OPINIÓN

La pandemia ideológica

por Rafael Rattia Rafael Rattia

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Es evidente que la especie humana ya no es, ni será obviamente, la misma desde diciembre de 2019 cuando la humanidad conoció la infausta noticia planetaria de la aparición del virus chino que originó la terrible enfermedad de transmisión por contagio conocida con el nombre de neumonía de Wuhan.

A ojos vista, la especie sapiens a esta altura de la catástrofe global causada por la segunda ola pandémica ya no puede negar los terribles efectos estructurales en el plano de la vida económica, social, cultural, política de las relaciones entre los habitantes de esta navis stultisfera terráquea que habitamos los 7.000 millones de terrícolas en medio la creciente ola de desideologización de la sociedad global. Nadie discute que la infección del espíritu por inoculación propagandista de doctrinas teológicas y ateológicas de cualquier signo ha causado una peligrosa horadación de la psique humana. Los humanos de esta mala hora pandémica no sólo estamos expuestos a los omnipresentes riesgos de contagios biológicos por el universal peligro del covid-19 sino también expuestos al bombardeo en tiempo real de toda clase de ataques igualmente virales por parte de la industria imagenológica e ideológica que no oculta sus fines neocolonizadores del espíritu humano, hoy más que nunca arrinconado y asediado con persistente hostilidad por la ratio técnica y la razón ontolumínica apertrechada en las bondades y falencias de la industria mediológica. Nunca en la historia de la humanidad la vida humana estuvo tan ferozmente atenazada por fuerzas tan letalmente mortíferas como en estos tiempos de viralización generalizada de índole bio-ideológica. El soma humano y la psique sufren por igual ataques deletéreos que precarizan y diezman ostensiblemente la integridad tanto física como psíquicamente del homo sapiens-sapiens. Es evidente; los ataques bacteriológicos, virales y con gérmenes a extensas poblaciones humanas que pueblan el planeta ahora se ven complementados con ataques virales que debilitan hasta límites exhaustos las respuestas cerebrovasculares y psicotécnicas de los humanos ante las agresiones externas que enajenan a los sujetos activos y pasivos, igual da, del vertiginoso proceso civilizatorio.

En el indelimitado ámbito fronterizo de lo cultural y político donde se explicita el daño antropológico de los sujetos alienados por los procesos  bélicos virales. Un inequívoco ejemplo de la infección espiritual lo tenemos a la vista de todos representado en la psicopatología de la conducta sectaria en el plano del ejercicio de la política. El sujeto político que hace vida en el fragor de la res pública es susceptible de experimentar una escisión mental gracias a los efectos patológicos que ejerce sobre su mente y cuerpo (entidad psico-somática) la presión aluvial de la propaganda política e ideológica.  El Estado y sus aparatos ideológicos no dan tregua a la sociedad en su propósito de alienar, enajenar, adoctrinar, cretinizar a sus miembros. Las campañas tele-radio-dirigidas sistemáticamente contra la sociedad tienen, por lo general, el claro propósito de expropiar y confiscar la autonomía y autodeterminación de los ciudadanos que pugnan por no dejarse expropiar sus capacidades de opinión e intervención independientes. La gramática de la dominación en estos tiempos de coronavirus se ha visto reforzada por la nueva servidumbre ideológica que padecen los nuevos siervos de la gleba; es decir, los ciudadanos compulsivamente confinados en sus casas bajo regímenes de “cuarentena radical-flexible” y regímenes clasistas y asimétricos de vacunación odiosamente elitistas y oligárquicos pone cada vez más lejana la utopía de la inútilmente ansiada “inmunidad de rebaño” denominada así por la ciencia inmunológica.