La crisis sigue ahogando aún más. No hace falta tanta retórica para expresar la realidad que estamos pasando los venezolanos. La situación está tan confusa y peligrosa como la neblina pantanal. La musa ha descendido de una forma distinta y esta vez a un tema bastante álgido y difícil de abordar. La percepción es en definitiva subjetiva. Para algunos, lo que puede ser blanco, para otros, no lo es tanto. Muchos han escogido un solo norte: enfrentar a este régimen en todos sus espacios y aspectos hasta derrotarlo. Pero, muchísimos más, me atrevería a decir que el triple, este régimen los ha derrotado y han escogido el camino del “exilio”. Palabra cliché que la coloco en comillas ya que su significado ha sido distorsionado y a veces utilizado a conveniencia.
La pequeña Venecia era, hace unas lunas atrás, el paraíso terrenal. De oriente a occidente, de norte a sur, venían extranjeros a invertir y a formar sus familias en nuestro país. Y Venezuela, los acogía como hijos suyos. En la actualidad, ese punto cambió drásticamente. Son más los que se van o tienen planes de irse a los que se quedan y da la impresión, por momentos, que irse del país se ha convertido en una moda del siglo XXI. Entendemos que la situación está difícil, dura y “muy jodida”, no es necesario que nos expliquen el calvario que vivimos porque lo conocemos muy bien, pero ese entendimiento pareciera no estar por parte de los “exiliados” hacia aquellos que decidimos seguir en nuestro país. Hoy en día son más los que usan las redes sociales para destruir, fusilar y aniquilar a aquellos que hemos escogido el camino de la lucha política para hacer cambio en nuestro país. Qué fácil es criticar desde un teclado en cualquier recóndito lugar en vez de respetar la fe y la esperanza que hoy mueve las fibras de muchos.
Lo peor es que, el “exilio” les ha inyectado una buena dosis de patriotismo acérrimo a aquellos que se marcharon definitivamente por Maiquetía. Utilizan nuestra bandera en paredes de sus habitaciones en vez de haberlas utilizado y hondeado en el asfalto de aquí. Más allá de ese sentimiento ultra patriota, es la erudición divina que han adquirido desde el extranjero. Es como si en las embajadas le dieran un magister en Política y asuntos diplomáticos. Todos tienen en sus mentes y apuntan a una sola solución para el caso Venezuela: el método de la sangre y las armas. Les digo personalmente que eso es un error garrafal apostar a esa salida porque aquí, de hacerse una intervención militar, va a pagar con su vida el que es culpable y quiénes no. No habrá misericordia ni contemplación para nadie así sea adepto al régimen u oposición. Solo basta con pasearse por las páginas de la historia sin mucha profundidad.
Tomaré prestada una frase de Thomas Carlyle para sentenciar: «Puede ser un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate. De nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos», pues decidir quedarse no es fácil, pero irse, tampoco lo es. Se requiere un desprendimiento total del vínculo familiar y una excelentísima fuerza psicológica para enfrentar la soledad en un país ajeno. Respeto y admiro a los que se han ido. Pronto volverán y tengo esperanza de que así será, pero, me quito el sombrero por aquellos que se quedan y lucharan hasta las últimas consecuencias para lograr más temprano que tarde vuelvan los “exiliados”.
Señor(a) «exiliado»: si tu cobardía fue más grande de lo que en vida hiciste por tu país entonces no critiques detrás de una pantalla al que derrama sangre, sudor y lágrimas por Venezuela; si le pusiste precio a tu sacrificio, a tu esfuerzo y a tu esencia, entonces las clases de moralismo están de más, pues te convertiste en lo que juraste combatir. Te repetiré mil veces «una cosa es estar dentro de la candela y otra estar afuera y ordenar para apagarla».
El mensaje es fuerte y claro, ustedes han escogido su destino y nosotros el nuestro. Dejemos a un lado la crítica destructiva y el ferviente ataque hacia sus conciudadanos que hoy seguimos luchando. Sino, tendrán como respuesta: ¡Respeta mi fe! Que no es nuestro problema si le pusiste precio a la tuya. No busques lo que puedes que encuentres porque muchos no tenemos temor a defender con uñas y dientes los ideales que alguna vez nos unieron y que por un par de ceros desechaste…
@JorgeFSambrano