OPINIÓN

La ONU como instrumento para la resolución de conflictos

por Carlos Malo de Molina Carlos Malo de Molina

Las Naciones Unidas iniciaron su andadura en octubre de 1945, su creación dio pie al desarrollo de un mejor mundo. 51 países se asociaron con el fin de “mantener la paz y la seguridad en el mundo, promover amistad entre las naciones, mejorar el nivel de vida y defender los derechos humanos”, tal como reza en su sitio web.

Imagino el soplo de esperanza y de ilusión que para los ciudadanos de entonces supuso esta declaración, es fácil imaginar hoy lo que significó ese hito histórico al finalizar la Segunda Guerra Mundial en un mundo roto por el dolor y el odio entre naciones.

Actualmente la ONU está formada por 193 miembros, todos los Estados soberanos reconocidos internacionalmente, y sigue trabajando para hacer un mundo de valores, un mundo solidario y justo que va trazándose metas y cumpliendo objetivos en esta línea.

La Agenda de Desarrollo 2030 es el plan de acción de la ONU en favor de las personas, del planeta y la prosperidad. Esta agenda comprende el cumplimiento de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que representan una oportunidad histórica para unir a los países y a los ciudadanos de todo el mundo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible están formulados para erradicar la pobreza, promover la prosperidad y el bienestar para todos, proteger el medio ambiente y hacer frente al cambio climático en todo el mundo.

Por donde quiera que leamos la misión de la ONU siempre nos encontramos con esta definición: “Mantener y robustecer la paz y la seguridad internacional y promover la cooperación entre los países”. En definitiva, un mundo más justo para todos, sociedades prósperas que promueven el progreso y el bienestar de sus ciudadanos.

La Asamblea General de la ONU inicia sus sesiones hoy, 17 de septiembre, para dar paso al debate general de la Asamblea General a partir del día 24. Como cada mes de septiembre, los líderes de 193 estados están convocados y representados, cada uno con un voto, para debatir sobre temas de prioridad absoluta para la humanidad como el cambio climático, desarrollo sostenible, igualdad de género y la paz y seguridad mundial.

En este contexto, deberíamos detenernos por la gravedad de los hechos, porque es evidente que todos estamos pendientes de él y porque la solución es posible. No se me ocurre un mejor escenario que la Asamblea de la ONU para recordarle al mundo que todavía sigue latente y que podría estar cerca la solución al problema de opresión política, social y económica y la extrema pobreza de Venezuela.

Por mucho que se quiera dilatar en el tiempo, o se mire para otro lado, y a pesar de que siempre hay agoreros, algunos de forma muy interesada, que vaticinan que no hay salida, he de decir que la solución en la cual se está avanzando está al alcance de todos, es una solución factible y aceptada casi unánimemente, pero podemos y debemos actuar más rápidamente.

Todos conocemos la teoría de Adam Smith y la mano invisible que regula el mercado, refiriéndose a que el juego natural ejercido por la demanda y la oferta es la mejor y la más eficiente forma para alcanzar el equilibrio y funcionamiento de lo económico y, en consecuencia, la fijación natural y más justa de los precios.

De la misma manera, existe esa mano invisible que equilibra las posiciones sociopolíticas y que mediante la libertad de sus fuerzas pueden llegar con mayor eficiencia a la más justa de las resoluciones, acuerdos políticos, funcionamientos democráticos y resolución de conflictos. Para llegar a esta evolución, como ocurriera en el mercado económico, hay muchos elementos que han servido de base para acercarnos.

¿Cuántas cosas han hecho falta para que el mercado pueda conseguir el precio más equitativo con la presión de la oferta y la demanda? Sin duda, el lenguaje, la creación de la moneda, la superación del trueque, el levantamiento de muchas restricciones y en general el desarrollo económico. Pues para llegar a la mano invisible que actúa de forma ideal en términos de democracia, política, derechos y libertades ha tenido que haber mucha evolución social. Sin duda, desde los inicios del concepto de la igualdad de todos los ciudadanos, de la Declaración de los Derechos Humanos, la superación del esclavismo, la limitación de las guerras y, por supuesto, la propia creación y desarrollo de la ONU, a pesar de que queda mucho por hacer.

Esta mano invisible es lo que está revolucionando a gran velocidad en la igualdad del hombre y la mujer, el cambio de la visión del mundo con la aceptación cada vez más progresiva en el reconocimiento de los derechos de los colectivos LGTBIQ y la aceptación de preferencias y opciones sexuales diferentes, la globalización, la democratización de la cultura, la lucha contra el racismo y otras muchas más.

También en la resolución de conflictos es necesario buscar fórmulas que vayan en línea con la necesidad de una solución lo más justa posible y rápida para superar aquello que contradice plenamente la lógica de funcionamiento de nuestro tiempo.

En el caso de Venezuela es evidente que está fuera de control, de las necesidades democráticas y económicas, podríamos decir que es un auténtico despropósito en ambos casos.

También está claro adónde queremos y debemos llegar, que, dicho sencillamente, sea un país democrático al uso con un funcionamiento democrático que garantice el buen desarrollo de un país, la convivencia de una sociedad, el crecimiento de sus empresas y, sobre todo, el bienestar de los ciudadanos. Lo que hay que elaborar es la fórmula que se puede aplicar para llegar de un sitio a otro.

Esto es en lo que, modestamente, he estado trabajando en los últimos 3 años, en los que, desde el segundo semestre de 2018, elaboré la teoría de la transición democrática (documentos que se pueden ver todos en www.carlosmalodemolina.com). Esto lo he realizado en consonancia y diálogo con la oposición venezolana, dirigentes chavistas, mandos militares, líderes sociales, religiosos e instituciones internacionales.

Esta hoja de ruta puede ser gran parte de la solución a la salida del chavismo y es prácticamente aceptada por casi todos, solo falta su implementación. Para la misma sigo en conversaciones, en el último mes los avances han sido muy positivos en este sentido. Inicialmente contiene 25 puntos que he sintetizado en un decálogo:

  1. Una dictadura criminal y corrupta. El régimen político venezolano es una dictadura que comete crímenes de lesa humanidad con sus ciudadanos y con unos niveles de corrupción brutales, enraizados en todo el sistema.
  2. Un sistema sin salida donde cada día que pasa todo es peor. Una situación económica desastrosa y unos niveles de delincuencia e inseguridad ciudadana que son de los peores del mundo, con más de 4 millones en la diáspora.
  3. Elecciones manipuladas y falsas. El régimen de Maduro ha montado un sistema electoral absolutamente fraudulento de manera que se inventan completamente el número de votantes y los resultados. Con este escenario, no es viable la celebración de unas elecciones libres y democráticas.
  4. Cese de la usurpación y gobierno de transición. Es necesario el cese definitivo de la usurpación y la constitución inmediata de un gobierno de transición formado por una mayoría de la oposición. El gobierno de transición debe actuar como un órgano colegiado, esto es, las decisiones han de tomarse por unanimidad o por la mayoría de sus componentes. Ni su presidente ni ninguno de los miembros de ese gobierno podrán presentarse a ningún cargo ni ser elegidos en los siguientes 5 años desde su nombramiento en el gobierno de transición.
  5. Cierre de la asamblea constituyente y recuperación de la Asamblea Nacional. Hay que disolver la ilegítima e ilegal asamblea constituyente y que la Asamblea Nacional recupere su capacidad de representación, legislación y las atribuciones establecidas en la vigente Constitución.
  6. Amnistía condicional. Se concederá una amnistía en la que unos 40 cargos chavistas, los más importantes, serán trasladados a un país de acogida donde estarán controlados y del que no podrán salir; el resto serán amnistiados quedándose en Venezuela. Pero siempre, para unos y otros, con el embargo de todos los bienes mal habidos. La amnistía tiene carácter condicional, ninguno de ellos puede reincidir, y los 40 que salgan del país deben cumplir las normas que se les imponga en el país asignado y no salgan del país o intenten hacerlo.
  7. Elecciones democráticas. El gobierno de transición debe convocar elecciones en un plazo mínimo de 9 meses y máximo de 12 meses. En el caso de que las elecciones no sean convocadas por la Presidencia de la República, se convocarán automáticamente el primer domingo pasados los 12 meses desde la formación del gobierno.
  8. El ejército de la democracia. Transformación del ejército para pasar de ser un instrumento opresor de un régimen totalitario a ser una institución democrática al servicio del pueblo, de las libertades, de la democracia y de la Constitución.
  9. Reforma constitucional parcial y exprés. La Asamblea Nacional debe hacer una reforma parcial y exprés de la Constitución, reformando algunos elementos como el sistema electoral, estableciendo que el período máximo en el cargo de presidente de la República sea de cinco años, sin reelección y propiciar la elección del presidente de la República a una doble vuelta, si no se alcanza 50% de los votos en la primera.
  10. Sistema semipresidencial participativo. Los sistemas presidencialistas puros acumulan en una sola persona demasiado poder, es interesante buscar una mezcla de un sistema presidencialista y uno más parlamentario; pudiera tomarse como ejemplo el sistema francés, en el que el presidente de la República es el jefe de las Fuerzas Armadas, controla la política exterior y nombra al presidente del gobierno en función del peso de los distintos partidos en la Asamblea de Diputados y negociándolo con ellos.

Seguiré trabajando con todo mi empeño e ilusión para llevar a cabo esta salida que es urgente para todos y de forma dramática y especial para el pueblo venezolano.

Si Martin Luther King cumplió en gran parte su sueño, a través del tiempo, yo, al igual que muchos, tenemos el sueño de ver una Venezuela democrática y próspera. Creo que si las Naciones Unidas van en línea con la democracia y superan los elementos que nos alejan de la solución de los conflictos, deben hacer un gran esfuerzo por apoyar de manera clara y contundente la mejor salida para Venezuela, que creo que va acorde con los conceptos aquí expresados.

 http://carlosmalodemolina.com/