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La octava institucionalidad

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Cuando uno refiere a la Fuerza Armada Nacional como una institución está sumando retóricamente un conjunto de elementos que al final la ilustra como eso. Como una institución. Entre otros, historia, tradiciones, épica, estructura, valores, principios y normas, que le dan soporte y proyección en el tiempo. En la historia desde su nacimiento, en la consistencia de su presente y en la proyección de su futuro. Así ha sido la institución armada venezolana desde el primer cornetazo de atención en el puesto de comando en el occidente del país, en los tiempos del general de división Francisco José Rodríguez del Toro e Ibarra, el marqués del Toro y primer comandante general del ejército libertador, después del 19 de Abril de 1810. Mientras el noble mantuano caraqueño, abogado egresado de la Universidad Central de Venezuela, daba órdenes preparatorias como general de división y supervisaba las tropas de la primera república para cruzar la línea de partida hacia la batalla de Coro, el nacimiento de la institución armada se mostraba y hacia su presentación ante los registros de la historia.

En el proceso de formación de la institucionalidad militar en Venezuela uno puede permitirse la licencia de segmentar varios períodos que la diferencian. Solo para encuadrar el tema que nos ocupa. El primero, el del ejército libertador hasta 1830 con una incuestionable influencia de Simón Bolívar. Fueron veinte años de liderazgo incuestionable en el tiempo. Segundo, el que se fue levantando en los llanos y se abrochó victorioso en la sabana inmortal de Carabobo, el paecista bajo la bota y la silla de montar del general José Antonio Páez que se oficializó desde el desmembramiento de La Cosiata hasta que se inició su declive con el resultado de la batalla de Los Araguatos el 10 de marzo de 1848, más otros 15 años que se alargaron en agonía organizacional y de liderazgo en torno al centauro mientras crecían las facciones federales y caudillistas, hasta el Tratado de Coche el 23 de abril de 1863. De tercero sigue el periodo agitado del ejército atomizado en facciones y arrastrado desde la intensidad de la Guerra Federal y su etapa de caudillos y guerrillas internas. Fue una etapa marcada al final por el carácter personalista del general Antonio Guzmán Blanco. Luego se abrió una cuarta etapa con la invasión a Venezuela desde Colombia, de los 60 campesinos tachirenses hechos y ascendidos como generales en el vivac, encabezados por Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez el 23 de mayo de 1899. A partir de allí se desarrolló otro ciclo castrense, el cuarto, con el marcador resaltado por el resultado de la batalla de Ciudad Bolívar el 18 de julio de 1903 comandada en el lado oficial por el vicepresidente Gómez. Esta etapa militar fue acentuadamente influida por el hombre de La Mulera en sus años como segundo de El Cabito y los 27 años de duro régimen, que se prolongó después de la muerte de Gómez dentro de los cuarteles hasta el 18 de octubre de 1945. Esos 46 años de sello cuartelero gomecista en los cuatro puntos cardinales del país, levantados en torno a los dictados del general Juan Vicente Gómez siguen marcando la vida institucional de los militares venezolanos. Sí. Como lo leen. La factura gomecista aún está estampada en muchas de las actuaciones institucionales de la Fuerza Armada Nacional. El ejército moderno fue hechura del general con todas las reformas de 1911, cuando lo transformó en una verdadera fuerza de línea y le proporcionó carácter académico a su formación profesional. Y eso es válido también para la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional. Y, antes de que se disparen argumentos para remitir al año de 1937 como el del nacimiento de la benemérita, es bueno resaltar que todos los oficiales, conceptos y las líneas políticas surgieron desde el esplendor de la era gomecista, empezando por su fundador, el general en jefe Eleazar López Contreras. No se puede hacer blanqueamiento de origen. Este ciclo institucional ha sido el que más impacto ha tenido en la vida militar venezolana y el que más penetró en el ADN organizacional e institucional en los próximos 100 años de historia política y militar de Venezuela. El entierro del caudillismo, la organización del ejército de línea en 1911 y la creación de la Academia Militar de Venezuela se constituyeron en la prolongación de la doctrina gomecista aun hasta nuestros días. El otro hito decisivo, el quinto, se construyó con los eventos políticos y militares en la alianza de los jóvenes oficiales técnicos, en contraposición a los troperos y chopos de piedra que cruzaron el rio Táchira, con los cuadros políticos del partido Acción Democrática el 18 de Octubre de 1945. La impronta perezjimenista ocupó espacio político y militar hasta el 23 de Enero de 1958 con los eventos que permitieron el nacimiento de la democracia y el surgimiento de la república civilista. Las Fuerzas Armadas Nacionales de esas cuatro décadas de vida institucional tuvieron una actuación con sujeción al poder civil y de respeto a la Constitución Nacional. Un sexto capitulo que puede considerarse uno de los más gloriosos y memorables en la ruta del asentamiento de la institucionalidad democrática de los militares venezolanos. Son muchos galardones en el estandarte de defensa de la Constitución. La derrota infligida a la insurgencia castrocomunista alentada desde la isla de Cuba, la defensa de la Constitución en los alzamientos militares de El Porteñazo, El Carupanazo, El Barcelonazo, el 4F y el 27N; El control del orden público y el mantenimiento del orden interno durante los lamentables sucesos del 27 de febrero de 1989 conocidos como el Caracazo; y la eficiente demostración de la movilización militar para enfrentar la incursión de la ARC Caldas en las aguas del golfo de Venezuela forman parte de su inventario institucional. El 6 de diciembre de 1998 con la victoria electoral del teniente coronel Hugo Chávez Frías empieza el séptimo y último episodio de este resumen. Este que sufrimos en Venezuela que se proclama a los cuatro vientos como bolivariano, chavista, antiimperialista, socialista y zamorano. Un batiburrillo de calificaciones que al final es todo y es nada en los despojos de la nueva institucionalidad militar con sello revolucionario.

Como decíamos de entrada, uno refiere a la Fuerza Armada Nacional como una institución, y el resultado es la suma de un conjunto de elementos. La historia de este capítulo de los militares venezolanos, el número siete desde que el marqués del Toro salió del puesto de comando en Siquisique, ajustándose la guerrera con sus ornamentos de general de división, cruzando hacia la vaina el pulido sable de caballería y dejando a un lado el libro que leía, a la derrota en la batalla de Coro, lleva 23 años escribiéndose, y en el tiempo, cuando se hagan las valoraciones correspondientes, se proyecta como otra derrota. Ya lo es, y el capítulo sigue escribiéndose.

El general Simón Bolívar, el general José Antonio Páez, el general Antonio Guzmán Blanco, el general Juan Vicente Gómez, el general Marcos Pérez Jiménez, el general Articulo 132 de la Constitución Nacional, y el teniente coronel Hugo Chávez Frías escribieron los primeros siete capítulos de la historia de la institucionalidad militar en Venezuela. Todavía faltan muchos capítulos por redactar.

El octavo tiene la cuartilla en blanco, y la pluma o la espada lista para escribirse.

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