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La palabra escrita

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La escritura constituye uno de los alcances más importantes en el desarrollo del ser humano y por ende de la humanidad. La escritura, el amor, y la música son prácticamente componentes obligatorios en nuestras vidas y la historia del hombre, sea cual sea su cultura, credo, idiosincrasia, raza, sexo u origen. De tal forma que la palabra escrita comprende uno de los dones más preciados que tenemos como civilización.

Por tanto, coincidimos en que la palabra escrita es sin lugar a equívocos un avance y baluarte, más aún, la escritura no permite no sólo expresarnos, criticar, exponer, elogiar, sino y además, perpetuarnos, pues las palabras bien es sabido se las lleva el viento, muy distinto sucede con los escrito, sean estos simples artículos periodísticos, artículos científicos, ensayos, minutas o libros. La escritura tiene ese don que es el de perpetuarse, más todavía si estamos en presencia de alguna novela, ensayo o joya literaria que por calidad literaria y contenido logra trascender y se convierte incluso en un clásico, es decir, en un libro que lejos de perecer en el tiempo se perpetúa y engrandece como texto y creación literaria.

Acertadamente señala Ingrid Nass de Ledo que “el hombre en su afán de comunicarse comienza a expresarse en forma escrita, para así plasmar sus vivencias que solo las transmitía con la palabra hablada, la historia de la escritura puede seguirse a través de las superficies y soportes que se han utilizado para el acto de escribir … y agrega se comenzó con jeroglíficos en piedra luego con la utilización de soportes de arcilla, papiros, pergaminos etc., las primeras técnicas de escritura se remontan al cuarto milenio a.C., y fueron desarrolladas en Egipto, Mesopotamia y China, este sistema se extendió rápidamente a las áreas culturales cercanas y es el origen de la mayoría de las escrituras del mundo. Fueron los fenicios quienes desarrollaron el primer alfabeto, este sufrió modificaciones por los griegos y luego los romanos, el alfabeto español proviene del latino y este a su vez del griego. Quizás los dos inventos que impactaron la escritura fueron la invención del papel por los chinos en el año 105 d.C., y la invención de la imprenta en 1440 por J Gutenberg”.

La escritura sencillamente se asocia con la posteridad y por supuesto transmisión de experiencias, conocimientos y demás. Tanto así que oímos siempre la expresión escribe que algo quedará. Nos corresponde hacer un gran esfuerzo en diversos ámbitos y espacios en la actualidad, dado que vivimos una época donde sólo se le rinde tributo a la tecnología mas no a la lectura y menos a la escritura. Pareciera que leer o escribir se ha transformado en un oficio o actividad escasa, y nunca perdamos de vista que ambas están relacionadas con la cultura, la formación y la propia vida.

En nuestra América Latina y en propio país hemos sido premiados por Dios y la naturaleza, pues contamos con sendos y consagrados escritores, en una variedad de géneros, sean estos en la ensayística, la novelística, la cuentística, la poesía entre los géneros que más loas ha dado a la región latinoamericana y a Venezuela. Cabe señalarse que generalmente los escritos son un reflejo de acuerdo con el género y temática, de nuestros estados de ánimo, de nuestros sentimientos, conjeturas, pasiones, anhelos, vivencia, reflexiones o elucubraciones.

Los escritos se presentan a veces como en el caso de Esopo como animadas fábulas, magnánimas obras como es el caso de Miguel de Cervantes con su Don Quijote de la Mancha, tratados diversos como Economía y Sociedad de Max Weber; La rebelión de las masas de Ortega y Gasset o La Ciudad de Dios de San Agustín; asimismo, como extraordinarias novelas como Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez, el Ulises de James Joyce, La ciudad y los perros o Conversaciones en la catedral de Mario Vargas Llosa; Las lanzas coloradas de Arturo Uslar Pietri; Doña Bárbara de Rómulo Gallegos; Señas de identidad de Juan Goytisolo; Rayuela de Julio Cortázar; Pedro Páramo de Juan Rulfo; Los detectives salvajes de Roberto Bolaño y un centenar más de grandes escritores y novelas.

Asimismo, encontramos columnas que se transforman en lecturas obligatorias ya sea en grandes diarios impresos a nivel mundial o en sus versiones online, como las del nicaragüense Sergio Ramírez, el peruano Mario Vargas Llosa, el argentino ya fallecido Tomás Eloy Martínez, la cubana Zoé Valdés, los españoles Fernando Savater; Félix de Azúa, Antonio Muñoz Molina, Juan Gabriel Vásquez, Javier Marías ya fallecido o Enrique Vila-Matas, o un sinnúmero valioso de venezolanos, entre ellos Moisés Naím, Leonardo Padrón, Ibsen Martínez, Elías Pino Iturrieta, Tulio Hernández.

Unos y otros en sus distintos estilos y géneros conforman un aporte y baluarte sin lugar a dudas del mundo. Pues lo que se escribe, más ahora en la era de la web y el Internet, no es para un país o lengua específica, se escribe para el mundo, se escribe para la humanidad.

La escritura sea cual sea su estilo ha sido a través de los tiempos un recurso para plasmar nuestras inquietudes y proyectos. En momentos de reordenamiento social, económico y político, se requiere más que en ningún otro momento de escritores y de propuestas que asuman con amor, con coraje y con claridad una serie de temas y cuestiones que la sociedad de alguna demanda para consumir, para pensar, tener esperanzas o simplemente defraudarse. Sin embargo, debemos seguir produciendo ideas que en algún momento sean acogidas o sirvan para relanzar una sociedad, un país, o meramente permitan soñar y darle sentido a nuestros sentimientos, añoranzas y poder algún día verlas materializadas, o incluso se queden como meras utopías que sirvan de catalizadores a nuevas propuestas.

Los tiempos de crisis siempre han sido tiempos de oportunidades. La creatividad e innovación se imponen en todo momento, más todavía cuando nuestros ciudadanos, hombres y mejores precisan una necesidad de creer, de querer hacer las cosas, de dar y de esforzarse en aras de lograr un cambio en cualquiera de sus niveles o ámbitos. Requerimos más que otro momento o pasaje de coraje, de emociones, de ser si cabe irreverentes y hasta insolentes siempre y cuando busquemos un fin loable y noble.

El momento que vive toda nuestra América, y particularmente Venezuela, esta cargado de muchas incertidumbres y también de hermosas esperanzas, de desasosiego y de ideas preñadas de sueños que si pueden ser llevados a cabo en varios ordenes. En el caso particular que nos atañe en las líneas planteadas en esta columna del Diario El Nacional hoy, somos de la idea que bien vale la pena asumir a la escritura como un compromiso y con pasión, más todavía en tiempos de crisis en los que nos toca rotular las nuevas paginas que el país y su sociedad deberán recorrer en la ciencia, la tecnología, las humanidades y demás. Creamos en nosotros mismos y sigamos adelante que el tiempo apura y el país requiere un cambio urgente a todo nivel, transformación está que bajo todo punto de vista es impostergable.

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