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La Operación Barbarroja y la Solución Final

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Un día como el pasado sábado (31 de julio) pero de hace 80 años el mariscal Hermann Goering (uno de los máximos jerarcas del Tercer Reich) autoriza al SS-Obergruppenführer Reinhard Heydrich (director de la Oficina Principal de Seguridad del Reich [RSHA] que concentraba todas las policías de la Alemania Nazi) para iniciar la planificación e implementación de la “completa solución al problema judío”. Es el camino que termina el 20 de enero de 1942 con la Conferencia de Wansee, en la cual se propone el exterminio sistemático e industrializado –por medio de cámaras de gases y hornos crematorios– de todos los judíos que se encontraban tanto en Alemania como en la Europa ocupada por la Wermacht. ¿Qué relación tienen estos hechos con la invasión a Rusia que se había iniciado hace un mes en la Segunda Guerra Mundial? A continuación intentaremos responder esta pregunta basados principalmente en los documentales (de la BBC) y libros del historiador británico Laurence Rees dedicados al tema. Si desean conocer sobre el ataque alemán a la Unión Soviética (URSS) pueden leer las dos series de artículos anteriores de los meses de junio y julio en esta misma columna.

En la entrada del 12 de julio de 1941 del Diario personal del SS-Hauptscharführer Felix Landau (comandante de un Einsatzkommando en el pueblo de Drohobycz de la región de Galitzia en la Polonia Oriental), se puede leer algo no apto para personas muy sensibles:

A las 6:00 de la mañana me desperté repentinamente de un profundo sueño. Reporte de una ejecución. Bien, así que jugaré al ejecutor y después al sepulturero ¿por qué no? 23 deben ser fusilados… entre ellos 2 mujeres… Encontraremos un punto adecuado para disparar y enterrarlos. Luego de unos minutos hallamos el lugar. A los candidatos se les dan palas para cavar sus propias tumbas, dos de ellos lloraban. Los otros tenían un coraje increíble… Extraño, estoy completamente insensible. Sin lástima, nada. Esa es la manera que es y así será… Joyas, relojes, dinero se colocan en una pila. Las dos mujeres se alinean arriba de la tumba, listas para que se les dispare. (…) Seis de nosotros tenemos que dispararles. El trabajo fue asignado así: tres en el corazón, tres a la cabeza. Yo tomé el corazón. Se les disparó y los cerebros se esparcieron por el aire. Dos tiros a la cabeza es demasiado. 

La frialdad del SS Landau para contar la masacre nos deja sin palabras. Pero peor quizás sean las estadísticas de los cuatro Einsatzgruppen (lo que se traduce como grupos operativos pero que se ha comprendido como grupos de exterminio o escuadrones de la muerte) de las SS que siguieron a la Wermacht en la Operación Barbarroja (invasión alemana a la Unión Soviética desde el 22 de junio al 5 de diciembre de 1941). En sus informes se establece el número de ejecuciones diarias de hombres, mujeres y niños; que en ese período algunos afirman pudo llegar al millón de víctimas e incluso superarlo. El objetivo de estos grupos de SS en torno a los mil soldados; a los que se le sumaron policías, voluntarios colaboracionistas de los países ocupados, miembros del Ejército entre otros y que a su vez se dividían en grupos mucho más pequeños llamados Einsatzkommando; era llevar a cabo la guerra de aniquilamiento, limpieza étnica y esclavitud de los eslavos que se propuso Adolf Hitler y su Estado al ocupar el Este. Esta política fue explicada en dos primeras entregas en noviembre del año pasado (2020) en lo que se refiere al primer año de la Segunda Guerra Mundial con el título: “¿Cómo era la vida en la Europa ocupada por la Alemania nazi?”.

El hecho es que algo cambió con la Operación Barbarroja. Lo primero es la magnitud de los espacios y las masas poblacionales; lo segundo es que las principales autoridades empezando por Adolf Hitler la definieron como una guerra de exterminio de todo lo que fuera el “judeo-bolchevismo”, para lo que produjeron normativas en las que se obligaba al fusilamiento de los comisarios políticos, los miembros más activos del Partido Comunista, “los indeseables” (judíos, gitanos, vagos, enfermos mentales, etc.) y todo el que se sospechara de no colaborar o posible partisano. A finales de julio Heydrich sumó otra directiva en la que se consideraba a todos los judíos como partisanos potenciales y Heinrich Himmler (máxima autoridad de las SS) obliga al asesinato de las mujeres y niños por dos razones: “Son inútiles para el trabajo y consumen alimentos necesarios para la guerra” y “no se puede permitir el surgimiento de una generación de vengadores” (L. Rees, 2005, Auschwitz. Los nazis y la ‘Solución Final’). El tercer factor fue que ante la inesperada resistencia rusa en la guerra, los planes de enviar a los judíos al Este parecían imposibles de realizarse. El cuarto fue la alta mortandad en los guetos polacos debido al empeoramiento de las condiciones y el hambre. Y el quinto, quizás el más importante de cara a la relación con la decisión de exterminar a todos los judíos por medio de los campos con cámaras de gases, era el hecho que los Einsatzgruppen comenzaban a afectarse psicológicamente ante la tarea de exterminio por medio del fusilamiento.

El historiador alemán Peter Fritzsche en su obra Vida y muerte en el Tercer Reich (2008) explica la causa principal de la decisión final de exterminar a los judíos con las siguientes palabras:

La Alemania nazi asesinó a los judíos europeos con el fin de hacer realidad el proyecto utópico de reorganizar el continente de acuerdo con criterios raciales. Los nazis no consideraban sencillamente que los judíos fueran diferentes o inferiores desde un punto de vista racional, sino que les temían como un factor de descomposición social que amenazaba la salud moral, política y económica de la nación y su imperio. Según los nazis, no se debía permitir que los judíos comprometieran la capacidad alemana para pelear la guerra, que era lo que supuestamente había ocurrido en 1914-1918. (p. 259).

Si los nazis nacieron del trauma del fracaso de la Primera Guerra y tienen esta explicación aunque sea absurda; y además relacionan a los judíos íntimamente con el bolchevismo y le agregan la conspiración del capitalismo financiero (dominado supuestamente por los judíos ¡también!) que dio origen a la crisis de los treinta; se genera toda una mentalidad (el gran mito) que justificaría con la repetitiva propaganda el verlos como enemigos que deben ser vencidos e incluso exterminados.

La guerra en Rusia con su inmenso número de muertos debido a los factores antes enumerados fue el contexto que inició un período de ensayo y error (sabemos que suena espantoso pero así fue) para encontrar el método de exterminio menos costoso para la economía y los soldados del Tercer Reich. La respuesta fue encontrada en lo que ya se venía haciendo con los enfermos mentales alemanes desde 1939: asesinarlos por el gas que emiten los vehículos automotores, pero después en Otoño de ese mismo año se cambiaría a gas cianhídrico (marca Zyklon B) que fue probado con “éxito” en el campo de concentración de Auschwitz y que era más económico. La industrialización de la muerte daba sus macabros primeros pasos. Retomaremos este tema pero con mayor amplitud (Nuevo Orden Nazi en Europa en el año 1941) en dos artículos más a finales de septiembre cuando se cumpla el 80 aniversario de la mayor masacre del llamado “Holocausto de las balas” en Babi Yar (Ucrania). La semana que viene demostraremos que no todo era muerte y barbarie, al cumplirse los 80 años de la firma de la Carta del Atlántico que daría origen posteriormente a las Naciones Unidas.

 

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