Dicen en Estados Unidos –feroz imperio enfrentado a la noble revolución bolivariana con la cual nos engatusaron como pendejos– que en la Cuba de Raúl Castro y el obediente Díaz-Canel han rechazado envíos gratuitos de petróleo chavista por su baja calidad y también los bolívares que para nada sirven.

El desastre económico es de tal magnitud que el bolívar desaparecerá y las operaciones serán digital. No aclararon cómo lograrán tan amplio objetivo. Quizás lo expliquen después que el propio jefe del PSUV reconoció, que no hay Internet. Y sin saber lo que decía, ha puesto la meta de la economía digital al 100%, donde todos tengan métodos de pago en tarjeta de débito, crédito; con lo cual la moneda se esfumaría (en físico) lo que para Venezuela es una ventaja, nadie la extrañaría, porque no existe. Aparte de los pagos y cobros en billetes estadounidenses y transferencias, más populares en contraste con el régimen al cual poca o nada de popularidad le queda.

Siempre con la esperanza, mientras meditamos aguardando pacientes la humillación de la cola para recibir la mala gasolina iraní, de que tal noticia sea falsa, a uno le surge ese orgullo venezolano de que, aunque sea para los castristas, tan fracasados como el madurismo en dar soluciones a sus ciudadanos, tal aseveración sea embuste, que el crudo que obsequiamos no sea tan malo como ahora dicen los mentirosos imperialistas y que el bolívar tenga algún valor.

Se puede pensar, si todo lo han destruido, hasta la que fue una formidable industria petrolera, podrían arruinar también el pesado crudo que siguen extrayendo, como van pudiendo. Son tan malos los castristas venezolanos que hasta el petróleo enterrado lo estropean. Son tan perjudiciales como pavosos.

Lo práctico sería que la economía –lo que queda– se termine de dolarizar oficialmente, ¿qué sentido tiene sostener una moneda que ya se transa por más de un millón y tantos por cada dólar o euro, y encima pierde valor cada día? El anuncio es importante para empresarios y trabajadores que ya todo lo valoran, ¡no les queda otro remedio!, en dólares, pero aún más para quienes, bendecidos por el castrochavismo, se han embolsillado millones que ahora, por las sanciones, no pueden disfrutar ni gastar donde soñaban, en las grandes capitales del mundo, obligados a usarla en una Venezuela donde ya el dólar es la moneda.

Porque no dirán que llevamos veintidós años calándonos el peor gobierno en la compleja y azarosa historia venezolana, sino el más pavoso; expresión venezolana, que enuncia esa fuerza invisible y misteriosa que tienen algunas personas y ciertos objetos para atraer la mala suerte. La pava es prima hermana del mal de ojo, mal agüero, de acontecimientos funestos. Hay ocasiones en que, por razones diversas, lo que vamos haciendo sale mal. De inmediato alguien dice con seguridad: Tú lo que estás es “salao”.

No hay iniciativa que no les salga mal, incluso, robar; la estropean o simplemente las hacen peor. Argumentarán se trata de algún siniestro plan de la imperialista y perversa CIA, que mató a Fidel, le inoculó un cáncer a Chávez que médicos cubanos no pudieron combatir, que sabotea las centrales eléctricas, se roba cables y equipos para que no tengamos Internet ni electricidad. Y cortan el agua a las zonas populares y no tanto, para fregar y desprestigiar al régimen. Terrible combinación entre la perversidad maquiavélica del imperialismo y la pava siríaca que agobia hace veintidós años, y que ni siquiera los brujos cubanos han podido neutralizar.

Lo de la digitalización es pura paja y alarde castro-madurista, las operaciones se dificultan, y cada día funciona menos entre la corrupción y su generadora, la creciente incapacidad de la telefónica. Para los jefes oficialistas no hay problema, poseen Internet, que para el resto del país es una complicación en crecimiento. La dificultad donde está es un régimen solo apto para equivocarse y no acertar, para destruir lo que toca. Devastado el país, solo les queda devastarse a sí mismos. Y en eso están trabajando duro.

A Venezuela le cayó la “pava macha” en 1999, las cosas van de mal en peor, hasta el Papa en sus oraciones nos encomienda a Dios para librarnos de esta mala racha que acabó con la calidad de vida y futuro.

Ese encadenamiento de mala suerte también tiene su relación con la fuerza del destino, la llamada pava siríaca, grado máximo de mala suerte. Aunque una mayoría prefiere aceptar que son males postizos o echaos, por gente con mala fe, envidiosos y a los cuales se les puede poner remedio mediante trabajos de tipo “espiritual”. Hasta el cambio de la hora en Venezuela tiene connotaciones de ocultismo que llevan a relacionar este estado de postración social que padecemos y de penurias económicas, con trabajos de tipo satánico para conservar el poder.

Esa afirmación es vox populi y se repite como leyenda urbana.

@ArmandoMartini

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!