas, y, en última instancia, se convirtieron en una serie de sangrientos enfrentamientos que marcaron profundamente las relaciones entre el mundo cristiano y el islámico.

La Guerra de los Cien Años (1337-1453): Aunque principalmente un conflicto político y territorial entre Inglaterra y Francia, también tuvo dimensiones religiosas.

Las Guerras de los Hugonotes (1562-1598) presentaron confrontaciones en Francia entre católicos y protestantes

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648), fue devastadora en Europa. Inicialmente surgió de las tensiones entre protestantes y católicos dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, pero rápidamente se transformó en un conflicto de poder político y territorial que involucró a casi todas las potencias europeas.

Más cerca de nuestro tiempo, la Rebelión de Taiping (1850-1864) en China contra la dinastía Qing, liderada por Hong Xiuquan, quien afirmaba ser el hermano menor de Jesucristo, resultó en una de las guerras más mortales de la historia, con millones de muertos.

Las Guerras Anglo-Zulú (1879): Enfrentamientos entre el Imperio Británico y el Reino Zulú, con elementos de conflicto religioso y cultural.

Conflicto de Cachemira (desde 1947): Disputa territorial entre India y Pakistán con profundas implicaciones religiosas entre hindúes y musulmanes.

Estas son solo algunas de las guerras más notables, pero ha habido innumerables conflictos menores y enfrentamientos a lo largo de la historia con raíces en creencias religiosas.

Tampoco podemos olvidar la Conquista de América (siglos XV y XVI) porque estas colonizaciones significaron guerras de civilizaciones donde estuvo presente el exterminio y las conquistas realizadas por los europeos en la América hispana y portuguesa se justificaban en términos religiosos, con la conversión de los indígenas al cristianismo como uno de los objetivos. Igual ocurrió con la colonización europea de Norteamérica.

La guerra de los Balcanes

En la década de 1990, estalló una confrontación que involucraron a serbios, croatas, bosnios y otras nacionalidades. Es un caso complejo de analizar que puede ser descifrado desde múltiples puntos de vista, incluyendo la teoría del «choque de civilizaciones».

La disolución de Yugoslavia en la década de 1990 llevó a la independencia de varias repúblicas, provocando conflictos sobre fronteras y soberanía. Las guerras incluyeron la Guerra de Eslovenia (1991), la Guerra de Croacia (1991-1995), y la Guerra de Bosnia (1992-1995). Estas combates estuvieron profundamente arraigados en el nacionalismo étnico. Serbios, croatas y bosnios luchaban por territorios y autodeterminación, a menudo basados en la identidad étnica. Las diferencias de credo jugaron un papel significativo porque la militancia religiosa estaba estrechamente vinculada con la identidad étnica y nacional, aunque no fue el único factor pero se vieron envueltos en un conflicto que a menudo se percibía como una lucha entre diferentes identidades culturales y religiosas. Según la teoría de Huntington, los conflictos de los Balcanes podrían verse como un «choque de civilizaciones» entre el mundo occidental (católico croata), el mundo ortodoxo (serbio) y el mundo islámico (bosnio).

Según las estimaciones, más de 100,000 personas murieron durante el conflicto en Bosnia y Herzegovina entre 1992 y 1995, el más mortífero de los conflictos que surgieron de la desintegración de Yugoslavia. Además, alrededor de dos millones de personas fueron desplazadas de sus hogares debido a la violencia​ (Voice of America)​​ (ICTY)​. El conflicto en Kosovo, que ocurrió entre 1998 y 1999, también fue devastador. Estos conflictos fueron caracterizados por campañas de limpieza étnica, crímenes de guerra y genocidio, como la masacre de Srebrenica en 1995, donde alrededor de 8,000 hombres y niños bosnios musulmanes fueron asesinados por fuerzas serbobosnias​ (ICTY)​. Este genocidio ha sido reconocido como el peor crimen en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial y fue declarado como genocidio por dos tribunales internacionales: el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) y la Corte Internacional de Justicia (CIJ)

Irlanda e Inglaterra

Especialmente el conflicto en Irlanda del Norte conocido como «The Troubles», pueden ser explicados como «choques de civilizaciones» sumado a otras causas. Las dos principales comunidades eran los unionistas/lealistas, principalmente protestantes que querían mantener a Irlanda del Norte como parte del Reino Unido, y los nacionalistas y republicanos irlandeses —de mayoría católica— que querían unirse a la República de Irlanda. El conflicto tenía un claro componente religioso, con tensiones entre la mayoría protestante y la minoría católica.

La psicología de los conflictos religiosos

Es esencial comprender cómo las creencias religiosas predisponen a la identidad individual y colectiva. La religión proporciona un marco moral, un sentido de pertenencia y una narrativa que da significado a la vida y a la muerte. En tiempos de conflicto, estas dogmas pueden ser intensamente polarizadores. La percepción del «otro» como una amenaza a la propia fe y existencia puede provocar actos de violencia.

El fanatismo religioso antijudío en la Alemania nazi es un caso perverso y criminal de comportamiento social, político y militar. Los nazis utilizaron la ideología antisemita para crear un marco moral distorsionado, para que los judíos fueran percibidos como enemigos para el nazismo. Esta narrativa intentó justificar atrocidades y crímenes de lesa humanidad, como el Holocausto, deshumanizando a los judíos y permitiendo que el odio y la violencia se llevaran a cabo a una escala masiva a nivel de genocidio.

¿Guerra “Santa”?

Más reciente, los fedayines, un grupo militante islamista, establecieron el Estado Islámico del Levante, una región geográfica en el este del Mediterráneo que incluía a Irak, Israel, Jordania, Líbano, Palestina y Siria —ISIS por sus siglas en inglés— en 2013 hasta el 2016. Este grupo adoptó un comportamiento extremadamente deshumanizado, llevando a cabo atrocidades como asesinatos en masa, esclavitud y torturas.

Este comportamiento perverso y criminal fue una manifestación de cómo interpretaciones erradas de alguna creencia puede influir en su conducta ciertamente equivocada. Lo que perpetúa ciclos de violencia y venganza, dificultando la resolución pacífica de los conflictos.

Los bloques religiosos

Estas son las principales religiones del mundo en orden de mayorías: El Cristianismo y el Catolicismo lo conforman 2 mil 380 millones de personas. El 31.1% de la población mundial. Predominan en Europa, América del Norte, América Latina y el Caribe, y en partes de África subsahariana. En el Islam son 1 mil 900 millones de personas. 24.9% del Mundo. Principalmente abarcan el Asia-Pacífico, Oriente Medio, Norte de África y partes de África subsahariana. Existen 1 mil 200 millones de Hindúes básicamente en la India y Nepal y representan el 15.2% del mundo. El Sijismo, también presente en la India son 30 millones de personas. El 0.3%. Los seguidores del Budismo son 507 millones de personas, 6.6% del mundo. Se encuentran mayoritariamente en países de Asia como China, Tailandia, Japón y Myanmar. Entre las Religiones Tradicionales como el Taoísmo en China, el Sintoísmo en Japón y otras religiones autóctonas en Africa y Latinoamérica, son aproximadamente 418 millones de personas, el 5.6% del mundo. El Judaísmo lo forman 14 millones de personas. 1 % de la población mundial, viven principalmente en Israel y los Estados Unidos. Los que no forman parte de ninguna religión que incluye ateos, agnósticos y no afiliados, son 1 mil millones 200 mil de personas, el 15.6% del mundo.

La convivencia de la civilización

La humanidad posee las mismas raíces y orígenes biológicos, al igual que un mismo destino en la Tierra y en el Universo. No obstante, a lo largo de la historia, las diferencias religiosas, étnicas y culturales han sido catalizadores de conflictos. Este forma de ver las cosas puede ser superado por un enfoque más inclusivo y humanista: se trata de la «Convivencia de la civilización» —así, en singular— porque en la realidad solamente existe una: La humanidad. Este enfoque propone que, al reconocernos como una sola civilización, multicultural y pluriracial, podemos poner fin a las confrontaciones y avanzar hacia un futuro pacífico y de convivencia humana.

El contexto histórico

Hace más de 12.000 años, la humanidad comenzó su transición de sociedades nómadas a comunidades agrícolas permanentes, marcando el inicio de la civilización. Desde entonces, hemos compartido una historia común, llena de logros y desafíos. Las grandes civilizaciones antiguas en Mesopotamia, Egipto, el Valle del Indo y China, desarrollaron avances significativos en escritura, leyes, comercio y tecnología, todos han contribuido al patrimonio común de la humanidad. A pesar de ello, la fragmentación en distintas civilizaciones, basada en diferencias culturales, religiosas y étnicas, ha sido una constante en la historia. Estos factores han sido utilizados para justificar guerras y divisiones, como lo vimos en las Cruzadas, las guerras de los Balcanes y los conflictos modernos en el Medio Oriente.

Ahora, la globalización y la interconexión actual ofrecen una oportunidad sin precedentes para cambiar esta narrativa. La comunicación instantánea, el comercio global y la migración han creado sociedades más diversas y conectadas que nunca. Este es el momento de abrazar la idea de una humanidad única. La «convivencia de la civilización» se basa en la premisa de que todos y cada uno de los seres humanos, de los ciudadanos —independientemente de nuestro origen— forman parte de una única civilización global.

Reconocimiento multicultural y plurirracial

Creer en una única civilización significa aceptar y celebrar la diversidad cultural y étnica como una afirmación de nuestro origen común. Fomentar el respeto y la comprensión mutua a través de la educación y el diálogo intercultural. Enseñar y promover una historia global que refleje las contribuciones de todas las culturas y pueblos. Hacer consciente que los logros compartidos y los desafíos los hemos enfrentado juntos como especie. Trabajar todos en los problemas globales como el cambio climático, la pobreza, y las pandemias. Promover la libertad, la justicia social y los derechos humanos para todos, sin distinción de raza, religión o cultura.

Ronald Reagan, Mijaíl Gorbachov y los “no humanos”

Durante una reunión en Ginebra en 1985, Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, mandatario de la URSS, discutieron sobre la teoría del presidente de EEUU, de la unión de la humanidad ante una amenaza extraterrestre. Gorbachov recordó esta conversación en un discurso pronunciado en 1990 en San Francisco, cuando señaló: «En nuestra primera reunión, el presidente Reagan dijo que si la Tierra enfrentara una invasión de extraterrestres, los Estados Unidos y la Unión Soviética se unirían para repeler tal invasión. No debatiríamos sobre nuestras diferencias; nos uniríamos. Por supuesto, eso es cierto.» Posteriormente, Reagan, hizo una famosa declaración sobre la humanidad unida frente a una amenaza alienígena durante un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el 21 de septiembre de 1987. Esto indicó: «En nuestra obsesión con los antagonismos del momento, a menudo nos olvidamos cuán unidos somos todos los miembros de la humanidad. Quizás necesitamos alguna amenaza externa, universal, para hacernos reconocer este lazo común. Ocasionalmente pienso cuán rápidamente desaparecerían nuestras diferencias mundiales si nos enfrentáramos a una amenaza de fuera de este mundo.”

La Convivencia: hacia una sociedad multicultural y plurirracial

Al abrazar la diversidad y promover políticas inclusivas, podemos construir sociedades más justas, pacíficas y prósperas. Este enfoque no solo previene los conflictos, sino que también enriquece nuestras vidas colectivas, fomentando una humanidad unida y resiliente. La convivencia de la civilización es posible y deseable, como lo demuestran casos exitosos alrededor del mundo.

Unión Europea (UE)

Tras las destructoras Guerras Mundiales, Europa se embarcó en un proyecto de integración política y económica para evitar futuros conflictos. La creación de la Comunidad Europea en 1951 dio el primer paso hacia lo que hoy es la Unión Europea, un ejemplo destacado de cómo antiguos enemigos pueden transformarse en socios cooperativos. Los países miembros comparten políticas económicas, sociales y culturales, promoviendo una identidad europea común sin borrar las identidades nacionales.

Canadá

Es uno de los pocos países que ha adoptado oficialmente el multiculturalismo como política estatal. Esta política reconoce y celebra la diversidad cultural, permitiendo a personas de diferentes orígenes, religiones y creencias, mantener sus tradiciones mientras contribuyen a la sociedad canadiense. Esta convivencia multicultural ha permitido a Canadá crear una sociedad inclusiva y próspera, con bajos niveles de conflicto interno y altos niveles de cohesión social.

Australia

Un país y continente que ha acogido a inmigrantes de todo el mundo, creando una sociedad rica en diversidad cultural. Las políticas de integración y antidiscriminación han sido apropiadas para fomentar la convivencia pacífica. Esta diversidad ha enriquecido todos los aspectos de la vida australiana, desde la gastronomía hasta las artes, contribuyendo a una economía vibrante y una sociedad dinámica.

Singapur

Es un modelo de Ciudad-Estado Multicultural. Singapur es un crisol de culturas, con significativas poblaciones chinas, malayas, indias y euroasiáticas. El gobierno promueve la armonía racial y religiosa a través de políticas sociales, educativas, y de vivienda. La coexistencia pacífica de diversas culturas ha sido la llave para el éxito económico y social de Singapur, convirtiéndolo en un modelo de convivencia multicultural en Asia.

Malasia

Es un ejemplo destacado de un país multicultural y plurirracial. La diversidad étnica, cultural y religiosa del país se refleja en su composición demográfica, política y vida cotidiana. Los malayos constituyen alrededor de 69% de la población y son mayoritariamente musulmanes. Los chinos representan 23% de la población y practican el budismo, el taoísmo. Los hindúes forman alrededor de 7% de la población y el cristianismo 1% del país. Además conviven grupos indígenas en Sabah y Sarawak, en la isla de Borneo. Kuala Lumpur, la capital, es un ejemplo de esta convivencia multicultural, con barrios chinos, hindúes y el enclave malayo Kampung Baru. Malasia promueve la unidad nacional, destacando la contribución de todas las comunidades a la nación.

Estados Unidos

Aunque ha enfrentado desafíos significativos relacionados con el racismo y la discriminación, la diversidad étnica y cultural de los Estados Unidos sigue siendo una de sus mayores fortalezas. La cultura estadounidense se ha enriquecido con aportes de inmigrantes de todo el mundo. La diversidad ha impulsado la innovación, la creatividad y el crecimiento económico, haciendo de los Estados Unidos un líder mundial en múltiples campos. Esta es la realidad a pesar de la diatriba política.

¿Qué podemos hacer todos?

Promover en nuestra familia y círculo de amigos y conocidos el mensaje de la civilización única, destacando la interconexión y las contribuciones de todas las culturas y etnias, al increíble desarrollo que hemos mantenido en los más de 12.000 años de civilización humana.

La «Convivencia de la civilización» es una visión que nos llama a trascender nuestras diferencias y a reconocernos como una única civilización global, rica en diversidad pero unida en su humanidad compartida. Adoptar esta posición no solo pondría fin a las confrontaciones basadas en diferencias culturales, sino que también nos permitiría superar pacíficamente los choques de las civilizaciones, y avanzar juntos ante los retos del futuro.


María Mercedes y Vladimir Gessen son psicólogos. Autores de Maestría de la felicidad y de ¿Quién es el Universo?

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