OPINIÓN

La paz del narcoestado chavista

por Alicia Freilich Alicia Freilich

Consiste en el intento por lograr la sumisión absoluta de la sociedad impuesta a juro por un usurpador comando milicivil -porque la palabra “cívico” significa ciudadanía civilizada- y no fue ni es el caso. Decreta la paz armada como indiscutible beneficio y se justifica en nombre del seguro y urgente pacifismo. Se la titula progresivamente durante veinticinco años  al estilo cubano-castrista, desde  “Patria o muerte, venceremos” hasta el reciente poselectoral grito “Chávez vive” del actual putinmadurista ministro para la guerra. 

Desde su comienzo la libertad de expresión se sustituye por el silencio mediante el cierre, la censura y la compra de la prensa escrita, radial y televisiva; a lo que añaden el bloqueo a los medios audiovisuales del cibermundo siglo XXI que no comulguen con su ideología. Es la paz obligatoria de la mordaza que implanta ciegos, sordos y mudos, sujetos a vigilancia y castigo.

El libre conocimiento de la historia universal y nacional está prohibido, los postulados de la nueva patria revolucionaria son contenidos implícitos en los programas pedagógicos de sus  escuelas, liceos y universidades, militares y civiles. Es la paz  embrutecedora que decreta el analfabetismo funcional, la necesaria ignorancia que acelera y facilita el armado adoctrinamiento populista, la obediencia aprendida. 

La propiedad privada –terreno, vivienda, fábrica, oficina y comercio– eran posesiones legalizadas ahora expropiadas por el libre arbitrio del mandatario ilegítimo. Se desconoce toda legislación que obligue a resarcir las expropiaciones. Es la paz de la gobernanza ladrona. 

A la  riqueza pública proveniente del petróleo con la variada minería agregan ahora las ganancias clandestinas que otorgan el libre tránsito y negociado de cocaína  con  otras drogas.Son  los manejos  personales de la casta gobernante para su enriquecimiento ilícito sin un mínimo control que evite su traslado a paraísos fiscales. Paz del multimillonario  saqueador que  compra  palacios  en el extranjero.  Usufructo pacífico  de  los ladrones del erario nacional, mecanismo  avalado por  varios organismos empresariales.

Parte de ese dineral fue utilizado para  la compra de moderno armamento bélico  en estos días quizás reforzado por presentes equipos militares cubanos, rusos,  chinos y norcoreanos, instalados en bases venezolanas ,arsenal de  “fuerza letal” del sistema misilístico al día  que se activo el viernes 10 del mes en curso desde los espacios aéreos, marítimos y terrestres para impedir el retorno del presidente Edmundo Gonzalez Urrutia.  Es la paz de los sepulcros  donde  están vivos en la memoria colectiva los ejecutados extrajudicialmente por  manifestar en  los años 2014 y 17  junto al asesinado  heroico  piloto policial Oscar Pérez. 

Hay otros cementerios poblados de indefensos que padecen entre agonía  y muerte. Son desaparecidos forzados, detenidos en protestas pacificas condenados en cámaras de tortura y mazmorras donde se propicia el suicidio y se deja morir a heridos de todas las edades, enfermos crónicos y recientes sin atención médica ni visita familiar. Es la paz practicada por las órdenes de perversos psicópatas.

Toda esta pacificación revolucionaria permite a su vez desconocer y por eso violar sistemáticamente su propia Constitución de 1999. Hoy se proyecta en la negativa a reconocer resultados del comicio presidencial del 28J que elige como presidente constitucional de Venezuela a Edmundo González Urrutia. Es la represiva paz del oficialismo criminal.

Conviene recordar que mayormente las víctimas de dictaduras, autocracias y tiranías no anuncian repentinas victorias porque “guerra avisada no mata soldados”. Al menos así ocurrió cuando los hachazos libertarios destruyeron el Muro de Berlín y la alianza entre  militares constitucionales con la organizada disidencia civil, clandestina y del exilio, nexo que abrió las cárceles del perezjimenismo aquel venezolano 23 de Enero.

Fraude, violencia y terrorismo son elementos de guerra inherentes a la genética delictiva del castrochavismo.

La paz no es la ausencia de guerra, es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia. Lo  escribió en el siglo XVII  el filósofo Baruch  Spinoza, su  recuerdo sea siempre bendecido.

alifrei @hotmail.com