OPINIÓN

La paz sólo es un estilo de vida de quienes sub átomos

por Alberto Jiménez Ure Alberto Jiménez Ure

La paz sobrelleva la complejidad de un individuo o grupos de criaturas más o menos inteligentes que nunca supieron o entenderán el Concepto de Humanismo, por haber prorrumpido para querellarse por futilidades. Jamás he dudado que nacemos aptos para la confrontación en apariencia no anhelada. Cuando comenzamos a tener conciencia de nosotros en el mundo ya el otro es un enemigo.

Lo miras y también él tocándose alguna parte de su templo con la cual pudiera impactar lesivamente tu corpus vulnerándolo hasta con la intencionalidad oculta. Irrumpes y te «ama»-«imanta»  quien será tu princesa eterna, madre, o tal vez nodriza de cría que no recordarás. 

Voz, palmadita, pellizco y el apartamiento repentino del seno son advertencias. El castigo corporal y psíquico a bebés son improntas de explícita declaración convencional de guerra a muerte entre uno instantáneamente superior y el otro en situación de orfandad. Tus amigos pudieran contender, por una causa u otra adventicia, pero difícil que sea quien te haya parido.

Imanta el discurso de paz que luego fueteará tu librepensamiento por cuanto exige conductas precisas, rigurosamente meditadas, muchas de las cuales abominas. El mundo es un pozo séptico imposible de esquivar-ocultar mediante cortinas plagadas de matuastos. La iniciática excreta u orinada solitaria estará signada por el terror que inspiran esos reptiles alrededor y en cacería imposible de interrumpir: el noviciado dictará regio. Para la curiosidad de esos «animalitos de la suerte» luces cucaracho intragable.

Estoy persuadido que la paz sólo es un estilo de vida. Si bajas tu perfil alguien querrá aprovecharse. Elevándolo acumularás indeseables en derredor. Así eso que llaman Poder de Mando, incómoda movilización entre diversidad de hipócritas. Cualquier rato te darán la espalda.

Presumes tener vida pero hiedes a formaldehído. Esa mezcla de putrefacción e interdicto hedor de carne ligeramente descompuesta anunciará cada momento tu obcecada forma de conducirte hacia el final de la pista y despegarás liviano. A nadie importarás aun cuando la posteridad indague si escribiste un libro creyéndote erguido entre corvos.  

Nuestras contiendas son asimétricas, guerrillas, mostrándonos unos a otros primero el «glande» y por ello «la liga» mayor de presunto macho. Al cabo no siempre las hembras vencen tras socavar nuestra solemnidad, afortunados seamos que no tengan antropomórfica y última palabra por darnos hacia la luz. La calvicie del mundo es calamidad.

Recuerdo que desde mi nacimiento comencé a medir la distancia ninguna que hay entre la vida y muerte: los lapsos eufóricos o agónicos, juventud derrotada por la senilidad o lucidez contrita de los envejecidos. Me di la tarea de adentrarme en figuras geométricas para dilucidar que somos partículas subatómicas con cargas eléctricas. Tocamos al otro para darle infligir corriente [alterna]. SI EXISTE DIOS CON NOSOTROS Y SU ILUSIÓN TAMBIÉN.

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