“Para que el mal triunfe, basta con que los hombres de bien no hagan nada ” (Edmund Burke)
Ciertos países del mundo creen en la utilidad de las armas. Quienes defienden esta idea suelen llevar armas encima con el argumento de que éstas les proporcionan seguridad. Vamos, que sin ellas se verían vulnerables. Uno puede preguntarse por qué necesitaría un hombre protegerse de otro ¿Desde cuándo?, ¿dónde está el enemigo?
Si un individuo quiere portar un arma -pienso yo- tiene que haber razones para llevarla y alguna más, para hacer uso de ella. Las armas no se disparan solas.
Sucedía en la ciudad estadounidense de Virginia Beach, el viernes 31 de mayo alrededor de las 4:00 de la tarde. Un hombre entró armado en un edificio municipal y comenzó a disparar a todo aquel que se encontraba a su paso. Era un funcionario y le habían comunicado recientemente que iba a ser despedido. No han trascendido los motivos del despido. Dewayne Craddock, ingeniero de 40 años no lo encajó bien y tomó el camino más corto para descargar su rabia. Esa tarde de viernes dejó sin vida a 13 inocentes que tuvieron la mala suerte de cruzarse con un tipo colérico en el lugar y el momento equivocado.(“Un funcionario que iba a ser despedido, autor de un tiroteo con 13 muertos en Virginia”. El Confidencial, 1.06.2019)
Por paradójico que suene lo que sigue, hay que señalar que llegados a este punto de violencia, nuestro mundo necesita a gente buena y preparada capaz de evitar el dolor ocasionado por las armas, aunque para lograrlo tenga que recurrir a la fuerza de las armas.
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