Esta institución, fundada hace más de 100 años y con sede en Ginebra, Suiza, forma parte de la estructura organizativa de las Naciones Unidas. Su particularidad radica en su composición tripartita, que reúne a gobiernos, empleadores (organismos empresariales) y trabajadores (sindicatos). Las decisiones de la OIT son el resultado de amplios análisis elaborados por expertos, lo que permite la búsqueda de soluciones equilibradas para las diferencias que puedan surgir entre los representantes de estos sectores.
A lo largo de su historia, la OIT ha desempeñado un papel fundamental en la promoción del diálogo como herramienta clave para la evolución de las normativas laborales. Gracias a ello, se han logrado avances significativos que han mejorado las condiciones de los trabajadores, al tiempo que se ha impulsado el crecimiento empresarial y la generación de empleo.
En la actualidad, la OIT impulsa activamente la erradicación del trabajo infantil, con un enfoque centrado en la educación como la mejor vía para garantizar una mejor preparación para el futuro laboral. Asimismo, promueve el trabajo decente como una meta prioritaria a corto plazo.
La OIT es un ejemplo contundente de cómo el diálogo puede ser la clave para resolver las diferencias entre los actores sociales y económicos. Los logros alcanzados a lo largo de los años demuestran que, mediante la negociación y el consenso, es posible superar conflictos y alcanzar acuerdos beneficiosos para todas las partes involucradas.
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