Para Giuseppe Santulli,
por regalarle tantas alegrías a mi gente de Cabudare y Barquisimeto,
pero, sobre todo, por vivir entre carreras y caballos
El espectáculo de las carreras de caballos ha sido una ardorosa pasión cuyo origen se remonta a las culturas milenarias de China y la península arábica. Emoción, diversión, entretenimiento, momentos de tensión y sinsabores configuraron el mundo del hipismo en Venezuela. Los más veloces y entrenados ejemplares y sus épicas hazañas fueron ampliamente reseñados, lo que pronto se convirtió en un patrimonio, inmortalizándose para muchos y relegado en el olvido para otros tantos.
El acucioso historiador Rafael Arráiz Lucca, en su libro El Hipismo en Venezuela, describe que esta práctica se remonta en Venezuela a la época de la lucha por la Independencia, concretamente durante la guerra contra las tropas realistas cuando en 1817, se formalizaron las primeras competencias entre equinos, organizadas por oficiales de la épica Legión Británica.
Además, da cuenta que los primeros hipódromos y sus estructuras funcionales fueron El Callao (1876), Sabana Grande (1882 y 1886), El Paraíso (1908) y La Limpia (1948), hasta llegar a la etapa dorada de las carreras y su evolución definitiva con la apertura del moderno hipódromo La Rinconada (1959). Más tarde se edificaría el de Valencia (HINAVA) en 1983 y el hipódromo zuliano de Santa Rita en 1988.
Cono dato curioso, el investigador menciona que existieron tres figuras de renombre para el país como lo fueron el historiador y presidente encargado de Venezuela, José Gil Fortoul, Martín Tovar y Tovar y Arturo Michelena, quienes estuvieron vinculados directamente al movimiento hípico en Venezuela: el primero llegó a ser Juez de línea en el hipódromo de Sabana Grande en 1899, el segundo fue fanático y propietario de caballos; y el tercero, fue parte de la nómina de propietarios de la época, al tiempo que dedicó obras de arte completas a inmortalizar las carreras de la pista de Sabana Grande (1896).
Jacinto Lara de Cabudare
Los gritos y la algarabía se podían escuchar a kilómetros de la pista de carreras apostada en las faldas del majestuoso Terepaima, en terrenos de la ancestral Hacienda La Mata, de don Julio Alvarado Silva. Cada fin de semana, las pequeñas gradas del óvalo de Cabudare, se atestaba de espectadores que acudían a disfrutar y contemplar las emocionantes carreras de caballos, celebradas desde 1970 hasta enero de 1974, cuando tuvo que ser clausurado.
Miguel Santulli, nacido y criado en el mundo del hipismo, por fortuna grabó en su memoria y plasmó con una pequeña cámara Kodak para la posteridad, mucho de los gloriosos episodios de la epopeya hípica desarrollada en Cabudare y posteriormente en Barquisimeto.
El hipódromo Jacinto Lara disponía de una pista con un óvalo de 1.200 metros, en donde se realizaban carreras todos los sábados y domingo, con un total de 5 competencias por día.
Describe Santulli que en ese pequeño pero concurrido óvalo, se escenificaron clásicos de notoria relevancia como: Día del Ejercito y Gobernador del Estado Lara, entre otros, adicionando que el dueño de dicho hipódromo, don Emilio Lozada, era un reconocido criador y propietario de varios haras de caballos y fincas que existieron en el estado Lara, “como el Haras Las Trinitarias, Haras Agua Miel (asentado en el estado Yaracuy) que era de Federico Carmona (criador y propietario con 73 años de experiencia) y su hermano Gustavo; Haras Los Crepúsculos, Haras Monte Vergini, Haras El Rincón, entre otros. La mayoría de estos haras comenzaron a funcionar a mediado y finales de los años setenta”.
Los caballos de El Impulso
Giuseppe Santulli era el entrenador oficial del haras de la familia Carmona, los fundadores del centenario diario El Impulso. Narra Miguel Santulli que, en Barquisimeto, los Carmona tuvieron muchos y buenos caballos que, al participar en carreras inscritas en el Instituto Nacional de Hipódromos, INH, sus jockeys se distinguían de los demás al usaban atuendos completamente blancos “impecables” cuyos únicos colores: en el pecho y espalda eran círculos naranja y amarillo donde sobresalía el logo del Diario EL IMPULSO, conocido a partir de 1962 como el Stud Papá Juan, en honor al padre de Federico Carmona.
Un nuevo óvalo, el Barquisimeto
Después de casi un año de actividad hípica en el estado Lara (1975) se reunieron Francesco Santulli, Giuseppe Santulli (abuelo y padre de nuestro entrevistado), y nueve socios más como eran Leoncio Capobianco Delucas y Daniel Ambrosio, entre otros, con el firme objetivo de adquirir un solar a las afueras de Barquisimeto, concretamente en el kilómetro 19 vía Quíbor, para construir el nuevo hipódromo del estado Lara.
Pero para la nueva empresa los mismos socios fungieron como ingenieros y maestros de obra, y los jinetes y entrenadores ayudaron con los trabajos de albañilería, todos contestes para hacer posible el sueño de las carreras de caballo como deporte oficial.
El novedoso Hipódromo Barquisimeto fue inaugurado a mediados de 1975, con una pista de un óvalo de 1.400 metros catalogada como una de las mejores de los hipódromos de provincia, en donde se realizaron desde su ceremonia inaugural, carreras todos los domingos con un total de 4 a 5 competencias con una programación clásica al año, bien nutrida y con un pote de premios mayor que el resto de los hipódromos de provincias como eran el de Paraguaná y Ciudad Bolívar, toda vez que la afición de Barquisimeto era cuantiosa.
No había un domingo que no se atestaran las tribunas hasta el punto de no dar abasto, lo que generaba que el público rodeara la pista y otros espacios. Uno de los sitios predilectos -cuando ya no había otro espacio para disfrutar de las emocionantes carreras-, era la loma de una laguna situada en la entrada de la recta final.
El Hipódromo Barquisimeto estuvo activo, sin interrupción, hasta 1986, que por problemas con el Gobierno regional y local deciden cerrarlo. Luego tuvo una pequeña reapertura entre 1989 y 1991 cuando fue rentado a un consorcio de japoneses que realizaron carreras muy pobres y con pocos caballos.
Para ese entonces, los socios, desgastados por las trabas burocráticas y los excesivos impuestos municipales, comenzaron a gestionar la venta de los terrenos del hipódromo con el argumento que ya el negocio no era rentable.
Por su parte, Giuseppe Santulli siguió sus labores de entrenador en Barquisimeto hasta febrero de 1983 con su licencia para entrenar en los hipódromos adscritos al Instituto Nacional de Hipódromos desde el año 1978.
Cuando inauguran el Hipódromo de Valencia, Santulli decide marcharse de Barquisimeto pese a su buena racha como líder entrenador por muchos años, en el Jacinto Lara entre 1972 y 1973, y en el nuevo hipódromo como campeón desde 1975 hasta 1981.
De los entrenadores fue el profesional que más títulos y victorias conquistó en el estado Lara, alcanzando más de 500 carreras y el primer entrenador en incursionar en los hipódromos nacionales como La Rinconada y Valencia, además de ser el único entrenador de Lara en ganar y hacer campaña en Estados Unidos, en los hipódromos de Gulfstream Park, Tampa Bay, Belmont Park y Acueduc, estos dos últimos en el estado de Nueva York.
Pero Giuseppe Santulli no termina de retirarse. Es su pasión, por tanto, no claudica. Aún está por allí, observando caballos, “guerreando del decir de los venezolanos”, el viejo ya con 71 años.
IG/TW: @LuisPerozoPadua
Fotos: Colección de Miguel Santulli
Fuente: Arráiz Lucca, Rafael. El hipismo en Venezuela. Caracas: Ediciones B Venezuela, 2016. 103 págs.
Entrevista a Miguel Santulli. Julio 21 de 2021
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